La columna del DirectorPolítica

Sin perdón

 

Han pasado veinte años desde que la norteamericana Lori Berenson, fue condenada a prisión por su participación en actos terroristas en nuestro país. Han pasado cinco años desde que salió en libertad. El domingo fue entrevistada complacientemente en La República. El mismo diario que advirtió a los terroristas que habían tomado la embajada de Japón que se estaba haciendo un túnel para rescatar a los rehenes.

Algunas de las respuestas de la terrorista liberada son sorprendentes y revelan que su desvarío revolucionario no ha cambiado nada. Cuando habla de por qué el MRTA hizo lo que hizo, dice que quiere que “se entienda por qué ocurrió. Que hubo una realidad social que llevó a que la gente decidiera tomar ese rumbo, que no era una cosa de unos locos”. Es decir vuelve a justificar el terror. Según ella la realidad social los llevó a eso.

Otro aspecto lamentable es que asume los términos de la malhadada Comisión de la Verdad y habla del “conflicto armado interno en el Perú, al que estuve vinculada por mi colaboración con el MRTA”. Para luego, cuando ya lo ha justificado, sibilinamente pedir perdón. Un cinismo inaceptable. Más adelante volverá a la carga para decir que su “forma de ver el mundo tuvo que ver con cómo se entendía en esa época la violencia, como una forma de promover el cambio social”.

Esta generalización también es inaceptable. El hecho que una secta de enfermos y criminales como fue el MRTA o Sendero Luminoso hayan creído eso, antes de iniciar su guerra terrorista contra la población indefensa del Perú es una cosa y otra muy distinta que en esa época se entendía eso. Como si todos hubiésemos pensado así.

La entrevista es perversa, complaciente, nostálgica. Y llega al colmo cuando le permite afirmar que si bien hubo actos condenables, estos no fueron terrorismo. Que su blanco no era la población civil. Claro las mismas tesis de Aprodeh y la CVR. Más unidos que nunca con el terror y la anti patria.

Y por supuesto todos los demás estamos engañados en la visión que tenemos de estos criminales, ya que “como los vencedores siempre escriben la historia de una manera favorable para ellos, en que la única versión aceptable es aquella de los victoriosos, que demoniza a los vencidos” todos nos hemos creído el cuento y pensamos que el MRTA era terrorista. Claro, todos los crímenes que vimos, los secuestros, las explosiones que sufrimos han sido parte de ilusiones creadas por el estado represor.

El entrevistador al final se esfuerza por humanizarla más aún, se pone sensiblero y le pregunta por su hijo, por ese niño juguetón que se sube a su regazo durante la entrevista. La terrorista responde que cuando su hijo crezca y le pregunte “le contaría que yo participé en esfuerzos para cambiar situaciones que son injustas, como la exclusión social relacionada a la pobreza, a la desigualdad, pero en ese esfuerzo hice algo que la ley prohíbe y tuve que ir a la cárcel. La palabra terrorista significa una persona que causa o provoca terror en la población, y eso es algo que no he hecho, aunque me llamen así, yo no soy terrorista”. Claro que sí. Y no hay repregunta.

Al final Lori Berenson señala que lo más difícil de estos cinco años de libertad ha sido “Quizás vivir en una burbuja con un niño pequeño. He estado trabajando desde mi casa, completando mis estudios universitarios, pero en un estado de autoaislamiento, debido a las circunstancias”. Claro aquellas circunstancias por las que generaciones enteras de peruanos que vivieron contra su voluntad el autoaislamiento, el miedo, que tuvieron a sus niños en una burbuja para mantenerlos a salvo de las balas del terror marxista, no las recuerda, no las conoce, porque ella estuvo del otro lado.

Apuntándonos con un arma. Del lado homicida del terror. El mismo que hoy La República graciosamente permite que se justifique.

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