La columna del Director

200 AÑOS DE REPUBLICANISMO

Por: Luciano Revoredo

Para entender el establecimiento de la República en el Perú hay que partir de la idea clara que esta no se concreta hasta la llegada de las corrientes libertadoras del sur y del norte y muy avanzada la idea de la independencia.

Hay que desterrar la común creencia que la república fue consustancial a la independencia. Antes de la independencia existen manifestaciones ideológicas tanto liberales como conservadoras, pero sin la fuerza social, ninguna de ellas, de pasar a la acción más allá de intenciones reformistas y mucho menos pensar en el establecimiento del modelo republicano.

Bajo la presencia de tropas extranjeras y con un carácter propio de las revoluciones burguesas, fundamentalmente como un movimiento criollo y urbano, mas no indígena o rural, se dio la emancipación. La independencia del Perú es sin duda un acto más político que social. Como es bien sabido, las tropas “patriotas” que pelean en la guerra de independencia estaban mayoritariamente conformadas por extranjeros en cambio las “realistas” por peruanos.

No es de extrañar que, ante la inexistencia de un proyecto nacional como consecuencia de lo abrupto de la ruptura con la metrópoli, surgieran caudillos militares de toda laya. Así como que, rota la dependencia virreinal, el Perú pasara en peores condiciones a una dependencia de Inglaterra y en menor medida de Francia, dependencia sin ningún tipo de arraigo ni identidad más allá de lo económico, claro está.

Los primeros años de la independencia son también años de debate sobre la más conveniente forma de gobierno para los peruanos. El propio San Martín una vez lograda la emancipación, crea la Sociedad Patriótica en 1822 como un centro de discusión y reflexión para llegar a una conclusión sobre qué forma de gobierno adoptar.

No es cierto, insisto, que la república haya sido una inmediata consecuencia de la emancipación como muchas veces se cree de manera simplista. Desde los primeros debates sucedió que mientras unos eran partidarios de una monarquía constitucional y representativa (entre ellos el propio San Martín); otros estaban por el establecimiento de la forma republicana de gobierno.

José Faustino Sánchez Carrión será el más tenaz y brillante defensor de la idea republicana frente a los afanes monárquicos de San Martín. Sus artículos firmados como El Solitario de Sayán generarán una gran corriente liberal republicana.

La principal consecuencia de las intensas campañas de Sánchez Carrión será la llegada de Bolívar para concluir la lucha por la independencia.

Cuando San Martín deja el país bajo el peso de la ingratitud y las calumnias, deja también instalado, en septiembre de 1822, en el Palacio de Gobierno del Primer Congreso Constituyente del Perú.

Se acaban de cumplir 200 años de aquel memorable momento que en medio de la crisis política que nos agobia ha sido una efeméride que pasó inadvertida. Se trató fundamentalmente de un congreso liberal y la constitución que redactó en sus sesiones, obviamente se inclinó a una forma republicana liberal. Modelo que será puesto en suspenso luego por el propio Bolívar y su dictadura.

Lo cierto es que aquellos tempranos liberales triunfaron en el campo de las ideas. Impusieron sus conceptos. Más no tuvieron el manejo necesario para plasmarlos en la realidad.

Tal vez había algo de verdad en la idea sanmartiniana de que los peruanos de entonces no estaban aún aptos para la república.

 

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