Cultura

¿CUÁNDO EL PERIODISMO DEBE SER CONFRONTACIONAL?

Por: María Ximena Rondón

Esta semana participé en Bogotá (Colombia) en un conversatorio para periodistas, organizado por la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). Fue una experiencia interesante debido a que participaron colegas que se dedicaban al periodismo religioso (por ejemplo en portales católicos y arquidiócesis) y otros a temas económicos y sociales.

El tema fue el periodismo heróico, basado en los viajes de reporteo de un colega de ACN que ha estado en países donde hay guerra, persecución religiosa y violencia como Siria, Irak y Mozambique.

Una de las reflexiones que nos dejó este coloquio fue que, definitivamente, el tema del respeto a la libertad religiosa no es tratado frecuentemente por los medios de comunicación. La otra, y la que me parece muy interesante, fue el dilema que enfrentan los periodistas que profesan el catolicismo o valores conservadores al realizar su trabajo y ante la posibilidad de recibir críticas debido a sus creencias.

Esta situación, en palabras del Papa Francisco, es una “persecución educada”: uno recibe críticas, burlas y hasta no es tomado en serio por profesar la religión católica y llevar una conducta según sus creencias. Aquello no solo se restringe al ámbito laboral, sino también en las relaciones familiares, amicales y amorosas.

Existe una teoría de la comunicación que se llama “Framing”, la cual consiste en enmarcar un fragmento de la realidad y presentar ese enfoque como una verdad noticiosa. En ese sentido, ese “framing” mediático sobre los temas de la Iglesia, así como de la familia, la moralidad social y la defensa de la vida; es negativo.

Quizás muchos han encontrado noticias sobre los abusos en la Iglesia, críticas y burlas a la moralidad cristiana, comentarios mordaces de quienes defienden la vida. También está presente ese prejuicio de que “la Iglesia tiene mucho dinero”.

El problema ocurre cuando los periodistas se sienten aludidos y mortificados, responden con una actitud confrontacional. Y esto solo le da a un periodista un rabo de paja sobre el cual se calientan sus detractores.

Sobre esto fue que discutimos en ese coloquio.

Aunque emocionalmente, nuestra primera reacción es ser confrontacionales, nadie está exento de serlo, esta actitud es contraproducente porque uno le está dando al “enemigo” exactamente lo que quiere. Es cierto que esos ataques, críticas y burla contra las creencias son una violación al derecho de la libertad de pensamiento, de expresión y de religión.

Definitivamente, es indignante que esto suceda en una sociedad que defiende a capa y espada “los derechos y la libertad para todos”.

¿Qué podemos hacer? Pues ser más astutos, tener más conocimientos, ser más objetivos y desarrollar un mejor manejo de las emociones. Sin necesidad de despotricar con palabras duras, uno puede exhibir las contradicciones y faltas de respeto de una manera elegante.

El periodismo no se tiene que reducir a un lenguaje simplista, después de todo el español es un idioma rico. Debemos utilizar adecuadamente nuestro ingenio para no caer en vulgaridades. Y continuar haciendo nuestro trabajo.

Considero que la experiencia compartida por mi colega de ACN es sumamente rica pues abre los ojos a otro enfoque del periodismo y a una información privilegiada.

Lamentablemente, no es tratada por los medios masivos debido a su agenda, pero los temas que esta trata no deberían ignorarse. Lo que se debe hacer es desarrollar una estrategia para darla a conocer masivamente.

El tema sobre la libertad religiosa y la persecución es muy real y se vive en los ámbitos cotidianos sin que el común de los mortales caiga en cuenta. Y el periodismo debe estar preparado para ello, con todo el valor intelectual y moral que se requiera para realizar una confrontación alturada, inteligente y elegante.

 

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