Política

EN VÍSPERAS DE LA GRAN BATALLA

Por: Hugo Guerra Arteaga

¿Algo que celebrar en el bicentenario de la independencia?
Pues festejemos estar vivos como proyecto de nación pese a las catorce guerras civiles del siglo XIX, el terrorismo genocida del siglo XX y la corrupción y el mal gobierno transversal de los últimos doscientos años. Alegrémonos también porque seguimos siendo -a decir de L.A. Sánchez- un país adolescente. Y sintámonos vivos porque nos quedan suficientes hormonas para reinventar la república inconclusa, hoy amenazada por el comunismo.

La independencia entendida como soberanía de un estado nación probablemente nunca fue deseada. El debate emancipador y libertario pretendía aquella otra fórmula que muchos abominan: la instauración de una monarquía con autonomía administrativa pero nexos identitarios precisos con las casas reales española e incaica.

Las polémicas sostenidas por ilustres peruanos como Baquíjano y Carrillo, Sánchez Carrión, Mariano Melgar y López Aldana, entre tantos otros, demuestran que se tanteaba una prolongación del régimen bajo términos equitativos entre la metrópoli hispana y su periferia americana. La idea de la república fue brillante pero ajena; nuestras élites estaban acostumbradas al rentismo minero y agrario, y sin liderazgo político primaron el hedonismo, la cucufatería religiosa y el poco desarrollo de la ciencia.

Un gobierno con separación de poderes públicos y respeto por la institucionalidad resultaba a contrapelo de la realidad. Por eso aun después de julio de 1821 se envió una patética misión a la búsqueda de un rey para el Perú en Bélgica, Austria, Rusia, Francia, Portugal y hasta en la mismísima España.

Con el lastre existencial hemos tenido 13 Constituciones y unos 4 estatutos provisorios; el promedio de cada carta es de aproximadamente 14 años de vigencia. Eso revela la recurrente inquietud por reinventar el Estado, la administración, la economía y la propia identidad nacional.

Pese a todo, hemos avanzado y mucho. Pero hoy el ilegítimo gobierno de Castillo y sus manejadores del Foro de Sao Paulo y la Coordinadora Continental Bolivariana plantean una “Nueva Constitución”.

Pretenden la refundación de la República, pasar de la democracia liberal a un Estado Plurinacional, es decir una suerte de federación de autonomías reunidas bajo el gobierno central de un partido comunista; y la plurinacionalidad –muy diferente a la plurietnia- es negación tautológica de la peruanidad como solución continua de un pueblo unificado.

Entonces, de manera similar a lo que hacen los guerreros cuando velan sus armas la noche antes de la batalla, celebremos hoy al Perú en la víspera de la lucha frontal que se avecina.

1 comentario

  1. Sí pues, si las constituciones resolvieran algún problema, no se estaría tratando de cambiarlas, ya está visto que nunca han resuelto nada, y cambiarlas solo genera nuevos problemas, estamos ante un gobierno que pretende la reelección inmediata indefinida y necesita cambiar la constitución para ello, nos aseguran que es para el bien de todos, cuando es para poder seguir con su vida de lujos, sin frenos ni controles, que por ahora han debido esquivar (¿O será aceitar?). Tal vez este comentario no sería posible de escribir en el Perú, si tal despropósito se lleva a cabo. En todo caso se lo debemos al fujimorato, el curso de educación cívica, desapareció en su época.

Dejar una respuesta