Política

1968

Por: José Romero.-

Hay muchas mentiras y medio verdades que perduran al amparo del paso del tiempo y la desmemoria. Una de ellas es lo que pasó en los días previos al golpe militar de 1968 con el cual el Velascato filocomunista se instauró por siete años, periodo al que bautizaron como el Septenato.

Fernando Belaúnde había asumido la Presidencia en las elecciones de 1963. Paradójicamente fue sacado por los rangers que seis años antes habían sacado de Palacio a Manuel Prado y cuyo golpe apoyó con loco entusiasmo. Quién a hierro mata, a hierro muere o quien traiciona, tarde o temprano sufrirá las consecuencias del “vuelto”.

Mucho se ha hablado de la obstrucción parlamentaria que sufrió el gobierno de Belaúnde pero hay que leer la historia para hablar con la verdad. Belaúnde en los últimos nueve meses gobernó con el apoyo de un acuerdo entre un sector de Acción Popular llamado “Carlismo” (tomando el nombre de Carlos Velarde, enlace entre el APRA y Belaúnde) y la Coalición APRA-UNO, el mismo que dio como “frutos” los últimos gabinetes llamados “conversados” desde el de Ferrero hasta el de Mujica Gallo (al ser fruto de acuerdos entre esos dos sectores).

El gobierno de Belaúnde terminó naufragando entre su incapacidad para gobernar eficientemente; los escándalos de corrupción a raíz de un gran caso de contrabando (vía la Aduana del Callao y en  un barco, el BAP Chimbote) que involucró a cabezas importantes como los acciopopulistas Sandro Mariátegui, Languasco y Javier Alva, así como a importantes funcionarios del Estado tales como el Jefe de la Policía de Investigaciones Javier Campos Montoya, el de la Policía Fiscal José Haro y el Superintendente de Aduanas José Chaparro y presuntamente  altos oficiales de la Fuerza Armada también;  el acuerdo petrolero con la IPC (Página 11) y el actuar de francotiradores acciopopulista comandados por Edgardo Seoane que aspiraba ser candidato en las elecciones de 1969.

La crisis en el manejo económico pese al paso fugaz del General Morales Bermúdez como Ministro de Hacienda, originó que finalmente asumiera el entonces joven Manuel Ulloa, a quien sectores proclives al comunismo lo tildaran como el nuevo “Pedro Beltrán”.

Hubo otras situaciones que movieron el gallinero como la investigación del contrabando (boicoteada y presionada) en la Cámara de Diputados bajo la presidencia del aprista Héctor Vargas Haya; un intento de acercamiento del Ministro de Guerra Doig con el APRA que no cayó bien en los cuarteles; el tira y afloje ante nuevos impuestos que gravarían sector exportador vinculado a la Coalición; la refinanciación de la Deuda Externa; la necesidad de negociar la devolución de La Brea y Pariñas, lo que se dió finalmente pero en medio de denuncias del renunciante Presidente de la Empresa Petrolera Fiscal Carlos Loret de Mola.

El Perú vivía un desmadre. Se encarpetaban proyectos de ley en el Parlamento, no se tomaban decisiones, se boicoteaba cualquier intento para paliar la crisis fiscal incluso no se aprobaba a tiempo el Presupuesto, el Parlamento era dominado por el APRA tanto en el Senado (Cox) y en Diputados (Townsend) estando este Poder del Estado cuestionado por graves acusaciones de mal uso de fondos habiéndose convertido en una agencia de empleos y de viajes con compañías dudosas. Finalmente y como “cereza del pastel”, el partido de gobierno Acción Popular estaba partido entre Carlistas ya señalados y los llamados “Termocéfalos” al mando de Edgardo Seoane.

El tema del petróleo fue el pretexto para que  finalmente la Fuerza Armada diera el golpe el 3 de octubre. Tuvo a diversos promotores como el entonces Decano del Colegio de Abogados Alberto Ruiz Eldredge, luego soporte del Velascato; el parlamentario Héctor Cornejo Chávez, Alfonso  Benavides Correa, los acciopopulistas Edgardo Seoane, Na arto Grau, Mármol, Benjamín Doig y otros así como el periodista Augusto Zimmerman que entonces escribiera “La Historia Secreta del Petróleo” y que luego fuera secretario personal del dictador Velasco; el apoyo de sectores del Ejército influenciados por las propuestas del CAEN y el también apoyo del diario El Comercio y de la Revista OIGA.

El golpe del 3 de octubre “buscó ” el control estatal del petróleo, la ejecución de una, Reforma Agraria, castigar a los corruptos y convocar a una Constituyente.

Los primeros pasos  del Velascato fueron la toma de los campos de La Brea y Pariñas, la expropiación de tierra de la Cerro de Pasco y una intensa apelación al “nacionalismo” en contra del “imperialismo de Estados Unidos”.

Los  “movimientos de apoyo” no tardaron sen darse gracias a la movilización popular a cargo del alcalde del Distrito de San Martín de Porres Enrique León Velarde, el apoyo del alcalde de Lima Luis Bedoya Reyes y del jurista Mario Alzamora Valdez. Hasta el Cardenal Landázuri se puso de costado y de alguna manera convalidó el golpe criticando la crisis de moral que se vivió meses antes del golpe militar.

La Asamblea Constituyente prevista nunca se llevó a cabo sino hasta 1979  y el acciopopulista disidente Edgardo Seoane escribiría luego “un Libro Blanco”.

Lo anecdótico fue que el propio Belaunde dejara en “reorganización” a su partido Acción Popular y el APRA sufriera problemas internos entre la entonces “guardia vieja” y el naciente líder Armando Villanueva. La dictadura tuvo el camino despejado para destruir al Perú, cuyas consecuencias las pagamos hasta hoy.
La Prensa fue la primera en ser golpeada entre otras la revista CARETAS y los diarios Expreso y Extra, los que fueran confiscados en 1970.

¿El golpe fue necesario? ¿Fue imparable? Las respuestas merecerían un mayor análisis pero lo cierto es que “el remedio terminó siendo peor que la enfermedad”.
Saquemos lecciones de la historia, hoy que algunos aplauden intentos antidemocráticos con claro tinte golpista.

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