Política

PELÍCULA Y REALIDAD

Por: Bryan Oscanoa Curillo

Sábado 14 de noviembre del 2020. Ocurrió lo que suele ocurrir en las manifestaciones peruanas: decesos lamentables. Estos han sido reflejados en estas tres cintas europeas basadas en hechos reales y premiadas a nivel mundial: En el nombre del padre, Z, y Sacco y Vanzetti. Seleccionando algunas escenas de los filmes mencionados, analizaremos y compararemos con momentos específicos de las protestas realizadas en la última quincena de noviembre. En este escrito, se podrá identificar las circunstancias en que se equivocaron ambas partes (Policía y manifestantes), así como las reacciones tras la muerte de Inti Sotelo y Bryan Pintado; de esta manera, se podrá conocer cuál es la mejor manera de actuar en eventos similares.

Lugar y momento equivocado. Nuestra primera película es “En el nombre del padre”, filme irlandés dirigida por Jim Sheridan en el año 1993, obtuvo siete premios Oscar, entre ellos mejor actor, director y película; igualmente, recibió cuatro Globos de Oro. El protagonista Gerard Conlon, es un hippie-vago irlandés de los años 60, de condiciones socioeconómicas bajas que vivía la época de atentados terroristas en Irlanda. El pueblo le exigía a la Policía detener los atentados terroristas, pero las autoridades eran incapaces de concretarlo; por ello, debido a la presión social y como solución rápida, toman a Gerard y sus amigos, del mismo estatus socioeconómico, como presuntos terroristas. Se les arrestó, torturó y obligó a aceptar una culpa que no cometieron, la cual fue haber implantado una bomba en un restaurante donde murieron civiles y militares. En el juicio determinante de su libertad, la abogada de Conlon proclamó: “Su única culpa fue estar en el lugar equivocado en el momento equivocado”. Los inocentes estuvieron presos más de una década. En relación con Inti y Bryan, nuestros “héroes” pertenecían a ese mismo estatus socioeconómico, marginados y con pocas oportunidades; además de aparentes antecedentes policiales. Ellos, en cambio, no fueron capturados ni torturados, sino que murieron luego de salir de casa hacia un triste destino que se convirtió en su lugar y momento equivocado.

Culpar sin pruebas. Continuamos con la película franco argelina “Z”, dirigida por Costa Gavras en el año 1969. Considerada como su obra maestra, consiguió diversos premios internacionales, a manos de Clint Eastwood obtuvo el Oscar a mejor película extranjera; adicionalmente, ganó dos premios importantes del Festival de Cannes y, asimismo, un Globo de Oro. Este largometraje nos conduce a un país con una elevada crisis política en plena Guerra Fría. Trata sobre el asesinato del candidato opositor al gobierno durante su mitin. Tras el ataque al líder político, altos dirigentes del partido se reúnen y aseguran la responsabilidad de los uniformados; sin embargo, no culpan a la institución policial, tampoco oficializan la denuncia, ni comunican a sus seguidores partidarios; sin embargo, otro partidario reflexiona y los interrumpe diciendo lo siguiente: “no podemos hablar de complicidad, mientras no existan pruebas”. Caso contrario ocurrió en Perú, luego de la toma de mando de Manuel Merino, los manifestantes (entre ellos políticos de turno, influencers y cuanto justiciero social oportunista apareció) culparon tajantemente a las fuerzas del orden, pese a que no disponían de pruebas fehacientes sobre los responsables de la muerte de los dos jóvenes. Muchos confiaron, a pesar de las nulas evidencias, en la veracidad de esta noticia, debido a que, se viralizó a través de las redes sociales y los medios masivos de comunicación coreando un solo mensaje: “la Policía es la culpable de la muerte de los jóvenes”. No supieron investigar eficientemente, para después encontrar al responsable de los decesos. Se aprovecharon de la frágil y ya manchada imagen de nuestra Policía Nacional para tener un culpable fácil de atacar.

Morir por tu ideología. Finalizamos con la película italiana “Sacco y Vanzetti”, de Giuliano Montaldo realizada en 1971, cuya notable actuación dramática de Riccardo Cucciolla fue merecedora del premio del Festival de Cannes. Este filme trata sobre el real juicio y ajusticiamiento de dos inmigrantes italianos que fueron falsamente culpados de robo y asesinato. Ellos lucharon por su inocencia en los tribunales, pero las autoridades (representadas por el alcalde y la Policía, sumado el temor de una desestabilización política) los condenaron a muerte. Al final de la película, las autoridades les revelan el verdadero motivo de su ejecución: los van a matar solo por ser anarquistas y que su muerte va a atemorizar a sus correligionarios; ya que, el objetivo de las autoridades era desactivar a los partidos políticos opositores al sistema capitalista estadounidense, y para cual, necesitaban desmoralizar a sus colegas con la intención de abandonar dicha ideología. En el caso peruano, los jóvenes murieron sin saber por qué. Se decía que fue por la “democracia”; a pesar de que, el antecesor a Merino, Martín Vizcarra, desempeñaba una gestión sanitaria y económica desastrosa en la epidemia, pero los jóvenes insistían que no marchaban por Vizcarra, sino por la estabilidad democrática. Por ello, Inti y Bryan nunca compartirán el podio donde están Sacco y Vanzetti.

Inti y Bryan son considerados mártires, a pesar de que no tenían esa intención. La diferencia se encuentra en los valerosos soldados peruanos que en sendas guerras, se los prepara para sí serlo, todos ellos saben qué quieren y que están destinados a morir en algún momento por su patria. No obstante, estos dos muchachos supuestamente tenían una idea de democracia, pero una democracia enclenque, o mejor dicho, ¿realmente hemos tenido democracia? Sacco y Vanzetti fueron asesinados por su ideología, pues estuvieron conscientes de las consecuencias que tendrían al profesarla en Estados Unidos al inicio del siglo XX, época que se caracterizaba por la xenofobia, terror a las anarquistas, etc.; sin embargo, Inti y Bryan no murieron por ninguna ideología, porque no la tenían, lo que sí tuvieron fue, claramente, mala suerte. De este modo, no considero héroes a estos jóvenes compatriotas, pero tampoco pienso que mereciesen morir de esa manera y menos que se apropien de sus nombres para fines políticos, aquello es indigno. Los responsables son todos: los marchantes civiles y la Policía. Inti Sotelo y Bryan Pintado solamente estuvieron en el lugar equivocado y momento equivocado. El colectivo social de inmediato culpó a la Policía sin pruebas y etiquetaron a ambos jóvenes como defensores de la democracia cuando no estaban dispuestos a morir por sus ideales, a puertas de un bicentenario manchada de mucha sangre. Qué fácil resulta ser patriota cuando otros mueren por ti.

3 Comentarios

  1. UNA INTERESANTE REFLEXIÓN A PARTIR DE LA INTERTEXTUALIDAD QUE NOS PERMITE ANALIZAR Y COMPRENDER HECHOS SIMILARES EN DIFERENTES CONTEXTOS. ÉXITOS MI QUERIDO BRYAN

  2. Me hiciste recordar películas tan buenas, que las volveré a ver, lástima que ya no se hagan más películas así. Buen análisis estimado.

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