Política

EL GROTESCO PSICOSOCIAL

Por: Hugo Guerra Arteaga

La campaña del Gobierno para sensibilizar a la opinión pública contra los avances de la pandemia es desastrosa, contraproducente y constituye un ejemplo más de ineptitud, derroche y vano intento de manipular políticamente a una nación en crisis extrema.

La idea central del mensaje es “no seas cómplice”; para ello se recurre, por ejemplo, al absurdo de admonizar a los niños que visiten a sus abuelos, diciéndoles que serán responsables directos de la muerte de los viejos. Ramplón y aterrador.

Los psicosociales son recursos propios de la comunicación masiva que deben hacerse con moral, ética y sin fines perversos. En este caso ocurre lo contrario: vuelve a presentarse al pueblo como “enemigo”, se atenta traumáticamente contra la esencia de la familia y se intenta poner al Gobierno como el gran líder, padre y salvador de la nación. Como el que “hace las cosas bien pero tiene un enemigo que se ha metido en la sociedad”.

Durante décadas he estudiado las llamadas Operaciones Psicológicas (OPSIC) y hoy veo grotescas tácticas en las que se trastocan valores, se copian modelos externos (como el español) y se toma al ciudadano, sobre todo el más pobre y forzado a salir a trabajar bajo cualquier circunstancia, como a quien debe combatirse para ocultar la ineficiencia criminal del régimen. Esta grosería no se practicaba desde el velascato.

Hay, además, otro elemento pernicioso: el uso de los medios masivos solo como canal obsecuente (obviamente pagado y hasta sobornado) para el interés político oficial. Con una suma millonaria claramente han comprado la voz y el pensamiento crítico de la gran prensa convertida en prostituta.

Bajo el gobierno de Vizcarra el asesor peronista Aguiar manejó las teclas mediáticas con recursos enormes y aunque también era burdo ante quienes sí podemos analizar estas estrategias de comunicación política, logró que el dictador se convirtiera en un falso líder al que el país ha seguido por la ilusión de tener quien lo guíe en la pandemia. Pero ahora Vizcarra no tiene quien le escriba los guiones maquiavélicos, precisamente cuando su ineptitud ya causó la muerte criminal de unos 50 mil peruanos, cuando nuestra economía está destrozada y cuando la corrupción pública todo lo embarra.

Campañitas ridículas como la que denunciamos no pueden tapar nada de toda esa basura y, salvo que haya otro golpe de Estado, este régimen solo tendrá un paradero final: la cárcel.

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