Política

¿EN QUE MOMENTO SE APELMAZÓ NUESTRA SOCIEDAD?

Por: Alfredo Gildemeister

Quizá sin darnos cuenta o también dándonos cuenta, un buen día nos percatamos que nuestra sociedad se había apelmazado, convirtiéndose en una especie de plasta adormecida, dura y estática. Ese día comenzamos a ser conscientes que vivimos en una sociedad en donde muy sutilmente se nos ha ido imponiendo, de manera asolapada, sigilosa y a veces hasta descarada, un pensamiento único -si es que se le puede denominar pensamiento- en donde todo aquél que disienta o discrepe de dicho “pensamiento” simplemente es marginado, atacado y tachado violentamente. Se trata de la intolerancia instituida. Como bien comenta en su columna periodística el escritor español Arturo Pérez-Reverte, sobre el libro “El síndrome Woody Allen” del escritor Edu Galán, en la actual sociedad “nada escapa a la aplicación de ortodoxias de nuevo cuño, propagadas como pandemias a través de las redes sociales: vida cotidiana, historia, arte, cultura”. De acuerdo con esta “nueva” visión de la sociedad y del ser humano, se impone como verdad sine qua non en todos los aspectos de la vida y cultura del ser humano, una visión relativista y materialista de dicho ser humano la cual, irónicamente, lo empobrece como ser humano, valga la redundancia. Es la visión del hoy denominado neomarxismo o neocomunismo, lo cual no es otra cosa que una especie de marxismo reinventado o reciclado, el cual ante el contundente fracaso de la lucha de clases y la revolución social marxista del siglo XIX, ahora plantea algo más sutil y astuto: la infiltración meticulosa en las instituciones democráticas, así como en dos ámbitos en donde el marxismo y el comunismo clásico nunca pudieron vencer: la familia y la religión. El objetivo claro de esta sutil infiltración es la destrucción de estas instituciones. Para ello, y como bien destaca Pérez-Reverte: “Todo debe ser contemplado ahora con la nueva óptica, y cuando escapa a ella es atacado, exterminado. No se tolera la libertad de pensamiento ni la expresión pública de ésta, convertida en crimen social. Se exige sumisión a un nuevo canon moral de un infantilismo y simpleza aterradores”.

Efectivamente, hoy el ser humano ha dejado de reflexionar, de analizar y de cuestionar, en resumen, de pensar. El advenimiento de la denominada “era digital” ha hecho que la mente del ser humano se vuelva más pasiva, lo que en palabras de Sartori se llamaría un “homo videns”, un hombre sujeto a la imagen, ya no un “homo escribens” sino un ser humano en donde la imagen se impone, impidiendo la reflexión y el análisis, volviéndose las mentes más pasivas y poco o nada reflexivas. De eso se aprovecha esta corriente del “pensamiento único” o neomarxismo, el cual impone una nueva óptica y todo aquél que no comulgue con esta “óptica” simplemente es atacado violentamente y de ser posible exterminado. Todo aquél que no se someta a la nefasta ideología de género o no acepte las “nuevas” formas de “opciones sexuales” o no rechace todo atisbo de religiosidad y existencia de Dios, es radicalmente puesto al margen de esta sociedad “monointelectual”, como si de un paria se tratase.

De allí que hoy sea necesaria más que nunca que las personas que rechacen esta imposición de pensamiento único, actúen como nuevos Sócrates, esto es, tal como lo hacía el filósofo griego cuyo nombre o mote significa “abejorro”, debido a que no deja de molestar en el buen sentido. Sócrates, con su método dialéctico en base a preguntas, inquietaba y molestaba a sus discípulos, para obligarlos a pensar y reflexionar sobre las cosas y las diversas situaciones de la vida. ¡Hoy en día hay que hacer pensar y reflexionar a la gente, especialmente a los jóvenes universitarios, futuros profesionales y líderes políticos, esperanza del mundo! Nos encontramos ante una sociedad adormecida, apelmazada, que no reflexiona ni se da cuenta de cómo se la manipula e impone un determinado “pensamiento único” que solo conducirá al ser humano a su infelicidad y frustración como ser humano. Hoy no se tolera la libertad de pensamiento ni de expresión, salvo que apoyes al pensamiento único. De lo contrario, eres casi un criminal. En resumen, o te sometes sumisamente a este pensamiento único, o serás tratado como cuasi un criminal. Por ello el rol de la familia es fundamental para educar a los hijos con pensamiento crítico, valores y principios. Lo mismo en los colegios y universidades hoy convertidos en muchos casos en centros de “corrección política” donde la razón es reemplazada por la emoción (“la sociedad del sentimiento”) y el debate por la ignorancia, gracias a “profesores acojonados o cómplices” como señala Pérez-Reverte. Por todo ello es que nunca como hoy “la represión contra los espíritus libres es implacable. Nunca se masacró a la disidencia con tanta saña ni con tantos medios”. Curiosamente, “…el mundo de hoy pertenece a los ofendidos y a los grupos de presión que los controlan. Mostrarse ofendido es garantía de integración social”. Hoy las autoridades imponen su voluntad bajo un vestuario de democracia, logrando con los votos y el apoyo de la mayoría de medios de comunicación sometidos y controlados, una sociedad que los aplaude y apoya de la manera más estúpida posible.

De allí que de nosotros depende que nuestra sociedad no se apelmace, embrutezca o estupidice ante la imposición descarada de un pensamiento único que va envolviendo la educación, la cultura, la vida social, el trabajo y las redes sociales para comenzar, en donde la destrucción de la familia y la religión o todo atisbo de verdad eterna, es una prioridad fundamental para todos estos tontos útiles que caen bajo el hechizo de ese neomarxismo, que solo logrará lo que siempre sabe hacer muy bien: la degradación del ser humano y su empobrecimiento más absoluto en todo sentido. De nosotros depende que ello no suceda. Lo estamos viendo en el Perú de cada día, con una sociedad que se ha vuelto permisiva y tolerante, hasta con la corrupción y el delito. Es hora de despertar y de actuar como Sócrates en nuestra sociedad peruana. Salvemos la democracia y el Estado de Derecho. Salvemos nuestra cultura y nuestras tradiciones. ¡Despierta Perú!

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