Por: José Romero
En los años de la “guerra fría” los países comunistas buscaban derrotar en todos los campos a los países occidentales, incluyendo por supuesto en el deportivo. El momento cumbre de estas “batallas deportivas” era en las Olimpiadas entre los Estados Unidos y la entonces Unión Soviética y a nivel Panamericano entre los Estados Unidos y el satélite rojo, Cuba.
Para triunfar y mostrar la superioridad del “nuevo hombre” que representaba al mundo comunista no importaba usar cualquier arma, entre ellas el doping, como luego con el avance de la ciencia se determinó. Incluso hubo un estudio de la Inteligencia estadounidense que mostraba cómo los campeones olímpicos no solo soviéticos sino de toda la órbita comunista “desaparecían” al poco tiempo de dejar el deporte activo. ¿Sería acaso que muchos de ellos no aguantaban las consecuencias del uso de sustancias y hormonas que les permitían lograr mejores resultados?
Lo cierto que en aquellos años, el deporte era un vehículo de propaganda y si bien los deportistas que representaban a los países comunistas eran en teoría “amateurs”, eran auspiciados directamente por el Estado por lo cual su dedicación era a tiempo completo, cómo no podía ser de otra forma.
Tras la caída de la Unión Soviética y del Muro de Hierro, la competencia se desarrolló entre los Estados Unidos y la República Rusa, entrando a terciar la China y otros países aunque aún muy lejos de los tres mencionados. A nivel Panamericano, Estados Unidos sigue reinando y la otrora potencia Cuba ha cedido su espacio a Canadá, Brasil y México pues la pobreza de su economía ya no da para más.
Hoy en día, el deporte netamente amateur ya no existe. Y no puede ser de otra forma. Es tan alto el nivel de competencia que es necesario el patrocinio de grandes empresas que no dejan la oportunidad de convertir a las grandes estrellas en sus imágenes corporativas y con ello vender más. Siendo así el panorama tenemos a grandes atletas que son auspiciados por grandes marcas como el caso del retirado Usain Bolt que participó hasta hace poco en las Olimpiadas pero hay también la incomprensible limitación para que los astros del fútbol mundial o del basket de la NBA participen en las justas olímpicas.
Siendo esto a nivel de los deportistas de élite, nuestros principales deportistas no están excluídos que requieran el apoyo de la empresa privada así como del Estado. Un deportista exitoso es imagen para que nuestra juventud lo imite y para ello dedicarse al deporte y por ende alejarse de vicios como el alcoholismo y el consumo de las drogas.
A pocas semanas que el Perú sea sede de los Juegos Panamericanos, complace ver el casi cumplimiento de las metas de construcción de infraestructura deportiva que esperemos que sea el más importante legado para la juventud deportista. Lamentablemente no esperemos mayores éxitos deportivos, máxime que muy poco se ha hecho para fomentar el deporte en el país y menos el de alta competencia.
El resultado de los pasados Juegos Panamericanos en el 2015 (3 medallas de oro, 3 de plata y 6 de bronce) es poco probable que sea superado máxime que en los pasados Juegos Sudamericanos del 2018 quedamos en séptimo puesto, muy por debajo de las potencias sudamericanas encabezadas por Brasil y en el reciente Sudamericano de Atletismo, categoría mayores, solo logramos 1 medalla de plata y 4 de bronces, quedando en noveno lugar entre doce participantes, solo superando a Bolivia, Paraguay y Surinam.
Es hora de la promoción del deporte en la niñez y juventud a fin de formar personas integrales y a la par de ello, invertir en los mejores representantes para que participen en los torneos de alta competencia y nos den las medallas que lamentablemente los actuales deportistas, pese a su esfuerzo y dedicación, no lo pueden hacer.
Esperemos no ver a algunos “dirigentes” ganar cámaras con los pocos éxitos que se puedan lograr y menos que nos sigan “vendiendo humo”. Desgraciadamente “no somos un país de ganadores”. Los nulos títulos y medallas de oro lo confirman.
Ojalá que podamos tener vida aún para ver los éxitos de un trabajo planificado y que la inversión millonaria que se ha hecho en la construcción de infraestructura deportiva no se pierda entre el óxido y el olvido sino que sea el lugar donde nuestros atletas se formen para lograr los éxitos deportivos deseados.