Vida y familia

NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER

Por: Tomás  González Pondal

Pensar que Louis Braille inventó el sistema Braille para que los ciegos pudieran leer y escribir. Hoy, el mundo cuenta con gente que inventa “sistemas” para perder la visión. Tiempos locos, sí.

Ya no es de extrañar despertar y enterarse que un medio de comunicación dice que “un hombre estaba embarazado”. No es de extrañar que utilice un lenguaje subversivo. No es de extrañar que divulgue la sinrazón. No es de extrañar las pretensiones contranaturales apoyadas por muchos. Pero… cuando la naturaleza dice no, es no. No hay parlamento, ni organización, ni prensa, ni nadie que pueda algo contra ella.

Los hechos en versión del medio de comunicación revolucionario: “Cuando un hombre llegó al hospital con un fuerte dolor abdominal, la enfermera no consideró que se tratara de una emergencia, teniendo en cuenta que era obeso y había dejado de tomar un medicamento para la presión arterial. En realidad estaba embarazado: se trataba de un transgénero a punto de comenzar el trabajo de parto. Todo derivó en un mortinato (…). El paciente, de 32 años, le comentó a la enfermera que era transgénero cuando llegó a la sala de emergencia, y su historial médico lo clasificaba como hombre. No había menstruado en varios años y había tomado testosterona, una hormona que tiene efectos de masculinización y puede disminuir la ovulación y la menstruación. Sin embargo, el hombre dejó de tomar la hormona y un medicamento para la presión arterial luego de que se quedó sin seguro médico (…).Un médico lo revisó y la prueba de embarazo del hospital confirmó que sí lo estaba. Un ultrasonido mostró signos inciertos de una actividad cardíaca fetal, y un examen reveló que una parte del cordón umbilical se había metido al canal de parto. Los médicos lo prepararon para realizarle una cesárea de emergencia, pero en la sala de operaciones no se escuchó ningún latido fetal. Momentos después, el hombre dio a luz a un bebé muerto”.

Veamos las cosas a la luz del sentido común. Llega una mujer a un hospital, pero, al parecer, no se la podía ver como mujer siendo que se la veía como mujer, puesto que el paciente dijo que era hombre; entonces entendieron que debían ver lo que no se podía ver. Para algunos uno no puede ver la naturaleza que se impone, pero imponen que sea vista la contranaturaleza que se inventa. También se advierte la prevalencia de la invención por sobre la realidad de la naturaleza, en eso del papeleo: tiene más valor lo anotado en un papel, que lo que uno es realmente. Parece que su “acto de fe” es inmenso, pues si tienen delante a alguien que dice “soy hombre” siendo que es mujer, van con eso a modificar la realidad de la que no pueden desentenderse.

La revista New England Journal of Medicine fue la primera en dar a conocer el caso, con lo cual no probó descollar en ciencia, sino, sencillamente, sobresalir en la necedad.

Como no puede ser de otra manera, para quienes insisten en avalar las adhesiones contranaturales, la culpa fue del sistema de salud. Por eso, Daphna Stroumsa, autora principal del informe y doctora de la Universidad de Michigan, indicó que el “punto no es lo que sucedió con este individuo en particular, sino que es un ejemplo de lo que sucede con las personas transgénero que interactúan con el sistema de salud”. Y también leemos que para un tal Nic Rider, especialista en la salud de transgéneros y psicólogo de la Universidad de Minnesota, aun “hay prejuicios implícitos que necesitan abordarse”. No hay peor ciego que el que no quiere ver, por eso, como deben echar culpas, recurren a señalar al “sistema de salud”, o que se debe a nuestros “prejuicios”. Solamente una mujer es capaz de dar a luz a un hijo: no es obra de los prejuicios. Vemos como ya van descollando en estas horas del mundo, una nueva pléyade de “estrellas” con “títulos doctorales, especializaciones y magister” en ideología de género. Los anticientíficos cuando lo precisan deben pasar por científicos, y, por eso mismo, no les tiembla el pulso para revestirse de calificaciones que para lo único que sirven, es para pronunciar aún más su propia descalificación.

Hay un dato importante que expongo aquí antes de concluir esta nota, pues ni los medios de comunicación dan cuenta de eso, ni tampoco, al parecer, la revista en donde aparece por vez primera la noticia. Debe retenerse como cuestión no menor que la razón que motiva la concurrencia de la mujer a la clínica fue un “dolor abdominal”. Pongo esto de relieve para que no salgan hablando de una violación, caballito de batalla muy recurrido en estos tiempos para justificar cualquier capricho. “¿Y eso que tiene que ver?” –dirá alguno. Que evidentemente, (¡evidentemente!) para que haya quedado embarazada, bien que le gustó usar la naturaleza femenina que le cupo en suerte; ahí sí que le gustó dejar de lado “el hombre” por el cual se tenía”, para dar lugar a la mujer que en verdad es. No es culpa del prejuicio. No es culpa del sistema de salud. No es error de papeles. Es que una mujer por naturaleza tuvo una relación sexual, y la naturaleza respondió de la manera en la cual lo hace.

https://www.lavoz.com.ar/…/un-hombre-transgenero-fue-tratad…

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