CASO PEDRO SALINAS: CREDIBILIDAD DE LA UNIVERSIDAD DEL PACÍFICO EN TELA DE JUICIO

Algunos medios de la prensa nacional han informado en los últimos días sobre un “estudio” realizado por la clínica jurídica de la Universidad del Pacífico en relación con el proceso por difamación que se ha llevado contra el periodista Pedro Salinas. La República, por ejemplo, titula así su nota: “Pedro Salinas: Clínica Jurídica muestra que periodista no difamó a José Eguren”. El Comercio, por su parte, señala que “Informe de Universidad del Pacífico concluye que Salinas no difamó a Eguren”.
A propósito de este informe, el Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro ha preparado un análisis en el que se señalan varios fallos de procedimiento que evidencian la falta de competencia con la que se ha pretendido llegar a la anacrónica conclusión de que no hubo difamación cuando el gorro de difamador ya lo tiene Pedro Salinas puesto, y bien puesto. El análisis del Centro Tomás Moro hace notar la parcialidad del informe así como una serie de imprecisiones jurídicas y conceptuales que dejan muy mal parado al mal llamado amicus curiae.
En efecto, lo primero que se hace notar en el análisis es la imprecisión pueril que comete la clínica jurídica de la Universidad del Pacífico al titular “amicus curiae” a su informe. La carta fechada el 3 de mayo con la que se da a conocer el trabajo dice: “La Clínica Jurídica de la Facultad de Derecho de la Universidad del Pacífico hace público el Informe Jurídico (Amicus Curiae) elaborado en el caso…”. Un Amicus curiae es un tipo de instrumento realizado por un especialista, no involucrado judicialmente en un proceso en curso, para contribuir a la resolución del asunto en cuestión, desde su experiencia y conocimiento del tema. Por ejemplo, Juan está en litigio con José a causa de la venta de un inmueble. Van a juicio. Durante el juicio, un tercero, no involucrado en el juicio, ofrece una solución a la disputa o su opinión versada al respecto. Por ejemplo, María, especialista en derecho comercial, amigablemente —de ahí el nombre— ofrece un escrito con una opinión sobre el proceso.
Como puede verse, a partir del ejemplo escolar, el escrito dado a conocer a la opinión pública no puede denominarse “amicus curiae” (que significa amigo del tribunal), pues ya no hay proceso en curso; no hay tribunal al cual, amigablemente, ofrecerle una ayuda. Como se recordará, el proceso por difamación agravada contra Pedro Salinas está concluido. La condena se pronunció el 8 de abril y la lectura del fallo se efectuó el pasado 22 de abril. Si el título de un escrito debe reflejar su naturaleza, la clínica jurídica comenzó mal su intento.
Cuesta creer que los miembros de la clínica involucrados no tuvieran conocimiento de que su informe no constituye un amicus curiae. Quizá el escrito debería denominarse “amicus Petri” (amigo de Pedro), o “amicus detractoris” (amigo del difamador). De hecho, el abogado que aparentemente lideró la elaboración de este trabajo, Andrés Calderón, ya había dado muestras amigables con Pedro Salinas anteriormente, por ejemplo, en su artículo “Profesión de alto riesgo”, publicado en El Comercio el pasado 15 de abril (https://elcomercio.pe/opinion/mirada-de-fondo/profesion-alto-riesgo-andres-calderon-noticia-626623).
¿Cuál habrá sido el móvil que llevó a un organismo de una afamada universidad a involucrarse en el caso del difamador Pedro Salinas? Sinceramente nos deja intrigados. Más aún cuando los yerros de este amicus Petri son de tal naturaleza que a lo único que contribuyen es a mermar el bien ganado prestigio de una casa de estudios como la Universidad del Pacífico.
El análisis del Centro Tomás Moro puede encontrarse aquí.
https://drive.google.com/open?id=1K3zqcLnZHfskmAMt2vqyss4rIcgDCxrn
Un excelente análisis