
Por: Carlos Vermejo
El Papa Leon XIII fue pionero en exhortar contra los inicios de la herejía del modernismo, es de hecho el Papa San Pio X, quien abordó de lleno el fondo del Modernismo en su encíclica “Pascendi” describiéndolo y condenándolo, suya es la frase de que “el modernismo es la suma de todas las herejías”(1) “Es la herejía de todas las herejías. No es un tumor, es la metástasis”(2).
Esta encíclica “no sólo condenaba un error, sino que, exhaustivamente y desde sus raíces más profundas exponía la doctrina que condenaba. En efecto, las doctrinas modernistas no habían sido presentadas por sus autores como un sistema orgánico. Sin embargo, en la Encíclica el Pontífice muestra cómo aquella amalgama de errores responde a una raíz común que encierra grave peligro para la fe católica” (2). Cabe mencionar que el modernismo es un conjunto de ideas que tienen un desarrollo filosófico con razonamientos muy elaborados pero errados (sofismas) y que se han desarrollado en asociaciones filosóficas de orden esotéricas y que también abarcan algunas escuelas teológicas y luciferinas.
El Papa San Pio X, caracteriza al modernismo por tres de sus leyes fundamentales, cada una de ellas es herética y desprenden una serie de conclusiones que también son heréticas. La primera ley es el agnosticismo, lo que afirma es que la razón humana “es incapaz de elevarse hasta Dios, ni aun para conocer su existencia, de algún modo, por medio de las criaturas: tal es su doctrina. De donde infieren dos cosas: que Dios no puede ser objeto directo de la ciencia; y, por lo que a la historia pertenece, que Dios de ningún modo puede ser sujeto de la historia”. Esto crea una ciencia e historia distorsionada que descarta las manifestaciones divinas y la revelación “la ciencia debe ser atea, y lo mismo la historia; en la esfera de una y otra no admiten sino fenómenos: Dios y lo divino quedan desterrados” (3).
Basados en esta primera ley, nuestro conocimiento de Cristo es mutilado hasta reducirlo a un hombre cualquiera, la biblia se reduce a una crónica histórica referencial, la revelación de Dios al hombre queda convertida en una novela de ciencia ficción, es un escándalo, incluso teniendo aún seguidores ignorantes de las siguientes excomuniones decretadas en el Concilio Vaticano I, «Si alguno dijere que la luz natural de la razón humana es incapaz de conocer con certeza, por medio de las cosas creadas, el único y verdadero Dios, nuestro Creador y Señor, sea excomulgado»(4). Igualmente: «Si alguno dijere no ser posible o conveniente que el hombre sea instruido, mediante la revelación divina, sobre Dios y sobre el culto a él debido, sea excomulgado»(5). Y, por último: «Si alguno dijere que la revelación divina no puede hacerse creíble por signos exteriores, y que, en consecuencia, sólo por la experiencia individual o por una inspiración privada deben ser movidos los hombres a la fe, sea excomulgado»(6).
La segunda ley del modernismo es la inmanencia vital, “Abolida por completo toda revelación externa, resulta claro que no puede buscarse fuera del hombre la explicación apetecida, y debe hallarse en lo interior del hombre; pero como la religión es una forma de la vida, la explicación ha de hallarse exclusivamente en la vida misma del hombre. Por tal procedimiento se llega a establecer el principio de la inmanencia religiosa. En efecto, todo fenómeno vital —y ya queda dicho que tal es la religión— reconoce por primer estimulante cierto impulso o indigencia, y por primera manifestación, ese movimiento del corazón que llamamos sentimiento. Por esta razón, siendo Dios el objeto de la religión, síguese de lo expuesto que la fe, principio y fundamento de toda religión, reside en un sentimiento íntimo engendrado por la indigencia de lo divino” (7).
Este “sentimiento especial, que tiene por distintivo el envolver en sí mismo la propia realidad de Dios, bajo el doble concepto de objeto y de causa íntima del sentimiento, y el unir en cierta manera al hombre con Dios. A este sentimiento llaman fe los modernistas: tal es para ellos el principio de la religión”(8).
Basados en esta segunda ley, la acción de Dios en la historia es inexistente, y es sola la acción del hombre la que mediante su propio trabajo es capaz de llegar al conocimiento de la verdad y de Dios, como corolario de esta ley se desprende que todas las religiones al nacer del mismo origen interno del hombre, todas son verdaderas e iguales, esta ley también tiene una condena en el concilio Vaticano 1: «Si alguno dijere que el hombre no puede ser elevado por Dios a un conocimiento y perfección que supere a la naturaleza, sino que puede y debe finalmente llegar por sí mismo, mediante un continuo progreso, a la posesión de toda verdad y de todo bien, sea excomulgado»(9).
La tercera ley del modernismo es que la conciencia religiosa tiene el mismo peso que la revelación, “es la ley que erige a la conciencia religiosa en regla universal, totalmente igual a la revelación, y a la que todos deben someterse, hasta la autoridad suprema de la Iglesia, ya la doctrinal, ya la preceptiva en lo sagrado y en lo disciplinar” (10).
“Un ejemplo lo aclarará: lo tomamos de la persona de Cristo. En la persona de Cristo, dicen, la ciencia y la historia ven sólo un hombre. Por lo tanto, en virtud de la primera ley, sacada del agnosticismo, es preciso borrar de su historia cuanto presente carácter divino. Por la segunda ley, la persona histórica de Cristo fue transfigurada por la fe; es necesario, pues, quitarle cuanto la levanta sobre las condiciones históricas. Finalmente, por la tercera, la misma persona de Cristo fue desfigurada por la fe; luego se ha de prescindir en ella de las palabras, actos y todo cuanto, en fin, no corresponda a su naturaleza, estado, educación, lugar y tiempo en que vivió” (11).
“En consecuencia, el sentimiento religioso, que brota por vital inmanencia de los senos de la subconsciencia, es el germen de toda religión y la razón asimismo de todo cuanto en cada una haya habido o habrá. Oscuro y casi informe en un principio, tal sentimiento, poco a poco y bajo el influjo oculto de aquel arcano principio que lo produjo, se robusteció a la par del progreso de la vida humana, de la que es —ya lo dijimos— una de sus formas. Tenemos así explicado el origen de toda religión, aun de la sobrenatural: no son sino aquel puro desarrollo del sentimiento religioso. Y nadie piense que la católica quedará exceptuada: queda al nivel de las demás en todo. Tuvo su origen en la conciencia de Cristo, varón de privilegiadísima naturaleza, cual jamás hubo ni habrá, en virtud del desarrollo de la inmanencia vital, y no de otra manera” (12) Es por ello que para los modernistas cualquier religión es igual a cualquier otra incluso a nuestra religión Católica.
Cito las siguientes palabras que resumen lo que estamos reviviendo en estos días, “La gravedad del error dogmático del modernismo está toda ella en su principio fundamental. Es un cambio radical de la noción misma de «verdad», de «religión» y de «revelación»: la esencia de este cambio está en la aceptación incondicionada del «principio de inmanencia» que funciona como fundamento del pensamiento moderno. Abandona la verdad cristiana a la contingencia de la cultura humana y de la experiencia subjetiva” (13).
Es por lo antes expresado que observamos en el fondo del Sínodo de la Sinodalidad las tres leyes del modernismo que establece por ejemplo la equivalencia de la experiencia y sentimiento personal de los delegados, como el camino permanente para llegar a la verdad y al conocimiento de Dios (proceso sinodal de escucha del Espíritu Santo en el pueblo) a temas ya zanjados por la revelación y doctrina depositada y custodiada por la iglesia estos más de dos mil años, al agnosticismo de varios “expertos” que niegan la revelación misma al eliminar el carácter sobrenatural de los hechos revelados en las palabras mismas de nuestro Señor interpretándolos como alegorías o novelas a ciertos pasajes de la biblia quitándoles el valor debido.
Se falta a la verdad cuando se afirma que este sínodo es similar a los primeros sínodos de la iglesia, aquellos fueron constituidos por sus autoridades y luego conformaron los concilios siendo el último el del Vaticano II, este Sínodo pretende ser un concilio donde se quiere redefinir temas doctrinales y morales ya zanjados claramente en la doctrina y tradición de la Iglesia. En su esencia esta nueva Sinodalidad es el error del modernismo en su máxima expresión al querer tener un valor mayor al de la revelación, la doctrina y la tradición, sin embargo la forma de este sínodo tiene además dos enfoques que se complementan y que paso a presentar.
El primero es la influencia de un marxismo aplicado a la teología que tiene su primera versión en la teología de la liberación, pero que ahora se torna en una praxis cultural gramsciana que trabaja con la semiótica y la manipulación del lenguaje para cambiar la doctrina e inculcar un nuevo concepto que ahora se expresa como “sinodalidad”, la estrategia es un término fuerza, simpático, mágico con un significado variable, y que cambia de acuerdo a quien se responde, también como parte de la estrategia se requiere de referentes morales, por ello el cambio con impresentables en todas las instituciones de influencia y moral de la iglesia, aborteros, ateos, depravados y marxistas han llenado estas posiciones.
La Sinodalidad para el público en general es el acompañamiento, la escucha, pero en realidad es el mecanismo para imponer el cambio, la revolución, dialogo solo si piensas como la cúpula, la casta o el politburó, inclusión solo si piensas igual, sino sanción, castigo y persecución implacable, pero si piensas igual, el premio, el poder, el ascenso, parte de la guerra cultural que impone el pensamiento único.
La visión marxista se equipara a la organización soviética, los delegados sinodales son como los soviets, teniendo su máxima expresión en el sínodo de la sinodalidad que es la representación del pueblo que actúa bajo las instrucciones del politburó, que son los encargados de tener la escucha oficial y representación del pueblo (interpretes legitimados del Espíritu Santo) llamados a liderar la revolución, el cambio.
A esto se le añade la segunda forma característica, el neomesianismo, ya no es Cristo el mesías, nuestro salvador, ahora la doctrina y la palabra es de otro mesías, oculto, pero que ya escribió los documentos del sínodo y sus conclusiones, un nuevo evangelio de la moral, de los nuevos sacramentos, de la destrucción de los dogmas, preocupado por la pobreza, y de las soluciones salvadoras del mundo. Si hay mucho lío, posiblemente empleen la estrategia de la gradualidad, me pregunto si ¿Estaremos atestiguando la sombra del falso profeta en esto?
Y en el fondo ese inmanentismo, cambiar nuestra visión a la trascendencia para dirigirla a resolver los problemas temporales del hombre en un humanismo sin Dios, el sincretismo para recoger las otras “verdades” de las otras religiones, el relativismo que nos dice que nada se juzga, solo Dios sabe si te salvas o no, la realidad del pecado se relativiza, y con ello el arrepentimiento y ni se menciona el propósito de enmienda, todos los sacramentos son relativizados y redefinidos, los dogmas deben ser adaptados con el tiempo de acuerdo a las necesidades de la vida misma, es decir la revelación y la verdad ajustada a los gustos del tiempo actual, una nueva religión construida por el politburó.
Qué hacer, creo que ya es hora de ser conscientes de que de este sínodo de la sinodalidad no saldrá nada bueno, y por la forma y alcance que se le ha dado, no tiene la legitimidad para ser impuesto, al igual no tienen sustento para poder ser impuestos aquellos documentos que no están relacionados a la revelación ni a la doctrina y que abarcan campos que están fuera del ámbito teológico para meterse en temas inmanentes temporales donde no tienen competencia, queda perseverar en el deposito de la doctrina, de la verdad y la fé de siempre, de la tradición, es la hora de la prueba, orar, resistir y actuar, recuerden no tengan miedo, nuestro Señor Reina y somos vencedores con Cristo Jesús y rogamos a nuestra Santa Madre nos ayude a estar a la altura de las circunstancias.
Termino con dos párrafos introductorios muy actuales de la encíclica Pascendi Domini Gregis que les recomiendo leer:
Al oficio de apacentar la grey del Señor que nos ha sido confiada de lo alto, Jesucristo señaló como primer deber el de guardar con suma vigilancia el depósito tradicional de la santa fe, tanto frente a las novedades profanas del lenguaje como a las contradicciones de una falsa ciencia. No ha existido época alguna en la que no haya sido necesaria a la grey cristiana esa vigilancia de su Pastor supremo; porque jamás han faltado, suscitados por el enemigo del género humano, «hombres de lenguaje perverso», «decidores de novedades y seductores», «sujetos al error y que arrastran al error».
Hablamos, venerables hermanos, de un gran número de católicos seglares y, lo que es aún más deplorable, hasta de sacerdotes, los cuales, so pretexto de amor a la Iglesia, faltos en absoluto de conocimientos serios en filosofía y teología, e impregnados, por lo contrario, hasta la médula de los huesos, con venenosos errores bebidos en los escritos de los adversarios del catolicismo, se presentan, con desprecio de toda modestia, como restauradores de la Iglesia, y en apretada falange asaltan con audacia todo cuanto hay de más sagrado en la obra de Jesucristo, sin respetar ni aun la propia persona del divino Redentor, que con sacrílega temeridad rebajan a la categoría de puro y simple hombre.
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Enciclica Pascendi Domini Gregis de Su Santidad San Pio X, punto 38 tomado de: https://www.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html
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Articulo sobre el Modernismo Compendio de todas las herejías tomado de: https://es.catholic.net/op/articulos/70285/cat/1261/modernismo-compendio-de-todas-las-herejias.html#modal.
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Enciclica Pascendi Domini Gregis de Su Santidad San Pio X, punto 4, tomado de: https://www.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html
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Concilio Vaticano I, II De la revelación, Canón 1
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Ibíd., Canón 2
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Ibíd, III De la fé, Canón 2
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Enciclica Pascendi Domini Gregis de Su Santidad San Pio X, punto 5, tomados de: https://www.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html
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Ibíd., punto 5
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Concilio Vaticano I, II De la revelación, Canón 3
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Enciclica Pascendi Domini Gregis de Su Santidad San Pio X, punto 6, tomados de: https://www.vatican.va/content/pius-x/es/encyclicals/documents/hf_p-x_enc_19070908_pascendi-dominici-gregis.html
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Ibíd., punto 7
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Ibíd., punto 8
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Articulo sobre el Modernismo Compendio de todas las herejías tomado de: https://es.catholic.net/op/articulos/70285/cat/1261/modernismo-compendio-de-todas-las-herejias.html#modal.