Política

ELECCIONES 2020: SALIDA BLOQUEADA Y PELIGROSA

Por: Ángel Delgado Silva

Sin duda, la vía electoral debiera ser el método democrático para salir de la crisis política, deshacernos de Vizcarra y su banda; y, por cierto, enfrentar en serio la pandemia, la bancarrota económica y el desamparo social, que nos depara el Perú bicentenario. Empero, este camino está lleno de sombras funestas que marchitan los escasos atisbos de esperanza. Y en su tortuosa andadura el peligro de rodar por el abismo insondable del caos, es una posibilidad harto verosímil.

La conjunción del miedo al contagio más la angustia por la miseria creciente, traumatiza a las mayorías, restando espacio para pensar en otras cosas. Para millones de peruanos, que se retuercen en la desesperación, las elecciones son un rumor apenas, en la lontananza. Un ritual que no les dice nada y, por tanto, tampoco esperan nada. El compromiso cívico, siempre precario en el curso de nuestra historia política, alcanza ahora su más espeluznante nadir.

Bastaría esta radiografía para revelar los incordios del proceso electoral, convirtiéndolo en uno de los más patológicos. Sin embargo, no es lo más letal del escenario. Los mayores peligros de borrasca infernal se localizan en la cúpula estatal. La investigación fiscal en torno al caso “Swing”, más los audios donde Vizcarra se despacha obscenamente, vienen comprometiéndolo en una forma clamorosa. Y salvo, que en los próximos días, gracias a sus poderosas influencias, logre torcer el rumbo indagatorio, no sería extraño suponer que, al término de su mandato, el moqueguano troque la Casa de Pizarro por la carceleta del Poder Judicial.

En estas condiciones, ¿está garantizada la limpieza de las elecciones?. Muy difícil afirmarlo. Porque la tentación que el aparato del Estado, su presupuesto, el control sobre los mandos militares y policiales, y sus respectivos servicios de inteligencia, se utilicen para manipular los comicios, es demasiada intensa.  Resulta natural que quien se siente amenazado, tanto en su libertad y su patrimonio, mueva todos sus recursos y poder para obtener impunidad. No habría sorpresa, entonces, que Vizcarra apoye con fondos públicos a los candidatos que aseguren cuidarles las espaldas, después de ser elegidos. Tampoco que use descaradamente su control sobre la gran prensa intoxicada, dependiente de la propaganda estatal. Este infame pacto bien podría estar siendo elucubrado, justo en estos momentos que escribimos estás líneas.

Se ha dicho, pero es menester repetirlo mil veces y en voz alta. (¡Quizá gritarlo a todos los vientos!): “Estas elecciones no son normales ni corresponden a los tramites regulares para el recambio del poder. Muchos candidatos de buena fe, parecen no tener conciencia de esta insólita partitura. Y pueden, sin querer, prestarse al circo electoral y ser cómplices involuntarios de un fraude descomunal. A la ciudadanía democrática sólo queda alertar de estos peligros y dar la cara para defender a la República.

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