Vida y familia

EL GÉNERO EN EL DEBATE PÚBLICO

Por: Gabriela Pacheco

“La discusión sobre el género no sirve para hacer libre a la gente o para que tomen

sus propias decisiones en la vida, sino que forma parte de una

embestida a las estructuras fundamentales de la civilización occidental”

Jordan Peterson

 

 

Los nuevos nombramientos en el congreso han puesto una vez más en debate público el enfoque de género como la herramienta ideal para una educación sexual (y afectiva) de los alumnos. Recordemos qué es género.

El sentido del término género ha evolucionado diferenciándose del sexo para expresar que el ser hombre o mujer y sus roles están sujetos a cambio. No existe hombre natural o mujer natural, según sus ideólogos.

La verdad es que nadie nace con género. Todo ser humano nace con un sexo biológico. La identidad de género, es decir, la toma de conciencia o sentirse masculino o femenino, es un concepto sociológico y psicológico, no una objetividad biológica. Nadie nace con la conciencia de sí mismo como hombre o mujer. Esta toma de conciencia se desarrolla con el tiempo y, como todos los procesos del desarrollo pueden ser guiados y afirmados o ser confundidos y desorientados por las auto percepciones subjetivas de la niñez; o influenciadas por las relaciones y las experiencias negativas durante la infancia con el mismo sexo o con las del sexo contrario.

Con una mezcla de ignorancia y superioridad, quienes están a favor del género ponen la violencia contra la mujer y la promoción de la libertad sexual de los alumnos en un mismo saco, como si la promiscuidad fuera la solución para conseguir la igualdad de oportunidades entre ambos sexos. Ni que decir de la defensa y reivindicación de los recientes derechos reproductivos y sexuales, la promoción de la masturbación, sexo oral, anal o grupal, como también el uso de la pastilla de día siguiente hasta el aborto.

Entre las equivocaciones encontramos que la perspectiva de género constituye una visión muy parcial de la realidad al considerar que toda violencia en la pareja solo se ejerce en un sentido, del hombre a la mujer. Lo que conduce a realizar encuestas que solo se centran en la mujer como víctima, a pesar de que muchas evidencias indican que los hombres también lo son, y que no elimina los motivos reales de la violencia familiar.

Las mujeres también son agresivas y usan la violencia cuándo y dónde pueden. Es el modo de agredir lo que difiere, como explica la investigadora Marta Iglesias, “los hombres tienen a agredir más física o verbalmente; las mujeres, dañando la reputación o el contexto social con chismes, rumores o mentiras”. (1)

Es un error llamar a cualquier violencia del hombre hacia la mujer, violencia de género o machista porque se está enfocando solo una parte del problema. La violencia puede deberse al machismo, pero también tener otras causas. La falta de seguridad, las carencias de afecto, el desgaste emocional en la convivencia, la falta de habilidades sociales, la nula resolución de conflictos o escasa gestión emocional son factores significativos. Desde la baja autoestima reflejada en los celos y exceso de control del otro, la indiferencia o frialdad progresiva, la pérdida de trabajo o estrés laboral, son factores que, sumadas a la falta de instrucción, el consumo o abuso de alcohol y drogas conducen a una violencia doméstica.

Por otro lado, el enfoque de género no educa al niño para diferenciar entre el amor verdadero y el libertinaje sexual, tampoco menciona la posibilidad de la abstención ni el valor de la espera. Se ensalza el sexo libre como experiencia necesaria, un derecho a ejercer. Y este es el peligro más grande. Se banaliza al sexo y se lo ensalza, cuando en realidad es un acto serio que debería darse en un contexto maduro, racional e imbuido de amor verdadero y compromiso entre ambas partes.

¿Por qué alentar y promocionar el ejercicio de los derechos relacionados con la sexualidad? ¿Cuáles son los “prejuicios vinculados a la sexualidad” que los alumnos deben superar? ¿Acaso creen que al ser “conscientes de sus derechos y responsabilidades para vivir plenamente su sexualidad” los alumnos dejarán de ser machistas? Pero, ¿cómo va a distinguir el niño o el joven entre una atracción momentánea, pasajera del sexo casual y una relación verdadera cuando no está psicológicamente desarrollado para discernir ambos casos?

Sería bueno prestar atención a las experiencias de otras sociedades que ya han recorrido este camino, así lograríamos algunos de sus aprendizajes sin tener que repetir sus errores. En España las políticas públicas de género no han impedido que la violencia hacia la mujer se incremente; y la aplicación de la Educación Sexual Integral (con enfoque de género) en Argentina no ha disminuido los embarazos inesperados entre los adolescentes.

Como Gandhi decía “El futuro depende de lo que hagas hoy”, estamos entonces muy entrampados con el porvenir de los niños. Con una educación basada en el género que excluye el auto dominio, auto control y sin virtudes morales, ¿qué generación tendremos? Unos chicos que se negarán a sí mismos una exigencia, que huirán del sacrificio o que no sabrán ser fuertes ni insistirán hasta obtener en lo que vale la pena, serán incapaces de culminar sus estudios, conseguir y conservar un trabajo estable y mantener relaciones sentimentales sanas y duraderas.

Una propuesta innovadora pensado en los alumnos que quieran ser independientes, seguros y maduros, pudiendo vivir solos o en pareja, estar solteros o casados, es incorporar el Enfoque de Familia en el currículo escolar basado en las virtudes morales.

Lograr que los alumnos se conviertan en ciudadanos de bien depende de factores estratégicos y concretos como son los estudios y la influencia de la familia. Por lo tanto, incorporemos el enfoque de familia en la educación y resolveremos futuros problemas.

Dejemos de aplicar políticas extranjeras que no han tenido éxito. Todo nos afecta y todo nos deja una huella menor o mayor. Claro, siempre se puede cambiar, pero ¿Qué precio estamos dispuestos a pagar?

 

[1] https://cronicaglobal.elespanol.com/vida/iglesias-patriarcado-no-explicar-desigualdades_210117_102.html

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