Política

FORMALIZACIÓN POLÍTICA

Por Ántero Flores-Aráoz
Desde el Gobierno conducido por Martin Vizcarra, se ha persuadido al Congreso a realizar modificaciones a la normatividad política y electoral. Diría que más que perseverante, el Presidente ha sido obstinado en el tema, sin entender que reformas tan importantes, no se pueden hacer atolondradamente y sin legisladores conocedores del oficio.
No tenemos motivo para dudar de la intención presidencial, de hacer cambios normativos que permitan tener mejores reglas para la vida política e institucional del país y, al mismo tiempo, que mejore la legislación electoral. Esta última ha ido creciendo irracionalmente, en lugar de tener un Código Electoral, con reglas procesales, en que esté condensado todo lo que se requiere, en forma sencilla, simplificada y fácilmente comprensible, tal como en varias oportunidades sugirió la autoridad electoral, incluso con proyectos que se apolillan en los archivos.
Como sucede muchas veces, la intención puede ser buena pero el resultado malo, tan es así que, por impedirse la reelección inmediata de parlamentarios, alcaldes y gobernadores regionales, entre otras autoridades electivas, se ha perdido el concurso de experimentados políticos para concentrarnos solo en los bisoños, cuya inexperiencia y ánimo populista, en lugar de ayudar al país, lo daña y perturba gravemente.
El colmo fue inducir desde el Poder Ejecutivo al electorado, para que impidiera en referéndum, la existencia de un Senado que pudiera con su actitud reflexiva, tener mejores leyes y mayor calidad de las tareas parlamentarias.
Los errores han ido en ascenso, pues necesitándose que los partidos sean en menor cantidad, se ha legislado suavizando los requisitos para su  existencia y registro, con el nefasto resultado que tendremos en los próximos comicios, agrupaciones políticas y candidaturas francamente excesivas.
Se ha dispuesto que, para las próximas elecciones de abril de 2021, hasta el 30 de setiembre del presente año, quienes pretendan ser candidatos deben estar matriculados, esto es, ser militantes del partido político por el que se pretenda postular.  Ello, lejos de fortalecer a partidos con principios e idearios, facilita únicamente maquinarias electorales, en lugar de buscar seriedad en los planteamientos y que quienes se inscriben en los partidos lo hagan por convicción ideológica o programática, pero no por simples cálculos electoreros.
El tema es de tal gravedad, que quienes se sienten mesiánicos y quieren salvar al país, sin estar en agrupación política, buscan a vientres de alquiler que los puedan dar a luz frente a la Nación y, lo peor, sin que siquiera haya convencimiento respecto del vientre que los cobijará.
Con las nuevas normas aprobadas, se desestimula la posibilidad de alianzas, ya que requiriendo estar matriculado en Partido Político para postular a la Presidencia, se dificulta la adhesión a candidatura del exterior, pues todos están en la misma línea.
Las disposiciones de paridad de sexo y de alternancia en listas parlamentarias, es poner muletas innecesarias, toda vez que las damas hace buen tiempo que participan en la Política y con notorio éxito.
Por último, los requisitos y declaraciones para postular, son tan agobiantes, que les quitan las ganas de participar a personas que tienen más que pergaminos para ello.  En lugar de avanzar hemos retrocedido.

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