Internacional

BIDEN SE ARRODILLA ANTE XI JINPING DEJANDO QUE CHINA ASESINE Y SE SALGA CON LA SUYA (*)

Por: Steven W. Mosher

La reunión en Bali entre el presidente estadounidense y el dictador chino fue sorprendente no por lo que dijo Biden, sino por lo que calló.

Entre los temas tabú destacaron el Fentanilo, Uyghur y la mayor omisión, el COVID.

Es casi como si Joe Biden estuviera sentado en el aula del Instituto Confucio de la Universidad de Stanford, donde todos saben que ciertos temas están prohibidos. Por ejemplo: Tíbet, Taiwán y Tiananmen, más conocidas como las “tres T”.

(Los libraré de la tentación de encontrar una abreviatura para Fentanilo, Uyghur y COVID.)

El fentanilo debe ocupar un lugar destacado en cualquier lista de temas de agenda a discutirse con China. Más de 100.000 jóvenes estadounidenses mueren cada año debido a la fluida colaboración entre los fabricantes de drogas chinos y los carteles mexicanos en la producción de esta droga mortal.

Xi Jinping podría detener el flujo de proveedores de opioides a México de la noche a la mañana, si así lo decidiera. Pero por supuesto que no lo hace ni lo hará, porque es una triple victoria para él. Mediante el tráfico de drogas, China hace dinero, debilita a su principal adversario, y cobra revancha de Occidente por las Guerras del Opio – una muerte de fentanilo a la vez. Mata tres pájaros de un solo tiro.

¿Por qué Biden no ha protestado contra esta mortífera guerra química – la Tercera Guerra del Opio – que China está librando contra los Estados Unidos a través de terceros?

Una razón podría ser que discutir el fentanilo haría evidente la total falta de control en las fronteras, que la administración Biden se esfuerza inútilmente por afirmar que son “seguras”. Si Biden mencionara los opioides, la respuesta obvia de Xi sería: “controla tus fronteras y eso no sería un problema”.

Otro tema no mencionado por Biden es el genocidio en curso contra los uigures. El encarcelamiento de los hombres, la esterilización de las mujeres y la esclavización de los jóvenes es un crimen permanente contra la humanidad. La administración anterior lo condenó como un genocidio, y todavía lo sigue siendo.

Pero no fue solo la cuestión de los uigures lo que se quedó fuera. Biden tampoco criticó a Xi por la asimilación forzada de tibetanos, mongoles y otras minorías, la persecución de cristianos y otros creyentes, o el aplastamiento de la democracia en Hong Kong.

En su lugar, solo hubo una mención muy superficial sobre los derechos humanos y simplemente siguió adelante.

Pero la enorme omisión de su discurso fue un virus diminuto. En los últimos tres años, la enfermedad que causó ha causado millones de muertes y billones de dólares en daños económicos.

Biden no ha dicho nada durante toda la pandemia COVID. Ni exigió una investigación sobre el laboratorio Wuhan, ni insistió en reparaciones por los estragos que su virus manipulado ha causado en todo el mundo. Simplemente dejó a China fuera de la foto, incluso cuando estaba extendiendo la Emergencia de Salud COVID en EE.UU. hasta el próximo año.

Lo que obtuvimos en su lugar fue una explosión del pasado, ya que Biden volvió a sus temas de conversación de 2016.

Biden se presentó ante Xi como un mendigo, rogando a China una vez más que controlara a su estado subordinado, Corea del Norte, y exhortándola a cooperar con EE.UU. en la cuestión del cambio climático.

Podemos esperar entonces que paquetes de ayuda de miles de millones de dólares estén en camino a Pyongyang en breve, ya que tomaremos el “consejo” de China de intentar sobornar a “Little Rocket Man” (Kim Jong Un) para que se comporte bien.

En lo que respecta a la “crisis climática”, el contaminador más grande del mundo necesitaría mucho estímulo para jugar esa partida. Un aumento proyectado de 1 grado en la temperatura de la Tierra durante el próximo siglo no le quita el sueño a Xi ni por un segundo.

Más bien, Xi sueña con desindustrializar a EE.UU., alentarlo a cerrar la producción de energía y pagar por el pecado de usar combustibles fósiles dilapidando dinero en el resto del mundo.

Por supuesto, mientras Estados Unidos se autodestruye, China continuará poniendo en funcionamiento una central eléctrica de carbón cada dos semanas más o menos.

Xi Jinping está trabajando hacia un mundo en el que China sea dominante económica, política y militarmente. Todo lo que hace está dirigido hacia este fin. Biden, por otro lado, está ansioso por restablecer relaciones comerciales con China.

Analicemos el asunto de Taiwán. En el transcurso del año pasado, el presidente Biden ha dicho en cuatro ocasiones diferentes al público estadounidense que defendería la democracia de la isla si fuera atacada.

Frente a Xi, sin embargo, se acobardó. Cuando surgió el tema de la defensa de Taiwán contra un ataque de China, Biden volvió a “ambigüedad estratégica.” Esta política de “quizás lo hagamos y quizás no” lo único que provoca es envalentonar a China.

La única promesa que Biden sacó de la reunión fue la declaración de que un ataque a Taiwán no es “inminente.

¿Y si sucediera, digamos… la próxima semana?

Biden se pone fuerte solo cuando habla ante los estadounidenses, pero cuando se enfrenta al emperador Xi, se inclina tan bajo como sus viejos huesos crujientes se lo permiten.

Aparentemente no sabe que, para Xi, nunca podrá humillarse lo suficiente.

Xi Jinping quiere que EE.UU., tal como la conocemos actualmente, esté muerto y enterrado.

 

 

(*) Publicado originalmente en inglés en New York Post https://nypost.com/2022/11/19/biden-kowtows-to-xi-jinping-and-lets-china-get-away-with-murder/
Steven W. Mosher es Presidente de Population Research Institute y autor de “The Politically Incorrect Guide to Pandemics.”

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