Cultura

TAUROMAQUIA: LA LIDIA II – PRIMER TERCIO

Por: Fernando Salgado

Luego de analizar al toro la semana pasada, empieza la lidia que se compone de tres tercios. El primer tercio podríamos decir que tiene dos partes, el toreo de capa y la pica. Antiguamente los primeros en dar lances a un toro eran los subalternos y lo hacían para que el matador viera el comportamiento del animal. Hoy si lo hiciera el subalterno el público pitaría. El matador es por tanto quien para o fija al toro mientras los subalternos se limitan a llamarlo desde los burladeros para observar si el toro llega y remata, como remata, si se frena o rehúsa acudir porque cada una de esas reacciones se verá reflejada en su posterior comportamiento explicado en el artículo anterior.

Una vez fijado el toro, el matador puede lancearlo luciéndose ganando terreno hacia los medios. Este primer contacto es muy importante porque es el inicio de la enseñanza al animal para que embista bien. Se debe evitar los enganchones, recortes, tirones o cualquier tipo de violencia aunque algunos recortes resulten muy jaleados por el  tendido. Más bien se le debe llevar largo y templado teniendo en cuenta que al salir a la plaza el toro tiene toda su fuerza y agilidad de movimientos por lo que recortarlo lo quebranta y resabia. Sin embargo un aficionado debe siempre estar pendiente de las reacciones del toro porque por más que se le dé sitio y se le toree largo haciendo las cosas bien, hay toros que se quedarán cortos y presentarán un abanico de problemas que el matador y su cuadrilla deberá resolver.

Estrellar deliberadamente a un toro contra el burladero es imperdonable porque lo más probable es que se lesione, se conmocione, se rompa o escobille los pitones y hasta pueda morir. Los peones de brega deben torear siempre a favor del toro. Mejor peón es aquel que necesita dar menos capotazos para colocar al toro en suerte ya que cuanto menos capotazos, más muletazos tendrá en la faena. Entre los lances de lucimiento más conocidos y frecuentes están la Verónica, Media Verónica, Revolera, Chicuelina, Tafallera, Gaonera, Navarra, Farol, Larga cambiada, Lopecinas, entre otras.

Ahora Bien, una de las suertes más importantes durante la lidia es la suerte de varas que es necesaria y bella cuando se ejecuta con pureza de acuerdo a las condiciones del toro. La primera finalidad es reducir la pujanza del toro de acuerdo a su fuerza que puede ser mucha, justa, escasa o nula para que permita luego el toreo. Segundo, corregir los defectos que tuviera en su embestida. Tercero, descongestionarlo. Cuarto, medir su bravura. Si bien es cierto el picador está a órdenes del matador, eso no quita que debe conocer como el mejor lidiador las condiciones del toro para suministrar el suficiente castigo de tal modo que el toro llegue en las mejores condiciones a los siguientes tercios.

Para cumplir con el tercio es necesario primero un caballo bien domado que no tenga exceso de peso (que es muy perjudicial para el toro ya que recibe castigo sin apenas mover a equino) y protegido con un peto, la vara con la puya y un picador o piquero que debe ser buen jinete. Se debe picar arriba justo detrás del morrillo de tal forma que descuelgue para que humille mejor si ya lo hacía, sobre todo los toros que tienen buen cuello y la idea es hacerlo sangrar para que descongestione no demolerlo y menos desangrarlo. Picar trasero, caído o contrario es perjudicial y por lo general influye negativamente en el toro. El castigo hay que dosificarlo de acuerdo con las condiciones del toro y para eso debe ir al caballo una, dos, tres veces o las que haga falta pero no por obligación reglamentaria sino por necesidad. Si con una entrada es suficiente perfecto.

Cuando suena el clarín para la salida del toro al ruedo o antes los picadores de turno deben situarse en la puerta del patio de caballos o de cuadrillas en el caso de nuestra Plaza de Acho para observar el desempeño del toro y estar listos para hacerse presentes en la arena en cuanto el juez lo ordene. Al salir a la plaza un picador se situará en la puerta mientras el otro lo hará en la contra querencia natural del toro que es la puerta de chiqueros, es decir, al lado opuesto de la mencionada puerta.  Al realizar la suerte el piquero debe colocar al caballo en la línea más próxima a tablas y el lidiador dejar al toro en la raya más próxima a los medios. Al citar al toro debe procurar que el caballo esté quieto. Una vez que el picador ve que ha introducido la puya debe marcarle la salida al toro girando levemente hacia la izquierda la cabalgadura permitiendo que un torero de a pie pueda quitárselo con el capote lo que vendría a ser el “quite”. Luego el matador realiza el toreo de capa que estime conveniente para lucirse pero sobre todo comprobar el estado en que ha quedado el toro. Si lo estima necesario podrá llevarlo nuevamente al caballo o pedirá el cambio de tercio.

Mientras se realiza la suerte los toreros de a pie se situarán a la izquierda del caballo, desde ahí observarán el comportamiento de toro porque todo lo que hace el toro en el peto por lo general lo repite luego en el resto de la lidia. Cuando el toro embiste al galope al caballo desde el lugar donde lo hayan dejado con la cara baja y empuja con los riñones con la cabeza fija tratando de levantar y derribar al caballo mientras acepta el puyazo con el picador aguantando, la suerte es bellísima. Lo contrario es echar la cara arriba tratando de quitarse el palo, meter cornadas al peto haciendo sonar el estribo, dejarse pegar, dolerse, repucharse, recular, salirse suelto.

Hay que entender que a los toros mansos hay que picarlos donde se deba y lo permitan muchas veces cambiando totalmente los terrenos recomendados, aunque el público proteste. Algunos solo embestirán en la puerta de chiqueros o se arrancarán de tablas hacia fuera. Aunque antirreglamentario en la mayoría de los casos a este tipo de toros se les practica la carioca (taparles la salida) e incluso barrenarlos antes que emprendan la huida; recursos que no se deben hacer de ninguna manera a los toros bravos porque su comportamiento no justifica realizarlos pasando de recursos a vicios.

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