La columna del Director

INCERTIDUMBRE, GASTO PÚBLICO Y ESTATISMO. LA FÓRMULA DEL FRACASO.

Por: Luciano Revoredo

Según revelaron las encuestas la gran mayoría de peruanos tenía la percepción que Pedro Castillo había “ganado” las elecciones con un fraude. El modelo castrochavista para imponerse en los comicios había funcionado en el Perú. Finalmente fue proclamado como un gobernante de modo ilegítimo y con evidentes signos de ilegalidad.

Lo cierto es que contra viento y marea se ha impuesto un gobierno con esas características y además con grandes debilidades como sus vínculos con el Foro de Sao Paulo, Sendero Luminoso, el narcotráfico, la corrupción y los sectores más radicales de la izquierda marxista.

Algunos ingenuos pensaron que Castillo podía morigerar sus tendencias extremistas, que podía deslindar con Vladimir Cerrón, que se apartaría del partido Perú Libre para abrazar el salvavidas que le tendía el oportunismo caviar, pero nada de eso ha sucedido. Todas estas expectativas quedaron frustradas. Castillo es el extremista de siempre y así quedó claro en su discurso ante el congreso que pasamos a comentar.

Visión traumática del Perú

Existen dos visiones para interpretar al Perú. O lo vemos como un país mestizo, que tiende a la integración y cuya historia se puede interpretar a partir de la riqueza cultural de ese mestizaje y los peruanos seríamos esa síntesis viviente de la que habló Víctor Andrés Belaunde. O por otro lado la visión traumática, que tiende a la desintegración. Es decir, la visión de las izquierdas, que en la historia solo identifican vencedores y vencidos, dominantes y dominados, amos y esclavos. Un Perú interpretado así solo va camino a su pérdida de identidad y consecuente desintegración.

El discurso de Castillo plantea esa visión traumática del Perú. Es por eso que inicia su alocución hablando de los pueblos originarios y su condición de permanentes vencidos y dominados, plantea así ya el esquema del enfrentamiento, lo necesario para justificar el revanchismo y la lucha de clases.

Pero ahí comete su primer gran error cuando plantea que con la derrota del incanato y la imposición del virreinato se inician las castas y diferencias que hasta hoy existen. Pretende así vendernos esa falsa visión del incanato como una arcadia de igualdad, un imperio socialista. Cuando es por todos conocido que se trataba de una teocracia sanguinaria y despótica.

Y es en esta parte del discurso que además comete un desatino diplomático al mostrar su lado anti hispánico nada menos que ante el Rey de España. Un desaire absolutamente innecesario.

Luego de esto para seguir en su desarrollo traumático y confrontacional señaló que la independencia no fue de ninguna forma una liberación. De este modo sigue con su esquema de vencedores y vencidos que fomenta la lucha de clases.  Habla entonces otra vez de minorías étnicas, de ciudadanos de segunda clase a los que hay que liberar. Queda planteada su visión traumática de la historia.

Para concluir esta parte introductoria habla de la llegada de un gobierno del pueblo para gobernar por el pueblo y para el pueblo. Que el Perú sería gobernado por primera vez por un campesino, por un partido nacido en el interior del país, por un maestro rural. Demagogia pura.

La lista de lavandería

Luego de tan lamentable como desatinada introducción Castillo anunció a modo de título, como si fuera a iniciar una ordenada exposición: ¡Líneas políticas! Y luego de esto lanzó la consabida y vacía lista de lavandería del discurso populista.

Habló desordenadamente de salud anunciando un sistema unificado gratuito descentralizado y la construcción de decenas de hospitales para todas las especialidades que serían construidos por los gobiernos regionales. En ese punto uno no podía evitar pensar en la gestión de su socio político y jefe de su partido Vladimir Cerrón en Junín, en que sus principales raterías tienen que ver precisamente con obras de hospitales que hoy lucen abandonadas y con altísimos índices de anemia en la población.

Luego para tranquilizar a la población, como quien pasa el suave  algodón previo a la inyección señaló que no afectaría la propiedad privada ni habría expropiaciones. Pero, y en los peros está el detalle, anunció también que en las inversiones primaría el  criterio de rentabilidad social que es superior a la licencia social. Este concepto lo repitió varias veces y ahí está sin duda la clave de su visión tergiversada de la propiedad y la inversión. En estos conceptos suelen los comunistas edulcorar afanes confiscatorios, regulaciones y distorsiones del mercado.

Anunció también, aunque no sabe lo que son, el fin de los monopolios. Y el resurgimiento de la fracasada banca de fomento agrario a la par que el Banco de la Nación entraría a competir con la banca privada.

Uno de los temas preocupantes y que lanzó como un hueso a la platea caviar es el de cultura. Habló de interculturizar el estado y de una transformación lingüística. Así como de obligar a los funcionarios del estado a que hablen lenguas originarias. Más fantasías de la visión traumática. Más elementos para romper la unidad y la identidad mestiza del Perú. Es en esta parte que hizo un anuncio lamentable y muy en la línea del chavismo, que fue el cambio del Ministerio de Cultura en Ministerio de las Culturas y la inminente entrega del Palacio de Gobierno a este ministerio para que haga en ese local que no quiere usar porque le recuerda la dominación española y para romper símbolos coloniales, el museo de la interculturalidad. Habría que recordarle también que existe un patrimonio del Estado y un patrimonio de la Nación, y que de este no puede disponer tan alegremente. Si el Palacio de Gobierno le “recuerda la dominación” que se cure ese trauma y sus demás complejos y resentimientos en una buena terapia y deje de jugar con las tradiciones y patrimonio de los peruanos.

En la misma línea chavista está su anuncio de creación de las rondas urbanas. Un vulgar intento de formar fuerzas paramilitares que funcionarían al margen de cualquier consideración legal solo al servicio del régimen totalitario.

Luego la lista de lavandería continuó con un batiburrillo de ideas e intenciones, salpicadas de ingenuidad, ignorancia y desconocimiento de la cosa pública, pero bien rociada del típico despilfarro populista. Una auténtica lluvia de millones en bonos y otros medios de transferir dinero para comprar voluntades.

Muchos proyectos inconexos, incluso tomados del plan de gobierno de su archienemigo López Aliaga, como los trenes, el plan hambre cero y el uso de la ingeniería y mano de obra militar. Pero todo planteado sin ningún sustento ni político ni económico. Nadie sabe de dónde saldrán los millones que se apresta a gastar sin orden ni concierto.

Todo apunta a la nueva constitución

En realidad, en el discurso de Castillo se puede coincidir en muchos de los deseos que expresó, pero fue vacío de sustento, absolutamente desarticulado, populista y demagógico.

En realidad, había un solo tema de fondo y fue el anuncio de la nueva constitución que nos pretenden imponer. La exposición en este punto pretendió tener cierto fundamento jurídico, pero una vez más reveló la profunda e invencible orfandad mental e intelectual de Pedro Castillo. Cuanto más pretende mostrar su autoridad más patética y triste es su figura.

Recordó que fue su bandera política la convocatoria a asamblea constituyente y añadió que se haría en el marco de la ley conciliando con el congreso y ahí entró a un laberinto de referéndums, de sentencias del Tribunal Constitucional y otras ilusiones jurídicas.

Lo más preocupante de este anuncio es que en su concepción totalitaria esa supuesta Asamblea Constituyente sería según sus palabras una asamblea pluricultural, popular y con paridad. Es decir, el gobierno tomaría la mayoría de esta falsa asamblea con miembros elegidos a dedo por organizaciones de los pueblos originarios, nativos, afroperuanos, gremios, sindicatos, etcétera. La farsa comunista está montada.

La incertidumbre se ha sembrado. Pronto empezaremos a ver los frutos. La parálisis de las inversiones es inminente. Esto es lo que en el fondo quería imponer el gobierno neosenderista que se avecina. La destrucción del Perú.

El discurso inaugural de Pedro Castillo se puede resumir en tres conceptos: incertidumbre, gasto público y estatismo. La fórmula del fracaso.

1 comentario

  1. Pues gratis, solo es el aire que respiramos, la lluvia, la luz del sol, los vientos, todo lo demás que obtenemos tiene un costo, y sin incremento de la producción aurífera, dudo que lo podamos pagar, seguiremos siendo como ya lo dijo el sabio Antonio Raimondi, un mendigo sentado en un banco de oro.

Dejar una respuesta