
Por: María Ximena Rondón
“¡Me robaron la entrada al concierto!”, la frase que pudo pasar por tu cabeza, ofuscada por la rabia e impotencia, cuando detectaste que dejaron entrar anticipadamente a unos y notaste a otros cobrar cupos como si fueran los dueños del lugar, preguntándote por qué ocurre todo esto si esperaste para comprar tu entrada y disfrutar sin problemas del espectáculo que quizás soñabas con ver.
Esta es la triste historia de muchos fanáticos de los Stray Kids, un grupo de k-pop coreano, cuyo concierto del 9 de abril en el Estadio San Marcos pasará a los anales de la historia como el epítome de la injusticia y el fastidio por la informalidad y la falta de orden en el comportamiento de los peruanos.
“No me parece justo que dejen pasar antes a los de cancha, cuando se supone que por algo se compró VIP”, escribió un usuario indignado en Instagram. Quizás sintió que la gran suma de dinero que pagó por su entrada no valía nada, pues: ¿para qué pagar si otros no van a respetar el orden?
Esta “criollada” y complacencia por “hacerse el vivo” son la porquería en el muro de la vergüenza de Perú, además del objeto de la furia e indignación de quienes nos empeñamos en “hacer las cosas bien”. Nos sentimos robados. Especialmente cuando pagamos dinero que asegura un servicio justo.
¿En cuántos conciertos nos ha pasado lo mismo? Vemos cómo esos malos elementos se salen con la suya y nos hierve la sangre porque sentimos devaluada nuestra entrada.
Salvo que uno tenga una lesión o sea una persona “preferencial”, se deben respetar las colas.
Por otro lado, nadie tiene derecho a “cobrar cupos” ¿Por qué lo permitimos? Hay que aprender a decir “no” y tener el coraje para hacerlo, pues nuestra idiosincrasia considera las negativas como una ofensa personal. Nos falta sinceridad y valor para que los “vivos” no sigan teniendo el terreno alto.
¿Notas que alguien cobra cupos ilegalmente? Llama a la policía y mantente firme.
¿Alguien se adelanta en la cola y no respeta el orden? Alza tu voz y reclama por lo correcto.
Esta situación es solo una cara de un enorme polígono tridimensional de problemas derivados de “hacerse los vivos” y romper las reglas.
Ser ciudadano implica poner orden. Demos el ejemplo y no dejemos que nos sigan “robando las entradas” ni nuestra libertad. No demos cabida a los cobradores de cupos y menos a los extorsionistas. No esperamos que “otros” hagan lo correcto.
¿Quieres que el país mejore? Empieza haciendo lo correcto en cada situación, como un concierto.