Por: Luciano Revoredo
A lo largo de la campaña electoral de la primera vuelta publicamos varias notas sobre Hernando de Soto. El 17 de octubre el artículo titulado Hernando de Soto: El MOVADEF, abortistas y promotores LGTB en su partido. En él denunciábamos apenas iniciada la campaña la presencia de activistas de la progresía neomarxista en el entorno del candidato. Lo más serio era la vinculación con el MOVADEF, brazo de Sendero Luminoso a través de Jorge Paredes Terry.
El 1 de noviembre publicamos De Soto: lo que hay que saber antes de votar por él. Esta vez poníamos en evidencia sus vínculos con la progresía internacional, con el partido Demócrata, los abortistas de la Fundación Clinton, así como su asesoría a diversas y sanguinarias dictaduras en el mundo.
Ya muy cerca de las elecciones publicamos De Soto y Odebrecht, evidenciando sus compromisos con esta empresa corrupta.
Muchos en ese momento nos cuestionaron, nos acusaron de exagerar las cosas y de equivocar al enemigo, que no había que golpear a los candidatos de la “derecha”, para no dividir más el voto. Hoy con el paso del tiempo puedo afirmar, y permítaseme hablar en primera persona, que no me equivoqué cuando desde siempre consideré a de Soto un felón y un miserable.
El único papel que ha cumplido este octogenario majadero fue el de dividir la votación presentando una candidatura de falsa derecha, quitándole votos a López Aliaga, sumándose muchas veces a las infamias de la prensa mermelera. Hizo una campaña vergonzosa e indigna de un hombre de sus años, se mostró dispuesto a todo por el poder, pero siempre solo pensando en él, antes que nada. Lo vimos en un programa de farándula y luego haciendo campaña con un cómico, que según él era su asesor.
Lo vimos alardeando, sin el menor pudor, de sus hazañas y acrobacias sexuales con una sorpresiva “novia”, mientras en su clóset discurría Paredes Terry, ocultando sus banderas del MOVADEF, quien luego en un acto de despecho lo denunció de estar negociando ministerios.
Esa fue la realidad de Hernando de Soto y su papel en la primera vuelta.
Pero lo que nadie esperaba es su conducta infame ante la segunda vuelta.
La dispersión del voto, las irregularidades del JNE, y otros factores nos han puesto en la disyuntiva de elegir entre Pedro Castillo, un comunista con evidentes vínculos con el terrorismo senderista y Keiko Fujimori. La disyuntiva es muy simple, o el atraso, la miseria, la dictadura y el abuso polpotiano de Castillo, o un gobierno liberal-conservador con Keiko. No hay más.
Sin embargo, para de Soto si hay más. Luego de desaparecer de la escena y no declarar rápidamente una condena al comunismo y su apoyo a la única opción democrática, cosa que hizo de inmediato López Aliaga, lo que lo colocó como un auténtico patriota, de Soto apareció para decir que aún no había decidido a quién apoyar.
Obviamente su apoyo ya no vale nada, puesto que gran parte de quienes lo siguieron en la primera vuelta ya le están dando la espalda. A pesar de eso acaba de publicar un pronunciamiento con su típica soberbia señalando que ninguno de los candidatos merece su reconocimiento y poniendo al mismo nivel el comunismo con la economía social de mercado. Pero eso no es todo, sino que, poniéndose por encima del bien y del mal, acusa a Keiko Fujimori de mercantilista, así, sin ningún fundamento. Y, esto es lo más alarmante, señala que un gobierno de Fuerza Popular provocaría a una rebelión. Mientras “ingenuamente” habla de sacar a Castillo de sus posiciones radicales de comunistas y filoterrorista. ¿Se puede ser más indigno? ¿Se puede jugar más sucio al Perú? ¿Qué busca de Soto? ¿A qué intereses internacionales responde? No sería de extrañar que sólo sea una movida al gusto del globalismo o de otros oscuros intereses a los que como agente deba reportar. Lo cierto es que lo que ha conseguido es terminar sus días con el repudio de los peruanos bien nacidos.
¿Qué se puede esperar de un sirviente de Gadafi? La República Peruana, se está jugando completa en este año del bicentenario, digamos siendo una República independiente. Señor si es posible aparta del Perú este cáliz, pero no se haga mi voluntad si no la tuya.