Política

¿POR QUÉ SE DESTRUYE Y QUEMA PARA RECLAMAR UN “DERECHO”?

Por: María Ximena Rondón

Se ha vuelto una práctica la destrucción y/o quema de lugares públicos y privados cada vez que se reclama por un supuesto “derecho”. Y no es un secreto para nadie, que los autores profesan ideologías de izquierda, progresistas, comunistas, anticristianas y hasta guerrilleras. Un dato sobre el que se soporta esta postura es que la mayoría de las estructuras que son atacadas son iglesias.

Los mejores ejemplos para ilustrarlo son Chile y Argentina.

El pasado 10 de noviembre, el grupo radical Resistencia Mapuche Malleco (RMM) incendió una capilla dedicada a San José en la Villa Cautín, en la región sureña de La Araucanía. El RMM es una guerrilla conformada por los indígenas mapuches que profesa como ideologías el anticapitalismo, anticolonialismo, antiimperialismo, indigenismo (uno de los caballitos de batalla de la izquierda y fuente de manipulación) y nacionalismo étnico. Respecto al indigenismo, es conocido que la izquierda se apropia de los reclamos de los grupos indígenas y los manipula a su conveniencia.

Volviendo al tema de los mapuches. Quizás muchos no lo sepan, pero la etnia mapuche mantiene un conflicto con el Estado chileno que se remonta a más de 150 años atrás y que se resume en el “reclamo de tierras” ya que afirman que en su expansión e industrialización, el gobierno les ha quitado su territorio e impuesto el imperialismo, etc.

El problema es que como reclamo, los mapuches han atacado la propiedad pública y privada y la mayoría de sus ataques han sido contra las iglesias y lugares culto de otras confesiones cristianas. Una iglesia católica y un local de culto evangélico fueron incendiados por los grupos radicales indígenas en octubre del año 2021 en el sur de Chile. Antes de la visita del Papa Francisco a Chile a inicios de 2018, se registraron siete ataques de protesta en contra de templos católicos. Entre los años 2014 y 2017, los grupos mapuches quemaron 13 iglesias católicas.

Además de los mapuches y el problema en el sur de Chile, otro suceso que nos concierne son las “manifestaciones sociales” en el año 2020, las cuales, podríamos afirmar, fueron las predecesoras de un patrón de protestas que se suscitaron en Sudamérica en los meses posteriores (como en las marchas de noviembre de 2020). Es importante señalar que el actual presidente de Chile, Gabriel Boric (izquierdista), fue una de las figuras de estas protestas. Basándose en “reclamos de justicia social” detonadas por el alza de la tarifa del transporte público en Santiago, miles salieron a las calles de la capital chilena a marchar y llegaron a destruir propiedad pública y privada como infraestructuras del metro, negocios e iglesias. Una de las imágenes más impactantes y hasta macabras fue el incendio y saqueo de la Parroquia San Francisco de Borja y la Iglesia de la Asunción. Uno de los videos que registraron este desastre revela que cuando la torre de la Iglesia de la Asunción colapsó debido a las llamas, los manifestantes gritaban la famosa consigna: “La única iglesia que brilla es la que arde”. En este punto nos preguntamos: ¿Por qué se debe quemar una iglesia para reclamar porque el gobierno subió el precio del pasaje del transporte público? ¿Por qué un reclamo social deja más de 3300 millones de dólares en pérdidas y daños a la propiedad pública y social?

Otros casos conocidos son las manifestaciones feministas, especialmente las del Día de la Mujer cada 8 de marzo, en las que estas mujeres se afanan en el ataque e incendio a las iglesias, como en Argentina, Colombia y México. Especialmente en Argentina. El problema es tan grande que en octubre de este año, un grupo de católicos de la ciudad argentina de San Luis solicitó a las autoridades una orden de alejamiento (de unos 200 metros) de todos los templos e iglesias de la provincia para las feministas.

¿Por qué para reclamar sus derechos las mujeres tienen que quemar y atacar iglesias y otros sitios públicos y privados? ¿Acaso han salvado a alguna mujer al prender fuego a una catedral?

Todo ello nos lleva a preguntarnos si realmente la cuestión se reduce a los reclamos o hay algo más detrás ¿Es que no se puede reclamar civilizadamente por los derechos? ¿Por qué para reclamar hay que atacar?

Porque hay una clara intención anti valores y anti cristiana detrás de esas manifestaciones. Se aprecia el pensamiento marxista en la dicotomía “opresor y oprimido”. Hay un afán por destruir la tradición, la Iglesia y los valores para crear una sociedad hecha a la medida de los sectores de la izquierda y el progresismo. Es una suerte de revolución cultural, legado de Mao Zedong, quien pregonaba que se debía destruir todo el pasado de una nación para construir una nueva. Recordemos que esa revolución destruyó grandes reliquias, tradiciones y produjo un gran genocidio. Estas ideas del maoísmo están vivas y se adaptan sigilosamente y con tanta eficacia que generan tontos útiles en cantidades industriales.

 

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