La columna del Director

TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN: LA VIGENCIA DE JUDAS

Por: Luciano Revoredo

Gran cantidad de gente, malintencionada o ignorante, constantemente ataca a la iglesia católica por sus supuestas riquezas. Es común ver en redes sociales un ridículo meme que propone la venta del Vaticano para repartir lo recaudado entre los pobres de África. Como si eso fuese a resolver un problema tan profundo.

Muchos de los incautos que celebran tan simplona propuesta a la vez postean notas sobre los últimos vestidos de  moda o celebran que tal o cual figura de la farándula mundial gaste varios millones en una fiesta o compre un auto bañado en oro.

Esto pasa constantemente y no es otra cosa que una muestra de incoherencia en el razonamiento y mucha ignorancia o mala voluntad cuando no, parte de la llamada cristianofobia, tan en boga en estos tiempos.

Ninguno de ellos piensa en que por ejemplo los museos del Vaticano son un patrimonio cultural de la humanidad que la iglesia ha creado y/o conservado a través de los siglos y que su venta colocaría todo esto en manos de unos cuantos ricachones que podrían decorar sus mansiones dejando todo fuera del alcance de las mayorías que hoy lo pueden apreciar.

Tampoco piensan que los ingresos que generan estos museos permiten mantener cientos y miles de obras sociales en el mundo, escuelas, hospitales, albergues, universidades, etc.

Y finalmente llama la atención que no tengan la misma medida con las propiedades de otras religiones, ni de instituciones estatales que bien podrían alimentar miles de africanos. Pareciera que sólo importa la iglesia católica.

Todo esto finalmente es comprensible en las actuales circunstancias de desvarío ideológico. Lo que sí resulta incomprensible es que haya parte del clero que piense así o que trabaje por el empobrecimiento de la liturgia para hacer una “iglesia pobre”, que en realidad lo que busca es la desacralización del culto y un enfermizo afán por la humanización  del Redentor, minimizando el aspecto divino. Se introduce el lenguaje inclusivo, la pachamama irrumpe en los templos, elementos antropológicos son parte del rito y se vuelve a las “experiencias” litúrgicas que parecían superadas en los años setenta y tras la condena de la teología de la liberación en tiempos de San Juan Pablo II.

El esplendor milenario de la liturgia es algo que eleva el espíritu. Tradicionalmente el hombre ha querido dar lo mejor para Dios. Así como busca las más hermosas joyas o regalos para sus seres más queridos, en el mundo católico siempre se ha buscado lo mejor para Dios y para su madre. Es por eso que hay tan hermosas catedrales y los objetos sagrados tradicionales son de tal belleza . Se trata de otorgar la dignidad que merece el culto, sin que eso implique que la iglesia no siga haciendo cientos y miles de obras de caridad y labores sociales, de salud, educación, etc. Ni que tampoco se descuide la opción, ni exclusiva ni excluyente, por los pobres.

Es por eso que nos apena tanto cuando curas ideologizados buscan disminuir la magnificencia del culto y la liturgia usando objetos corrientes que sólo contribuyen a desacralizar el momento. Reemplazar los copones, cálices y patenas por utensilios de uso cotidiano o las casullas por “ponchos” de poliester, las estolas por bufandas de dudosa factura, los antiguos báculos por remedos multicolor, no tiene justificación pues los objetos sagrados tradicionales están ahí para ser usados.Obviamente que en zonas o lugares en que no se tiene estos objetos por la razón que sea, se debe buscar la mayor dignidad en la celebración.

Esos sacerdotes que propugnan la iglesia pobre, corriente,  una iglesia de barro y renuncian a la tradición denigrando lo sagrado, me recuerdan aquel pasaje del evangelio en que Judas se opone a que María de Betania, la hermana de Lázaro use un perfume muy caro para ungir los pies de Jesús.


Entonces Jesús, seis días antes de la Pascua, vino a Betania donde estaba Lázaro, al que Jesús había resucitado de entre los muertos. Y le hicieron una cena allí, y Marta servía; pero Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con Él.  Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro que costaba mucho, ungió los pies de Jesús, y se los secó con los cabellos, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.  Y Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que le iba a entregar, dijo: ¿Por qué no se vendió este perfume por trescientos denarios y se dio a los pobres?  Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón, y como tenía la bolsa del dinero, sustraía de lo que se echaba en ella.  Entonces Jesús dijo: Déjala, para que lo guarde para el día de mi sepultura.  Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis.


Ya sabemos cuál es su modelo y a quién reportan esos curitas de la teología de la liberación y la mal llamada  iglesia pobre.

2 Comentarios

  1. Es que no han leído a San Francisco de Asís, si lo hicieran, menudo chasco se llevarían. Aprovechando que Francis, está trayendo al Poverello, traer sus textos dónde exalta la Eucaristía, y el uso de lo mejor en la Misa, es ocasión propicia.

  2. Me parece una exageración escribir un Artículo, para hablar mal de un pensamiento teológico , que tiene fundamento bíblico. Se puede discrepar pero, siempre guardando los mínimos parámetros de respeto con quien piensa y asume el camino del Evangelio desde una opción diferente.
    Estoy convencido que, no basta solamente decir: Señor, Señor, para alcanzar la vida con Dios…. Lo más importante es la cercanía con Jesús, que se hace presente y cercano en el hermano que nos está esperando en el camino de la vida.
    Gracias a la Teología de la Liberación, hemos logrado hacer una nueva lectura del Evangelio, uniendo al Jesús histórico y al Cristo de la Fe.
    Saludos y aprendamos a tratarnos con respeto.

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