Política

PARA RECUPERAR LA DEMOCRACIA Y RECHAZAR EL PROYECTO AUTOCRÁTICO EN CURSO ¿QUÉ HACER?

Por: Ángel Delgado Silva

El Gobierno, con inocultables fallos de legitimidad, ha capturado el poder legislativo para montar un aparato jurídico al servicio de sus propósitos antidemocráticos. La conquista de esta posición de fuerza ha roto el necesario equilibrio entre poderes, que evitaba el abuso y la arbitrariedad. Un sueño largamente acariciado por muchos agazapados, en la coalición oficialista.

Ante estos hechos el debate constitucional pierde centralidad. Pese a pronunciamientos como el de la Comisión de Venecia y un eventual fallo del Tribunal Constitucional, sobre la demanda competencial interpuesta.

No es que el asunto carezca de importancia. Siempre será necesario desenmascarar la ruptura del orden constitucional, denunciar el golpe de Estado perpetrado y advertir sobre el totalitarismo puesto a andar, pese al escepticismo reinante. Pero la urgencia del momento nos dice que los discursos, comunicados y opiniones, por brillantes que sean, son insuficientes para cambiar el rumbo de las cosas. ¡Qué más quisieran los írritos detentadores del poder que la oposición democrática se enfrasque en la crítica teórica, mientras ellos siguen ajustando las tuercas del autoritarismo!

Es tiempo de afrontar directamente la realidad, con sus retos y desafíos que nos impone, para no lamentar mañana la libertad perdida. Ella nos informa que la contradicción principal no es con Vizcarra y sus desvaríos, sino con aquel proyecto que anida en torno suyo; aunque no lo perciba claramente. En consecuencia, debemos batir lanzas contra el enemigo de verdad: la involución degenerativa de nuestra democracia hacia una dictadura tropical y contra sus entusiastas impulsores.

Independiente del cúmulo de errores y debilidades de quienes no supieron y/o pudieron impedir el asalto al poder, lo relevante de estos años aciagos ha sido la emergencia, todavía germinal, de una conciencia republicana, en importantes sectores de la población.

Desde mayo del presente año, la Coordinadora Republicana, ha venido denunciando y sacando a luz las principales manifestaciones de esta ofensiva antidemocrática: la democracia plebiscitaria, la judicialización de la política y las pretensiones totalitarias de cierto pensamiento identitario. Ahora, debemos sumar la monopolización del poder, propio de un neo-presidencialismo autoritario y providencialista: el modelo de dictadura en el siglo XXI.

El imperativo de la hora será la actuación práctica: una praxis política renovada. De este modo, los enemigos de la República, aupados en Palacio con su prensa servil, ya no engatusarán a la gente ni podrán debilitar los niveles de conciencia cívica y republicana que venimos alcanzando.

Aunque combatiremos los atropellos oficialistas durante los meses de interregno institucional, ausente de control inter-poderes, ¡qué duda cabe que la gran batalla se producirá en torno a la elecciones de enero del 2020!.

Lo que para los ingenuos probaría las credenciales democráticas del vizcarrismo, bien podría ser el gran paso hacia el autoritarismo presidencial. ¡Ahí están las evidencias históricas que la concentración vertical del poder se hizo a través de sucesivas elecciones!. Las dictaduras contemporáneas aprendieron de Mussolini y Hitler, quiénes con sucesivas consultas populares legitimaron sus dictaduras. En América Latina los Chávez, Morales y Correas mantuvieron su dominio al compás del pulso electoral. Las elecciones, en sí mismas, no preservan ni garantizan la libertad de los pueblos.

Los estrategas del autoritarismo criollo buscarán en las próximas elecciones conseguir una mayoría genuflexa o dócil –ya sabemos cómo. Igualmente destruir el espacio republicano opositor, aprovechando las fracturas existentes.

Ni el tiempo ni las circunstancias permitirán que las fuerzas no alineadas con la autocracia culminen una táctica electoral común. Unos optarán por la abstención para no cohonestar el golpe ni el fraude; otros participarán en los comicios para no dejar libres al oficialismo. Y entre los participantes estarán quiénes persigan una alianza democrática y los demás que jugarán por separado, a su manera.

Cabe el peligro que dichas tensiones sean agudizadas en detrimento de la acumulación republicana alcanzada. El oficialismo no desperdiciará la oportunidad para exacerbar y dividir. Será, entonces, nuestro objetivo democrático impedir que ello suceda. Que las diferentes opciones frente a las elecciones, no dimanen en obstáculos para la imprescindible unidad para recuperar la democracia y rechazar el derrotero dictatorial que amenaza a la Nación.

De esta manera, con ideas sólidas, planteamientos lúcidos y convicciones firmes, podremos resistir primero y derrotar después, a la dictadura en marcha. Incluso, ante la eventualidad de un revés en el corto plazo tendremos la seguridad de revertirlo de inmediato si, superando diferencias y poniendo ganas, hacemos flamear al tope las banderas republicanas.

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