Vida y familia

NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

Por: Alfredo Gildemeister

Llama la atención que estando por cumplirse un año de la declaración de la pandemia por el Covid19 a nivel mundial, en el Perú se mantenga hoy, luego de unas breves semanas de abertura limitada, en el nivel de alerta extremo -pues desde abril hasta noviembre de 2020 se mantuvieron cerrados los templos y lugares de culto- con el aforo de los templos nuevamente en cero (0%), mientras que los aforos de centros comerciales y galerías es de 20%, en restaurantes 30%, en bancos 40% y hasta en las peluquerías 40%, entre otros lugares por ejemplo, como si el ser humano solo estuviera compuesto de un cuerpo pero no de alma, como si el ser humano fuera tan solo un conjunto de huesos, músculos, nervios, órganos, etc. y nada más. Si bien es cierto que todos debemos cuidarnos del contagio del Covid, manteniendo el distanciamiento social debido, utilizando la mascarilla y evitando las aglomeraciones y contactos, paradójicamente, se establecen aforos que precisamente promueven las aglomeraciones y posibles contagios, sin contar con el tema del transporte público, por ejemplo, en donde los pasajeros se aglomeran mientras que se prohíbe el uso de vehículos particulares -salvo autorización especial- y a partir del 1 de marzo, el absurdo de encerrarnos absolutamente los días domingos 7 y 14 en pleno verano, sin poder salir ni a la esquina, como si el Covid atacase a las personas solo los días domingo y bajo un horario establecido.

 

La pérdida del sentido de Dios que hoy viene afectando a la humanidad entera -y no lo digo yo sino hace años lo viene repitiendo el cardenal Robert Sarah y antes el cardenal Ratzinger hoy Papa emérito Benedicto XVI- también se nota en el actual gobierno peruano de corte social comunista, con lo que su manifiesto ateísmo- por no decir paganismo- se ve manifestado en poner el culto religioso prácticamente en el último lugar de las actividades a reabrirse poco a poco, como si un templo o una Iglesia fuese un lugar peligroso en extremo, muy pequeño y cerrado, en donde los fieles se aglomeran y fácilmente se contagian, siendo todo lo contrario: lugares amplios y espaciosos, por lo general muy bien ventilados, de techos altos y amplios, etc. en donde se establece solo una o dos personas por banca, etc. Sin embargo, se prefiere permitir que la genta vaya apachurrada en una combi o a un mercado o centro comercial, a que vaya al templo a rezar y adorar a Dios.

 

El gobierno olvida que el pueblo peruano históricamente siempre fue muy religioso, por no decir piadoso. Si bien por razones obvias, no es conveniente la realización de procesiones y otros actos religiosos públicos que conllevan -ahora sí- aglomeración de personas, de allí que no se haya realizado, por ejemplo, la procesión del Señor de los Milagros en el mes de octubre pasado -aunque nada le hubiera costado al gobierno autorizar, tal como ocurriera cuando fue la visita del Papa Francisco y en otras ocasiones más- que la imagen del Señor de los Milagros recorriera en un camión especial las calles de Lima logrando que miles de feligreses desde sus casas pudieran ver, rezar y adorar a la imagen sagrada, sí creemos conveniente que con las debidas precauciones (distanciamiento social, uso de mascarilla y protector facial, toma de temperatura y uso de alcohol al momento de ingresar a un templo, etc.) deberían nuevamente de abrirse los templos e Iglesias, con un aforo suficiente que garantice la celebración del culto religioso, tal como se hace en los bancos, restaurantes o mercados y centros comerciales. De esa manera los feligreses podrían acercarse al templo a rezar por sus intenciones y salud de tantos seres queridos que hoy sufren la enfermedad del Covid o por las almas de sus seres queridos fallecidos.

 

El ser humano está conformado por cuerpo y alma. De allí que su componente espiritual necesite rezar, pedir y adorar a Dios, más aún en estos momentos de restricciones y confinamientos, soledad, miedo, temor, stress, angustia y ansiedad por todo lo que vivimos día a día y mas aún, sin miras de que concluya esta pandemia, con el sufrimiento y muerte que ello acarrea. La dimensión espiritual del hombre no puede dejarse de lado como si de algo irrelevante se tratara. Sin embargo, para el gobierno de transición actual, de corte social comunista, esta claro que la dimensión espiritual del hombre no existe. Tenemos un gobierno pagano. En la forma que esta gente ve la vida, en palabras del cardenal Sarah, “no encuentran tiempo para Dios porque han perdido el sentido de Dios. Dios ya no ocupa… espacio en su vida. No obstante, la primacía de Dios debería constituir el centro de nuestras vidas, nuestras obras y nuestros pensamientos. Si el hombre se olvida de Dios, acaba magnificándose a sí mismo. Entonces se convierte en su propio dios y se sitúa en abierta oposición a Dios. Actúa como si el mundo fuera su dominio particular y exclusivo” (Se hace tarde y anochece, Palabra, Madrid, 2019, págs. 41-42).

 

De allí que como bien se menciona en el Evangelio: “No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que procede de la boca de Dios” (Mateo 4,4). Los peruanos, además de oxígeno, vacunas, camas Uci, pruebas moleculares, trabajo, alimentos, etc., también necesitamos alimentar y fortalecer nuestra vida espiritual, alimentar el alma con la oración y la adoración a Dios. No somos una sociedad pagana sino todo lo contrario, aunque nos encontremos bajo un gobierno de transición pagano, al que nadie eligió paradójicamente. De allí la importancia vital que se abran los templos y las Iglesias para que los peruanos no se vean impedidos de desarrollar y vivir su fe, esto es, su dimensión espiritual, lo cual por cierto constituye un derecho fundamental de todo ser humano.

1 comentario

  1. Es que saben que en los templos el hombre recibe esperanza y eso es lo que no desean los oligarcas totalitarios, así pueden tener dominados a la mayoría. Pero Dios oye el clamor de los pobres, viudas y huérfanos, y pronto escuchará su clamor.

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