Por: Luciano Revoredo
El fenómeno de las migraciones es una de las más grandes crisis que afronta la humanidad en este momento. En nuestra región los millones de venezolanos que han abandonado su país huyendo de la miseria que propicia el socialismo han generado situaciones lamentables en Ecuador, Colombia, Chile y nuestro país. Si bien es cierto que una buena parte de esta migración son familias y personas trabajadoras buscando un futuro mejor, también es cierto, y es una verdad que se habla a media voz, que la criminalidad ha aumentado en intensidad y cantidad con la también evidente migración de delincuentes y avezados criminales.
En los estados Unidos la situación no es muy diferente. Las políticas erráticas del fracasado gobierno de Biden y las de los estados gobernados por demócratas están generando una clase de habitantes en su mayoría migrantes que viven de la rapiña o del favor del estado. Estados antes emblemáticos del american way of life, es decir, un modo de vida que privilegiaba la libertad individual, la búsqueda de la felicidad, la igualdad de oportunidades, el consumo, la movilidad social y la democracia, hoy son espacios tomados por la decadencia, las drogas, la delincuencia y un futuro incierto.
El caso de Europa es más dramático aún. Durante años el progresismo dirigido desde la nefasta Unión Europea ha impulsado medidas para buscar la acogida de supuestos refugiados, para promover la interculturalidad y la apertura. El resultado es que miles de musulmanes han invadido los principales países y ahora ya empiezan a pretender imponer sus costumbres.
La llegada de “refugiados” resulta por lo menos sospechosa, llegan miles de hombres y muy pocas mujeres y niños. ¿Qué clase de refugiados de guerra o desplazados son estos que solo son hombres en edad productiva? Lamentablemente las autoridades y la prensa progresista callan sobre este tema.
Paris, Londres y Estocolmo ya tienen barrios enteros en que impera la sharía y la policía simplemente no manda. La cantidad de violaciones de mujeres por parte de migrantes y las invasiones de inmuebles también son silenciadas y si alguien se atreve a mencionar la nacionalidad de los criminales es sometido a la más inmediata cancelación. Los ataques antisemitas también se multiplican y son obra de fanáticos musulmanes.
Por su parte el Papa Francisco que ha convertido la iglesia de Cristo en una ONG progre, constantemente expresa su preocupación por la necesaria acogida que se debe brindar a los refugiados y migrantes, a la vez que calla sobre la persecución de cristianos en África, en Nicaragua o China.
Finalmente, tras años de avance de perniciosas políticas del mundialismo progresista hay algunas reacciones con Meloni en Italia que está tomando medidas al respecto, con Orbán en Hungría que tiene muy claro este problema y ahora con la nueva legislación que se viene aplicando en Bélgica donde se acaba de prohibir que hombres solos sean acogidos en las casas de apoyo a los refugiados. Parece que se empiezan a abrir los ojos.
Ya es tiempo también que en nuestro país se empiece a ver este asunto con seriedad. Sin duda no es políticamente correcto decirlo. Pero ya no es tiempo de andar divagando si plan Bukele o plan Boluarte. Urgen medidas inmediatas para reprimir con todo el peso de la ley al crimen organizado extranjero. Mañana es tarde.
No se olvide del caso Danés, gobierno de izquierdas, que ya está tomando medidas contra la migración exclusiva musulmana de varones adultos, restringiendo ayudas y permisos