Política

ALGUNOS PERUANOS ODIAN AL PERÚ

Por: Juan Antonio Bazán

Algunos peruanos odian al Perú. En verdad, son pocos, pero son. Se hallan entre quienes participan de la actual protesta social por la dación estratégica de una nueva constitución del Estado que estatuya la república socialista y étnica, y hasta la secesión del Perú. Para ellos, la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, y la restitución de Pedro Castillo como presidente, devienen únicamente en reclamaciones tácticas. Quieren convertir al Perú en una a-sociedad, de peruanos a-contemporáneos.

Baruch Spinoza dice que se odia cuando se cree que el otro te ha hecho daño. Por supuesto, el odio lo simplifica todo. La naturaleza de las cosas, y la clasificación: Maniqueamente, entre ellos y los otros, entre los buenos y los malos. Estos odiadores hacen que la revancha, sobre todo, de clase y de raza, se convierta en categoría sociológica. Se creen el Perú real, y creen que el llamado Perú oficial es la encarnación del mal. Es más, creen que su odio es legítimo. No tienen vergüenza de odiar. Al contrario, consideran que su odio posee “causas superiores”, pues es el sentimiento de los de abajo en contra de los de arriba que los han odiado históricamente. Es decir, tampoco tienen la culpa de su propio sentimiento, ni de la violencia con la que se expresa.

Herbert Marcuse, y otros, con razón, hablan de un odio que sube al cerebro, para convertirse en racional a través de la ira, y buscar construir la humanidad. Pero, este odio se queda abajo, en el hígado, es instinto puro, y busca destruir al Perú. Este odio es demoníaco, no llega a ira santa, ni de asomo.

Frantz Fanon, filósofo y psiquiatra del odio, sabe que este sentimiento hace que los hombres se vuelvan malos, y que, por tanto, puedan ser instrumentalizados para generar una violencia supuestamente redentora: “El campesino, el desclasado, el hambriento es el explotado que más pronto descubre que la violencia es lo único que compensa. Para él no hay compromisos ni posibilidad de componendas… La violencia de los colonizados une al pueblo… Lo efectos de la violencia son totalizadores y nacionales… En el plano individual la violencia desintoxica. Libera a los colonizados de su complejo de inferioridad, de su postura contemplativa y desesperada. Le quita el miedo y le rehabilita ante sus propios ojos… Ilustrada por la violencia, la conciencia del pueblo se rebela contra todo intento de pacificación”.

Este tipo de odio es casi inédito entre nosotros. A pesar de Sendero Luminoso, pues aquellos terroristas querían poner al Perú de cabeza para luego volverlo a poner de pie bajo la forma estúpida de una república popular.

Pongámonos de acuerdo: A partir del gobierno de Castillo se ha expresado un nuevo tipo de animal político odiador y secesionista del Perú.

Estos odiadores creen que han nacido en el Perú por accidente de la geografía, y que la corrección está en la geopolítica. Andrés Avelino Cáceres los representaría en tanto brujo de los andes, y Miguel Grau no los representaría completamente. De ahí a fraccionar el territorio y ceder el mar peruano a Bolivia hay un paso. Estamos ante la más grande manipulación del odio de la historia nacional: Una mezcla de estrategia socialista y étnica. Ernesto Guevara, el che, le otorga al odio una cualidad decisiva para la lucha desestabilizadora de la democracia: “El odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”.

Los odiadores son violentos porque giran sobre sí mismos. Son ególatras, y la violencia es su autocomplacencia. Estamos ante un odio injusto, que se operacionaliza injustamente: Quemar vivo al policía José Luis Soncco, en Puno, es absolutamente incomparable con guillotinar al rey Luis XVI o al político Maximilien Robespierre, en París. Entre nosotros, Víctor Andrés Belaunde quiso construir la peruanidad desde los sentimientos, del amor y del odio. Señaló a Perú como objeto de amor y a Chile como posible objeto de odio, pero hoy algunos peruanos, muy pocos, a-sociales y a-contemporáneos, aman a Bolivia y odian al Perú.

1 comentario

  1. Ya hemos seguido a Bolivia en el pasado y lo único que conseguimos fue perder Arica y Tarapacá, somos tan bestias que no entendemos algo tan simple. Todos los que quieren cambiar la constitución son traidores a la patria

Dejar una respuesta