Política

LAS DERECHAS PERUANAS VIVEN EN UNA LUCHA DE CLASES PERMANENTE: ENTREVISTA A FERNÁN ALTUVE

Las mejores izquierdas existen donde están las mejores derechas. Donde la derecha es floja, mediocre o cainita, la izquierda es deficiente y además ganadora.

Por: Juan Antonio Bazán

La genealogía de un hombre lo es casi todo. ¿Qué nos contarías sobre tu niñez y adolescencia?

La patria es la infancia, ha dicho alguien sabio. Puedo decir que fui criado en un hogar religioso, donde la austeridad voluntaria era un valor y el espíritu de sacrificio una bandera. Nací en Lima, pero de muy pequeño fui a vivir a Portugal, que es un país magnifico. A pesar de la distancia, el nombre del Perú era la palabra mágica, era la Patria deseada. Pocas mujeres he conocido tan patriotas como mi madre, que se sentía orgullosa de su peruanidad y de ser sobrina del héroe Fernando Lores, que murió a los 26 años por defendernos de la invasión colombiana de 1933.  Por eso, en mi casa el amor al Perú y a su historia también era una religión cívica. Al regresar al país, aproximadamente a los doce años, tuve una escolaridad muy normal. Mi compañero de carpeta era Rafael Santos, gran amigo y excepcional alcalde. También recuerdo, de esos años, mi devoción por los libros, que siempre fueron mis grandes compañeros.

¿Quiénes son tus maestros, aquellos que te han ayudado a definir tu personalidad intelectual y política?

En el colegio tuve tres grandes profesores. Agustín Fernández Blanco, magnifico maestro de lenguaje, un español distinguido, hierático, muy justo con todos. José Ubillus, mi profesor de educación cívica, con quien debatía siempre, era muy inteligente y alegre, muy de izquierda, decía que el país necesitaba una revolución y ella solo se haría con “el libro, el fusil y el jabón”. Su generosidad y profundo amor al Perú ganaron mi respeto y mi afecto para siempre. A veces me pregunto porque el magisterio nacional no ha tenido más maestros como él. Margarita Picasso, que nos quería maternalmente. La bondad tuvo su nombre. Me enseñaba historia y me encomendó exponer sobre los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, de Mariátegui, lo que me llevo a descubrir Realidad nacional de Víctor Andrés Belaunde, con quien de inmediato me identifique.

Mi ingreso a la Facultad de Derecho significo una gran experiencia, tuve maestros magníficos, como Vicente Ugarte del Pino, a quien le debo gran parte de lo poco o bueno que soy. La Universidad de Lima, bajo la disciplina y rigor académico de la rectora Ilse Wizsosky, era una institución del más alto nivel y no poco de mi formación y conocimiento de la política se lo debo a ella. Todos los días la recuerdo con gratitud, por el aprecio que me dispensó y por todo lo que aprendí de ella.

Luego, al salir de la universidad, tuve la gran influencia de Alvaro D´Ors, el gran amigo de Carl Schmitt, del jurista Juan Vallet de Goytisolo, de Jose Maria Castán Vasquez o de Gonzalo Fernández de la Mora. Aun hoy en día tengo la suerte de poderme encontrar con Dalmacio Negro y Juan Velarde Fuertes. He sido muy afortunado de haber conocido a tantos maestros formidables de los que he podido aprender tanto. Por lo dicho creo en una novena bienaventuranza: “Bienaventurados los que han tenido maestros, porque de ellos será el reino de la sabiduría”.

¿Cómo te defines por tu filosofía política?

Toda autodefinición es compleja. Pero creo que me identifico con la defensa de las tradiciones. No con el “pasadismo”, el “quietismo”, o un conservatismo ramplón, sino como un proceso ordenado de cambios, donde lo nuevo, lo moderno, se agrega a un depósito que vale la pena conservar para las futuras generaciones, mientras que aquello que no es permanente puede ser depurado o reformado de manera armónica. Dicen que el poeta Paul Claudel, admirador del General De Gaulle, como yo, afirmaba que: “no hay nada más moderno que lo eterno”. Así lo creo también.

¿Por qué el Perú jamás ha tenido una derecha chola, o popular?

En el Perú no existe “la derecha”, sino “las derechas”, que casi siempre van desunidas. Por eso, solo llegan al poder debido a una casualidad, jamás por una estrategia. Lamentablemente, algunas de ellas prefieren aliarse con sus adversarios ideológicos para derrotar a sus contrincantes tácticos, y por eso siempre les va mal. Penosamente, las derechas peruanas son individualistas, cortoplacistas y arrogantes. Entre nosotros, no ocurre lo que decía el líder conservador colombiano Silvio Villegas: “no hay enemigos a la derecha”.

En realidad, desde los años 30 del siglo pasado, tenemos tres derechas: una derecha popular, que es sentimental, patriota y conservadora (ahí están el urrismo, el odriísmo, el fujimorismo); una derecha religiosa, que está vinculada a la democracia cristiana desde la década del 40, y, hoy en día, a grupos evangélicos y a los movimientos laicales (ahí están el bustamantismo, la DC, el PPC, y Con mis hijos no te metas); y, finalmente, una derecha económica, que es elitista, antipopular y seudoliberal (ahí están el beltranismo, el Movimiento-Libertad, y hasta PPK), y que casi siempre está tentada, por frivolidad, a ponerse del lado del progresismo. La división se ha hecho un problema muy grave, porque las grandes mayorías derechistas pertenecen a la derecha popular, mientras que los dirigentes derechistas a la derecha económica. Es decir, las derechas peruanas viven en una lucha de clases permanente. La “derecha popular” no confía en unos líderes que se pueden aliar con el progresismo, al que aborrecen, y la “derecha económica” no tolera el populismo y conservatismo moral que gusta al derechismo popular.

El problema del Peru es el problema de esas derechas partidas que no saben o quieren resolver. Las izquierdas son irresponsables en todo el mundo, pero si la derecha es buena la izquierda tratara de esta a su altura. Las mejores izquierdas existen donde están las mejores derechas. Donde la derecha es floja, mediocre o cainita la izquierda es deficiente y además ganadora.

¿Qué ideas debería contener una narrativa contemporánea de nuestra derecha?

Toda doctrina política debe estar sustentada en principios y valores, y no en intereses. Cuando un grupo político o doctrinario defiende solo intereses aunque los llame pragmatismo, o como quiera llamarlo, esa causa está condenada a ser derrotada.

¿Crees que Rafael López Aliaga estaría logrando construir esa derecha popular o, al menos, un liderazgo de derecha en los sectores populares?

Rafael Lopez Aliaga tiene un gran mérito y hay que reconocérselo. Se ha comprado el pleito de hacer política cuando nadie quería hacerlo y también comprometer su comodidad económica y su tranquilidad personal. La elección de 2021 mostró divididas a las tres derechas que he mencionado: una, la derecha popular de Keiko; dos, la derecha económica de De Soto; y, tres, la derecha religiosa de Lopez Aliaga. Si hubieran ido unidas, el Perú sería otro. En esa coyuntura indudablemente el mejor candidato era Rafael López Aliaga, pues él logró darle la iniciativa política a la derecha religiosa que siempre había estado rezagada tras las otras dos. Ahora bien, si López Aliaga no logra la consolidación de un frente único de la oposición, su propio proyecto puede entrar en problemas, pues los congresistas que ha llevado han decepcionado a muchos y eso puede poner en cuestión su liderazgo exitoso hasta ahora.

¿Compartes la idea de que el fujimorismo ha devenido en un obstáculo para la construcción popular de una opción propiamente de derecha?

El fujimorismo representó a las mayorías nacionales en la década de 1990, el fujimorismo represento a las mayorías opositoras en la década de 2010, pero para la década de 2020 solo representa a la primera minoría de la derecha. La segunda vuelta de 2021 es solo un espejismo estadístico y muchos fujimoristas de la cúpula no lo quieren ver así. Ahora, hay que reconocer que Keiko Fujimori ha tenido un gran gesto de desprendimiento con Rafael López Aliaga para estas elecciones municipales, y eso debe ser valorado. El frente único de la oposición no se puede hacer sin el fujimorismo o contra él, pero tampoco se podrá hacer con un fujimorismo que se sienta hegemónico. El lugar justo y adecuado del fujimorismo en el futuro de la oposición es la piedra de toque del éxito de toda propuesta política, pues es innegable que el antifujimorismo todavía es un factor aglutinante de gran relevancia.

Finalmente, cuéntanos ¿Qué libro de política estás leyendo?

Justamente, estoy releyendo un libro del gran pensador liberal-conservador Dalmacio Negro, titulado La tradición liberal y el Estado,  es un libro estupendo que da origen a su obra cumbre Historia de las formas de Estado. Además, he empezado a leer los 6 tomos de Testimonio personal, de Luis Alberto Sánchez. No había encontrado una oportunidad para hacerlo, es una obra magnifica que encierra grandes enseñanzas sobre la política peruana. Esas memorias de Sánchez son a la generación del Centenario lo que Trayectoria y destino de Víctor Andrés Belaunde a la generación del 900.

 

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