Por: Uri Landman
El miércoles siete de diciembre, quedará grabado en nuestra memoria, como el día en que el corrupto Pedro Castillo, dio un golpe de estado en el cual quiso cerrar el congreso e instaurar un gobierno comunista. Además, pretendió convocar elecciones para nombrar un nuevo congreso con facultades constituyentes y así elaborar una nueva constitución. Por último, anunció la reestructuración del Poder Judicial, el Ministerio Público, la Junta Nacional de Justicia y el Tribunal Constitucional.
Este anuncio, se dio horas antes que en el congreso se debata la tercera moción de vacancia que se había presentado contra Castillo por incapacidad moral permanente.
Cabe preguntar ¿Cuál era la diferencia entre esta moción de vacancia y las anteriores?
Como todos sabemos, en los últimos días habían salido en los medios una serie de declaraciones de personas involucradas directamente en la trama de corrupción del gobierno, como el ex director de la DINI, el ex jefe de asesores del ministro de vivienda, la empresaria Sada Goray entre otros; quienes además de su testimonio, aportaron pruebas que involucraban de manera directa a Castillo en la red de corrupción del gobierno.
Ante la gran avalancha de pruebas que lo arrastraba a la cárcel, Castillo no tuvo mejor idea que pretender cerrar el congreso para evitar su vacancia.
A mi entender, esta medida fue precipitada, ya que no creo que la oposición hubiera logrado obtener los 87 votos necesarios para vacar a un presidente. ¿Por qué lo afirmo?
Hemos sido testigos de las múltiples declaraciones en la cuales se aseguraba de la compra del voto de congresistas de diversas bancadas, para evitar las dos primeras vacancias. ¿Quién nos asegura que para esta tercera moción no compraron los votos requeridos para salvar a Castillo?
Por otro lado, el voto de las bancadas de izquierda del congreso nos ha demostrado en más de una ocasión que poco o nada les importan los hechos al momento de votar. Para ellos el componente ideológico y sus intereses personales son más importantes que el bien del país, para ejemplos tenemos muchos.
A pesar de las declaraciones del ex jefe de la DINI y del ex jefe de asesores del Ministerio de Vivienda, Salatiel Marrufo, la bancada de Perú Libre ya había adelantado que votaría en contra de la moción de vacancia. ¿Cuántos más congresistas hubieran votado en contra o se hubieran abstenido de votar salvando a Castillo? A estas alturas, son puras especulaciones, pero si consideramos que Castillo fue vacado con 101 votos después de dar un golpe de estado, no es difícil imaginar que la oposición no llegaba a los 87 votos requeridos.
Será muy difícil saber qué fue lo que motivó a Castillo a dar un golpe de estado y cometer suicidio político. Algunas fuentes mencionan a Betsy Chávez (no habida) y a Aníbal Torres (en la clandestinidad) como dos de las personas que supuestamente fueron parte del grupo de personas que organizó dicho golpe. Nadie puede pensar que Castillo pretendió convertirse en dictador sin la ayuda de su grupo de colaboradores más cercano.
En las horas que siguieron la disolución del congreso por parte de Castillo y el adelanto de la votación de la moción de vacancia en el congreso, se dieron una serie de hechos que son importantes analizar.
Nos enteramos de la renuncia de algunos de los ministros de Castillo luego del golpe de estado. Más que una muestra de rechazo ante los hechos, parecía una lavada de manos de estos ministros, quienes habían defendido lo indefendible días antes. Por supuesto, todos ellos ahora niegan que tuvieran conocimiento previo de las intenciones de Castillo de dar el golpe. Nadie sabía nada.
Ya durante la votación de la moción de vacancia, la cual fue adelantada por el presidente del congreso, el país pudo respirar cuando las Fuerzas Armadas junto con la Policía Nacional, emitieron un comunicado en el cual ratificaban su respeto al orden constitucional y señalaban que cualquier acto contrario a lo dispuesto en el artículo 134 de la Constitución, constituye una infracción a la misma y genera no acatamiento por parte de las FFAA y la PNP.
El golpe de estado había terminado. El congreso vacó a Castillo con 101 votos y tomó juramento a la vicepresidente Dina Boluarte como la nueva presidenta del Perú.
Los hechos de la semana pasada nos dejan varias lecciones. La primera de ellas es que nuestra Constitución está preparada para superar intentonas golpistas como la de Castillo. Tenemos una herramienta poderosa en nuestras manos y no vamos a dejar que los comunistas con su pretensión de “nueva constitución” destruyan nuestro sistema democrático. Otra lección, es confiar en el profesionalismo y compromiso con el país de nuestras FFAA y PNP, ambas instituciones tantas veces maltratadas por los comunistas.
Una tercera lección que debemos resaltar es que nosotros, el pueblo, tenemos el derecho de exigir a las autoridades que cumplan la ley y estén a la altura de las circunstancias. Si no fuera por los cientos de peruanos que rodearon la embajada de México, tal vez Castillo hubiera podido llegar y pedir asilo ante la complacencia del izquierdista presidente de México, López Obrador, quien había dado la orden que se abran las puertas de la embajada.
El día de hoy, que los defensores de Castillo intentan las más descabelladas estrategias de defensa como afirmar que Castillo estaba drogado, que solo fue un decir o que fue sin querer queriendo; no debemos bajar la guardia ya que podremos haber ganado la batalla, pero todavía falta ganar la guerra.
Para empezar, no existía causal alguna para llevar a cabo un paso tan descabellado. No hubo cuestiones previas de confianza, ni dos negaciones a las mismas. El país ya no está para experimentos sociales ni cambios de constitución al caballazo.
Cómo alguien ha especulado en este portal, la mano y dineros de platacomocancha estarían detrás.