
Por: Luciano Revoredo
En una decisión que ha reavivado el debate sobre la historia y la identidad cultural del Perú, Rafael López Aliaga, finalmente en el marco de los 490 años de la fundación de Lima, ha repuesto la estatua ecuestre de Francisco Pizarro en un lugar prominente del centro histórico, justo en el pasaje Santa Rosa, a un paso de la Plaza de Armas. Este acto, que coincide con el 490 aniversario de la fundación de la ciudad, no solo marca un hito cultural sino también un reconocimiento al mestizaje y la influencia histórica de Pizarro en la conformación de lo que hoy es Perú.
La estatua de bronce de Francisco Pizarro, creada por el escultor estadounidense Charles Cary Rumsey, había sido retirada de su lugar original en la Plaza de Armas en 2003, relegada al Parque de la Muralla, donde parecía haber caído en el olvido.
El retiro de la estatua generó discusiones sobre el papel de Pizarro en la historia peruana, siendo visto por aquellos influenciados por la leyenda negra que promueve el zurderío, como un símbolo de conquista y por otros como el fundador del Perú de hoy y el iniciador de nuestro rico mestizaje cultural.
Sin embargo, como argumenté en mi artículo publicado en este portal en marzo de 2023, la presencia de Pizarro en la Plaza de Armas no debería ser vista únicamente como un recordatorio de la conquista, sino como un reconocimiento de la complejidad histórica del Perú, un país que ha sido forjado por el encuentro de culturas.
El alcalde Rafael López Aliaga ha demostrado una visión clara y valiente al traer de vuelta la estatua de Pizarro. Su decisión no solo resalta su compromiso con la preservación de la historia de Lima, sino que también refleja un entendimiento profundo de la identidad peruana, la cual no puede ser comprendida sin reconocer a sus fundadores.
López Aliaga con un enfoque pragmático y gran voluntad ha demostrado que puede enfrentar debates históricos con el objetivo de unificar la narrativa nacional. Su liderazgo en este proyecto es un testimonio del respeto por el legado de quienes moldearon la ciudad.
La reposición de la estatua coincidió con la visita de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien jugó un papel fundamental en el acto de reinauguración. Su presencia subraya la conexión histórica entre España y el Perú, y su discurso durante la ceremonia destacó la visión de Pizarro como un hombre que no solo conquistó, sino que también soñó con un Perú mestizo.
Díaz Ayuso, conocida por su defensa de la historia y el patrimonio cultural, ha sido aplaudida por su participación en este evento, que simboliza un puente entre dos mundos históricamente unidos. Su elogio al mestizaje y al carácter visionario de Pizarro resuena con la perspectiva de que el Perú moderno es el resultado de una rica fusión cultural.
Este acto de reposición no es simplemente devolver una estatua a su lugar; es una afirmación de que la historia peruana es compleja y multifacética. Es una invitación a los peruanos y al mundo a reflexionar sobre cómo las acciones del pasado han forjado una sociedad diversa y dinámica. La estatua de Pizarro, ahora en el corazón de Lima, sirve como un recordatorio de que la ciudad es un legado de encuentros, conflictos y, sobre todo, de la integración cultural. No solo es un logro para la administración de López Aliaga y una muestra de la diplomacia cultural de Díaz Ayuso, sino un momento crucial para Lima y Perú de reconocer y celebrar su historia sin los resentimientos y el odio progresista y con la mirada hacia un Perú grande como en sus mejores tiempos.