Iglesia

UN MENSAJE PARA EL ARZOBISPO DE LIMA

Carlos ¿Por qué nos odias tanto? ¿Por qué nada de lo que tú dices, y haces conduce al Cielo? La tuya es una cátedra pestilencial. Hablas de todo, menos del mensaje de Salvación. Tu mente es torcida como una trenza china, y cada homilía tuya, se asemeja a la pelea de mil áspides dentro de un canasto.

¿Lo haces a propósito, no?  ¿Te regodeaste reduciendo la Fiesta de Corpus Christi a un acto de acopio de artículos de almacén?

Por tu boca supimos, que la prohibición de las alfombras florales fue tuya. Te burlaste en todos los tonos, y en todas las formas, de los obsequios de amor que el  pueblo fiel ofrece siempre al Señor Sacramentado.

La grey fue a adorar al Santísimo Sacramento del Altar, del que no dijiste absolutamente nada, porque no puedes. Porque no lo amas. Porque no crees en la Presencia Real.

¿Cómo te has atrevido a decir a la gente sencilla, al que busca a Cristo de todo corazón que hay  algo mucho más importante que la salvación personal?

Te llenas la boca de con las palabras “Amor y don gratuito”, para inmediatamente negar de plano, implícitamente, los fines de la Santa Misa. Hablaste de Cristo, como de alguien que por ahí pasó, y de “su misión en la Historia”; que preparó su muerte y que murió ejecutado. En ningún momento dijiste Resurrección. Y hablaste del Señor, como si se tratara de Juan el Bautista.

¿Por qué confundes? ¿Por qué mientes? Ciertamente, Él se entregó gratuitamente, por tanto huelga agregar <<y no nos pidió nada>>. Lo has dicho tantas veces, y lo has dicho de tal manera que se entiende que no hay condición para acceder al Santísimo Sacramento.  Cristo no pide;  ordena hacer penitencia, arrepentirse, que se crea en Él, y  pide a Pedro que le diga quién es. Pide oración, pide limosna. Manda celebrar el memorial de su muerte y su resurrección. Manda tomar su sangre  y comer su cuerpo. Manda ser santos, como el Padre es Santo.

No hablaste de los efectos de la Eucaristía. No hablaste del Misterio. No hablaste de Adoración. No hablaste de la piedad.

No hablaste de la santificación, ni de la  divinización del hombre. Como quien no quiere la cosa… mencionaste al pecado. Pero no dijiste qué es. No dijiste que el pecado separa al hombre de Dios y de la Iglesia. No dijiste que es veneno, y que la Eucaristía es el antídoto.

No dijiste absolutamente nada de la gracia sacramental, de cómo perdona y aparta del pecado. Ni de la vida sobrenatural del hombre, ni del crecimiento de las virtudes.

Hablaste, y hablaste, y hablaste del Amor, pero no hablaste del símbolo universal del Amor, de ese corazón que tanto ha amado a los hombres… ese corazón que fue traspasado…. Cuyo culto conduce a la Comunión eucarística. Especialmente en el mes que se le ha consagrado.

Ya me he dado cuenta que todo lo que es pureza, inocencia, devoción y piedad te obliga inmediatamente a refugiarte en lo sórdido, en lo corrupto, en lo abusivo, y lo escandaloso. Eres como el perro bíblico que come de su vómito, como la puerca lavada que vuelve al cieno.

Cuando hables de los Fariseos, no te olvides de decir, <<mis ilustres predecesores>>. Porque además de  ἐπίσκοπος, eres ὑποκριτής. Eres cruel, vengativo y rencoroso. Cuando mencionaste lo del lucro ¿estabas pensando en tu auxiliar bituminoso o en el Risco el sanador?  Porque eres tú, el que ha vaciado las arcas del arzobispado para repartirlas entre tu cohorte de monagos, áulicos, miñones y maricas.

Cuando decías que la corrupción que se denuncia no se castiga, estabas haciendo confesión pública de tu elección, inacción y encubrimiento de tu amigo Luis. Porque fuiste tú quien expulsó del seminario a los denunciantes de lo que en el seminario ocurría. Y les diste pecunia numerata para que cerraran la boca. Y encima, después de los escándalos – después de haber vaciado esa casa vocacional -a guisa de premio por su deslumbrante fracaso, mandaste a Italia a tu protegido Luis.

Tú has duplicado la burocracia del arzobispado solo para beneficiar a tus favoritos. Tú has traído a una amiga, desde tierras lejanas para que sea tu secretaria.  Tú has triplicado las secretarias de tus obispos auxiliares. Tú llamaste <<muchacho maravilloso>> a un pervertido que  resultó pasible de acusación penal. Tú te has puesto donde está a miss Peccata Mundi;  ha  sido tu voluntad la que ha dado ventana, calle y pantalla a ojitos lindos-hechiceros, famoso por apurar los “cálices” en fiestas y ambientes sensuales. Esa es tu pastoral juvenil.

Que quede escrito, que estabas más preocupado con los canastos de comida que en  la bendición eucarística. Hiciste del acopio,  el eje de la Fiesta de Corpus. Y lo hiciste a propósito, porque pudo hacerse  en las parroquias, y luego ser enviadas a Cáritas.

<<Porque dos males ha hecho mi pueblo: dejáronme a mí, fuente de agua viva, para cavar para sí cisternas, cisternas rotas que no detienen agua.”>>

 

En el espíritu de escucha y diálogo sinodales, se despide tu amigo de siempre, José

 

VER: https://fb.watch/swzKahH3Oy/

3 Comentarios

  1. Felicitaciones por ser unos de los pocos que levanta su voz ante tanto desprecio a nuestra amada Eucaristía.
    Es cierto

  2. No entiendo por qué este artículo enfoca el reclamo en el rito cuando hay otras cosas más graves que reclamarle al arzobispo hablador. Aquí solo leo a un fanático más que tanto daño le hace a nuestra iglesia. Dejo este comentario para recordarles a todos que los ritos cristianos son para celebrar y ejercitar el ejemplo de santidad de nuestro señorJesucristo. Repito, espiritualidad cristiana, eso es lo que importa, no el rito en sí mismo. Nos acercamos a la salvación desarrollando nuestra capacidad de amor, compasión y solidaridad con el prójimo, bases del cristianismo práctico. Leo en este texto a un fariseo que se enamoró de la tradición, y no de Jesús ni de su palabra; se enamoró del evento social y no de la propia salvación de su alma. Cada persona tiene su propio ritmo y tiempo para reencontrarse con Dios, espero que el autor encuentre el suyo.

  3. ¿El rito no importa dice? Anda p’allá, de seguro recibes lo tuyo del que defiendes. A pesar de lo que denuncia la nota, Dios, puede suscitar la fe y piedad de su pueblo santo a través de las palabras dichas por el obispillo, aunque incompletas, o fuera de lugar, pues el Espíritu Santo es Maestro interior, la fe es medio para ello.

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