Política

ASÍ NO ACTUÓ SAN LEÓN MAGNO, CARDENAL BARRETO

Por: Manuel Castañeda Jiménez

El magnífico cuadro de Rafael Sanzio que se encuentra en las “Estancias de Rafael” en el Vaticano, muestra al Santo Pontífice León I el Magno, encontrándose con Atila cuando el terrible jefe de los hunos se dirigía hacia Roma. Sabido era que “donde pisaba su caballo no crecía la hierba”. Tiempo atrás había querido arrasar Orléans, pero su obispo San Aignan le salió al encuentro y trató de disuadirlo; no lo consiguió, pero ello permitió que cuando Atila se dirigía a su cometido, llegara el ejército romano y le pudiera hacer frente, librándose la ciudad del saqueo y la muerte.

Cuando quiso invadir la ciudad de Troyes, fue el obispo San Lupo quien salió a enfrentarlo:

  • ¿Qué quieres”, le pregunta Atila.
  • La paz de Dios para mi ciudad, le contesta San Lupo.
  • ¡Yo soy el azote de tu Dios!
  • Es cierto, pero si el azote resiste al Dios que de él se sirve, ese Dios puede romperle.
  • ¿Quién eres tú que provocas a Atila?
  • No soy matador de hombres, antes bien doy la vida por mi rebaño.
  • Si pastor de hombres eres, guíame hasta el Rin y allí serás libre.

Y así se libró también Troyes.

Después de su derrota en los Campos Catalúnicos, Atila derramó su hueste sobre Italia. Bellas ciudades sufrieron la devastación. Muchos huyeron hacia pequeñas islas en el Adriático y edificaron sus casas, que con el tiempo se transformarían en los palacios de la hermosa Venecia.

Rávena, Padua, Vicenza, Verona, Brescia, Bérgamo, Milán y Pavía sufrieron el saqueo y ultraje de los hunos. En ninguna tuvo Atila nadie que lo enfrentase como en la Galia. Y, así, se dirigió a Roma.

Desde las alturas de las colinas romanas, uno solo conservaba la calma y depositaba sus esperanzas en el cielo. San León I, sucesor de San Pedro. Salió el anciano Papa a encontrar a Atila cerca del río Milvio, acompañado de su clero y de dos senadores. Algunos historiadores registran el diálogo que resumimos a continuación:

– Solo Atila es grande. ¿Quiénes sois? (…)

– Vengo en nombre de Aquel que te crió para asombrar la tierra y te concedió el poder para ejecutar sus sentencias (…). Esto dice el Señor Dios: En este día suben palabras sobre tu corazón y maquinas perversos designios; y dices: (…) iré a los que están en sosiego y sin recelo, y robaré despojos, y pondré mi mano sobre el pueblo que ha sido recogido de las gentes (…) Pues si tal haces, dice el Señor, heriré tu arco en tu mano izquierda, y haré caer tus saetas de tu mano derecha. Sobre los montes de Israel caerás tú, y todas tus huestes y pueblo que están contigo; a las fieras, a las aves, y a todo volátil, y a las bestias de la tierra te entregaré para que te devoren. Esparciré tu carne en los collados, y cegaré los valles con tus sangrientos pedazos. Cubriré la tierra hasta la cima de los montes con la sangre negra de tus innumerables huestes, y sus restos colmarán los valles. Cuando tú murieres, anublaré el cielo y oscureceré las estrellas, cubriré el sol con una nube y la luna no derramará su luz. Las estrellas llorarán sobre ti, y extenderé las tinieblas sobre tu reino maldito, cuando los tuyos cayeren sin vida en medio de la tierra. El universo entero temblará cuando mi soplo empuje tus restos hasta unas tierras que no conoces; y desde aquel día y en todos los tiempos sucesivos las naciones sabrán que yo soy el único Señor, y que me he compadecido de la aflicción de mi pueblo a la misma hora que mi justicia iba a exterminarlo en su iniquidad.

– (…) En ninguna parte he visto al Todopoderoso que me anuncias.

– Se le conoce obrando bien. Invisible a los ojos de los devastadores del mundo, les sigue paso a paso, y cuando van más lejos que su voluntad, sopla sobre ellos y los barre de la tierra. (…)

– Rugiendo enfurecido, Atila se dirigió a los dos senadores: “¿Cuál de vosotros se hubiera atrevido a hablarme de tal modo? Sois dignos del que llamáis señor vuestro, y a quien no quisiera yo como copero. He encontrado un varón más fuerte que los que llevan espada: su valor estimo, y por consideración a él pasaré esta vez por delante de Roma sin arrasarla.

San León salvaba de este modo a Roma. Atila murió poco después. Era el año 452 d.C. Hasta aquí el relato de cómo santos obispos se enfrentaron a la mayor fiera conocida de entonces.

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No puedo juzgar el fuero interno del cardenal Barreto. Eso está entre él y Dios. Tampoco soy nadie para osar decir una palabra sobre su vida espiritual y los tropiezos que como cualquier ser humano pueda haber tenido en su vida. Son los hechos concretos, las actitudes concretas las que pueden ser materia de pronunciamiento y conclusiones respecto de su significado y trascendencia.

A nadie escapa que el actual gobierno encabezado por el señor Castillo no ha tenido, en el tiempo que lleva rigiendo al Perú, un deslinde claro, terminante, contundente y definitivo con los remanentes de Sendero Luminoso ni con la corrupción enquistada en el Estado. Muchos lo han calificado de “pro terrorista”. Más bien, mientras voltea la cara a lo ordenado por el Tribunal Constitucional de liberar al señor Fujimori, quien padece una prisión POLÍTICA desde hace años, indulta terroristas condenados justamente por sus crímenes, y en una ofensa sin precedentes contra el Congreso, designa de asesor en el Ministerio de Salud, a un ministro recién censurado.

Tampoco escapa a nadie que el régimen ha ocasionado desastres en la economía nacional y en el prestigio del país, e infestado muchas instituciones con gente por demás cuestionada. Por lo que más de dos tercios del país clama porque se vaya. Todos los precios se han disparado y caminamos con paso firme hacia que no haya más pobres en un país rico: porque, efectivamente, a este paso ya no quedarán pobres en el Perú, pues todos seremos miserables.

Así que, cuando el cardenal Barreto, cual si fuese vocero del partido de Gobierno, o del Presidente, sale muy orondo a anunciar que habrá cambios de gabinete y que el presidente tiene la intención de cambiar de rumbo, lo único que hace es darle sostenibilidad a un gobierno que, a semejanza de Atila con las ciudades del imperio romano, está arrasando con el Perú.

Lo único concreto que ha logrado Su Eminencia es que el Primer Ministro quien, por lo que se ve, o no domina su temperamento o está perfectamente consciente y dice barbaridades adrede, lo maltrate verbalmente y con ello lo coloque como una víctima de los desatinos gubernamentales. El Primer Ministro –ya parece chiste de mal gusto– ha llegado a acusar de “derechista” al cardenal, gran factor de la victoria del señor Castillo en las últimas elecciones.

No hay duda que las palabras del Premier al tildar de “miserable” a un dignatario eclesiástico son inadmisibles. Se olvida Su Excelencia el señor Torres que está en una posición donde no toma decisiones ni gobierna para un grupito, sino para todos los peruanos, le caigan bien o no. Aunque por su edad seguramente será difícil que enmiende su manera de ser. Se dice que a medida que se avanza en edad se acentúan las cualidades y los defectos de las personas; así que no tenemos mucha esperanza de que el señor Torres se dulcifique. De lo que sí tenemos esperanza es de que el Santo Padre releve como obispo de Huancayo al cardenal Barreto para que no siga actuando de manera a engatusar a la población proclamando supuestas actitudes próximas a tomar por el presidente Castillo, que si las quisiera, ya las habría adoptado de inmediato y habría llamado públicamente la atención a su Primer Ministro. Al no hacerlo y mantenerlo en el cargo, deja claro que admite lo dicho por su Premier, y que fue falso todo lo que el cardenal dice que le dijo.

El cardenal Barreto no es un chiquillo que pueda pecar de ingenuidad. Si fuera un ingenuo, no sería cardenal. Todo, por tanto, más parece un montaje. ¡Qué distinta la actitud de San León Papa, San Lupo y San Aignan! Ellos se enfrentaron a un devastador, haciendo prevalecer la luz de la fe y advirtiendo al bárbaro el tremendo castigo que le espera por sus maldades. Si el señor Cardenal hubiera acudido a Palacio para encarar al mandatario, hacerle ver el cúmulo de injusticias que viene cometiendo, especialmente la afectación de los más pobres, y las terribles consecuencias para su alma en caso de no rectificar, habría merecido el aplauso de todos los creyentes y no el rechazo masivo a lo que tiene todos los visos de una maniobra política deleznable.

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Un último detalle sobre la orden de liberación emitida por el Tribunal Constitucional sobre el señor Fujimori: todo derecho que adquiere una persona, pasa a integrar su patrimonio personal. Desconocerlo es arrebatar  parte del patrimonio, lo cual equivale a una confiscación. El indulto que le otorgó el señor Kuczynski, generó un derecho para el señor Fujimori y, como tal, no puede ser desconocido por tribunal ni persona alguna. Solo el señor Fujimori puede decidir renunciar o no a su derecho. Un juez puede, dado un pleito sobre un derecho, desconocerlo para alguien o no. Pero desconocer el derecho a la libertad que procede de un indulto cuyo autor no lo ha cuestionado, constituye un abuso de enorme magnitud; constituye una injusticia, una prepotencia y un abuso de poder. Sería equivalente a que después de que un padre reconociese a un hijo unilateralmente (el indulto es, igualmente, un acto unilateral), un juez decidiese que la voluntad del padre estuvo viciada y anule el reconocimiento del hijo, a pesar de que el autor ratificase su decisión. El señor Castillo, el señor Torres y todos los involucrados, serán pasibles de acusación constitucional por no acatar el mandato del Tribunal. Y ello, tal vez si las cosas mejoran y tengamos autoridades –civiles y eclesiásticas– más idóneas, debería también alcanzar a quienes, por omisión, consintieron en continuar la injusticia y no plantearon la denuncia constitucional debida.

3 Comentarios

  1. Tienes toda la razón Manuel,es increíble que el Cardenal Barreto se haya quedado callado aceptando el insulto del Premier Torres.
    Vamos camino a ser un país comunista sin quererlo y se advierte mucha pasividad en todos los sectores prensa y estado haciendo su trabajo NO TOCAR A CASTILLO como si fueran complices de ésta debacle en la que nos encontramos,Condori tubo que renunciar por la presión de la prensa ante tamaña patraña del Ejecutivo de mantenerlo en el Ministerio de Salud.
    En fin Dios nos coja confesados.

  2. Una reseña de la historia que nos muestra el atrevimiento de la ignorancia encaramada, entrelazada con la maldad del que tiene el poder y con su ambición atropella a quienes son cómplices o por temor se lo permiten.
    La luz de la justicia que Dios ilumina sabrá alzar oportunamente el estandarte de la verdad que oriente al país adecuadamente.
    Esperemos que San León Magno inspire a las autoridades de nuestra Iglesia y la filegresia despierte del letargo, venciendo el temor y luchando por ganar las calles el LIBERTAD

  3. Pues, por lo visto, Barreto fue por lana (enviado por la caviarada) y salió trasquilado. Probablemente se dejó convencer de hacer tal ridículo exponiendo su anciana persona a las pezuñas de Animal.

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