
Por: Matías de Dompablo
¿Te acuerdas cuando fuiste el único de tu grupo que estaba en contra de Vizcarra desde un inicio? ¿Recuerdas cuando en tu universidad fuiste el único que no apoyó a “la generación equivocada” en las marchas del 2020? Haz memoria y dime, ¿aún recuerdas que nadie te quiso escuchar cuando señalaste que las medidas restrictivas de la pandemia eran un anticipo de lo que vendría después como la “nueva normalidad”?
Sé que sí lo recuerdas. Sé que el recuerdo permanece vivo en tu memoria y que aún guardas el sentimiento del incomprendido, de nadar contramarea.
Y es esta marea, aquella que arrastra consigo algas y moluscos, a la que llamo rebaño.
Un tumulto, una horda, que actúa a voz de mando. Un grupo de séquitos de lo políticamente correcto y de la posmodernidad. Personas que, cegadas por las ansías de creer que son moralmente superiores e indiscutiblemente únicos, viven siendo iguales, obedeciendo a las modas socioculturales y adaptándose a un molde político.
Este rebaño posee un poder social porque mediante su seguimiento incondicional a las pseudocausas sociales y su disponibilidad inmediata para protestar cuando le hacen creer que tiene que salir a luchar por sus derechos, otorga respaldo a la casta política que mueve los hilos de su actuar.
Sin embargo, prefiero llamarlo anti poder, ya que esta denominación tiene implícita una connotación negativa.
Si el rebaño actuase verdaderamente por el bien común, su presencia y participación sería de suma importancia para hacer el contrapeso al poder político y asegurar que este vele por el bienestar de los ciudadanos. No obstante, es gracias al rebaño que estos pueden seguir en el poder, haciendo leyes estúpidas – enriqueciéndose en el proceso.
Es por esto que no puedes desistir en tu lucha. Tú, que fuiste contramarea una y otra vez, no debes volverte parte del rebaño. Busca fortalecerte – mental, física, cultural y espiritualmente – para no ceder ante la presión y persecución que estos llevan a cabo bajo las distintas banderas sociales.
El relato que defiende el rebaño se desmorona cuando la confrontación es entre individuos. El cuento se cae cuando se ven obligados a defender su postura con argumentos y no tienen una jauría detrás gritando y haciendo alharaca.
Es precisamente por esto que no puedes darte por vencido. La batalla cultural se da, sobre todo, en la vida cotidiana y es en este frente en donde más defensores de la libertad se necesitan.
Ya lo decía Nietzsche: “El placer de ser rebaño es más antiguo que el placer de ser un yo: y mientras la buena conciencia se llame rebaño, la mala conciencia es la que dice: yo”.