Política

¿VALEN LA PENA DOS AÑOS MÁS DE DINA?

Por: María Ximena Rondón

La posibilidad de cesar a la presidenta Dina Boluarte de su cargo vuelve a estar sobre la mesa. Muchos alegan que la situación se ha descontrolado y la permanencia de la mandataria es insostenible debido a la incapacidad de su administración. Los ánimos se caldean y las emociones mueven esta iniciativa.

Pero ¿realmente vale la pena vacar a Dina quedando dos años para su gobierno?

En primer lugar, como país debemos aprender que las elecciones no se reducen al presidente o al congreso, sino que el vise presidente es parte del paquete, junto con el gabinete que estos elijan de acuerdo a su línea. Y todos sabían qué clase de persona era la vise presidenta, pero en este país las emociones pueden más que la razón.

Lo que intriga es si realmente al país le iría mejor si Dina Boluarte saldría. Quizás podría costarnos más caro que varios Rolex pues requeriría organizar nuevas elecciones para un cargo que durará menos de dos años. Pues. ¿quién garantiza que asumirá el cargo una persona que tenga las cualidades necesarias para enfrentar la crisis actual? Podríamos correr el riesgo de tener otro Sagasti o alguien peor que desestabilice aún más al país.

¿Vale la pena correr ese riesgo? Es un arma de doble filo.

Además, otro de los problemas es que dentro de lo que se puede considerar la derecha, no hay un mutuo acuerdo/alineamiento entre las facciones cristianas-evangélicas, liberales económicas, católicas, conservadoras, entre otros. No hay un líder que unifique ni solidifique esa posición. No hay candidato para ese puesto tras una potencial vacancia.

También deberíamos preguntarnos si tenemos dicho sujeto para las elecciones generales que se celebrarán en 2026.

Nuestra clase política debería considerar formar mejores coaliciones y formar adecuadamente a las personas para asumir una responsabilidad tan grande como la presidencia. Incluso, no olvidemos que Perú es un país emocional, por lo que se deben preparar en materias de manejo de la opinión pública y popularidad.

Nuestra situación no va a mejorar si continuamos acusando a todos los políticos de corruptos y dejamos a un lado la formación de futuros líderes. Necesitamos replantearnos nuestra mentalidad nacional, sino seguiremos en este laberinto sin salida.

 

 

 

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