
Por: Federico Prieto Celi
El papa León XIII, en una encíclica sobre la masonería, publicada el 20 de abril de 1884, menciona al diablo: “Desde que, por la envidia del demonio, el género humano se separó miserablemente de Dios, a quien debía su llamada a la existencia y los dones sobrenaturales, los hombres se han dividido en dos campos opuestos que no cesan de combatir: uno por la verdad y la virtud, el otro por aquello que es contrario a la virtud y a la verdad” .
Recordemos, asimismo, que en 1886, apenas dos años después, León XIII introdujo la invocación al Arcángel San Miguel, súplica propia de tiempos de tribulación, al final de la misa, con carácter de exorcismo, rara en la liturgia romana. La Oración a San Miguel Arcángel de León XIII era larga y así se leyó hasta que fue resumida por Pío XI, quedando lo siguiente: San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial. Arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
La génesis de la Oración a san Miguel es bien conocida. El 13 de octubre de 1884, el Papa León XIII, experimentó una visión horrible. Después de celebrar la Eucaristía, estaba consultando sobre ciertos temas con sus cardenales en la capilla privada del Vaticano cuando de pronto se detuvo al pie del altar y quedo sumido en una realidad que solo él veía. Su rostro tenia expresión de horror y de impacto. Fue palideciendo. Algo muy duro había visto. De repente, se incorporó, levanto su mano como saludando y se fue a su estudio privado. Lo siguieron y le preguntaron: ¿Que le sucede, Santidad? ¿Se siente mal? El respondió: “¡Oh, que imágenes tan terribles se me han permitido ver y escuchar!”, y se encerró en su oficina.
¿Qué vio León XIII? “Vi demonios y oí sus crujidos, sus blasfemias, sus burlas. Oí la espeluznante voz de Satanás desafiando a Dios, diciendo que él podía destruir la Iglesia y llevar todo el mundo al infierno si se le daba suficiente tiempo y poder. Satanás pidió permiso a Dios de tener cien años para poder influenciar al mundo como nunca antes había podido hacerlo.” León XIII pudo comprender que si el demonio no lograba cumplir su propósito en el tiempo permitido, sufriría una derrota humillante. Vio a San Miguel Arcángel aparecer y lanzar a Satanás con sus legiones en el abismo del infierno. Después de media hora, llamó al Secretario para la Congregación de Ritos. Le entrego una hoja de papel con una Oración a san Miguel Arcángel y le ordenó que la enviara a todos los obispos, indicando que tenía que ser recitada después de cada misa.
El sacerdote Francisco Brehm, consejero eclesiástico de una editorial alemana, recién vuelto de un viaje de Roma, contó a la casa editora, hacia el año 1928, una anécdota que confirma este hecho: una sesión para la Sagrada Congregación de Ritos, en que se trataba de derogar la oración [a San Miguel], y a la que Brehm asistió, cuando ya todos estaban de acuerdo para suprimirla, un anciano cardenal, se levantó para contar que el mismo León XIII le había dicho que la invocación de San Miguel la había introducido al final de la misa contra la amenaza de la francmasonería, movido a ello por una revelación sobrenatural . Georges Hubert, en su libro El diablo hoy, recoge el suceso de León XIII, que confirma en esencia la veracidad de la visión.
Esta oración contiene un exorcismo claro en defensa de los fieles: ‘San Miguel, sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio’.