La columna del Director

LA ASTUCIA NECESARIA PARA LA BATALLA CULTURAL

Por: Luciano Revoredo

En el Evangelio del domingo pasado, se proclamó la parábola del mayordomo infiel (Lucas 16:1-13). En esta narración, Jesús destaca una frase: “En el trato con sus semejantes, los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz” (Lucas 16:8).

Esta afirmación, en el contexto de la parábola, no alaba la deshonestidad del mayordomo, sino su astucia para asegurar su futuro frente a una crisis inminente. Jesús utiliza este ejemplo para exhortar a sus discípulos a actuar con inteligencia y diligencia en el uso de los bienes y oportunidades para fines superiores, los del Reino de Dios.

Sin embargo, esta frase también invita a una reflexión profunda sobre su vigencia en nuestra época, especialmente ante el avance de ideologías y fuerzas que, parecen dominar los medios, los gobiernos y la cultura, sometiendo al mundo a sus designios.

¿Cómo podemos, los “hijos de la luz”, responder con sagacidad a esta batalla cultural?  En la parábola, el mayordomo infiel, enfrentado a la pérdida de su empleo, actúa con rapidez y astucia para asegurarse aliados que lo sostengan en el futuro.

Jesús no aprueba su falta de ética, pero subraya su ingenio pragmático. Los “hijos de este mundo”, aquellos que priorizan los intereses terrenales, suelen mostrar una notable habilidad para organizarse, adaptarse y aprovechar los recursos a su disposición para alcanzar sus objetivos.

En el contexto actual, esta sagacidad es evidente en el avance la izquierda homicida y sus aliados, quienes han logrado un control significativo sobre instituciones clave: medios de comunicación, plataformas digitales, cultura, gobiernos y organismos internacionales.

Esta izquierda, caracterizada por ideologías progresistas que promueven agendas como el relativismo moral, el aborto, la redefinición de la familia o el control estatal sobre la libertad individual, ha demostrado una capacidad estratégica para moldear la narrativa cultural.

Utilizan herramientas como la propaganda mediática, la censura selectiva en redes sociales y la influencia en la educación para consolidar su hegemonía. Su sagacidad radica en su cohesión, su uso efectivo de la retórica emocional y su habilidad para explotar las divisiones entre sus opositores.

Por ejemplo, controlan gran parte de los medios tradicionales y digitales, lo que les permite amplificar sus mensajes y marginalizar voces disidentes. Además, su influencia en gobiernos y organismos supranacionales les otorga el poder de imponer políticas que atentan contra los valores cristianos y la libertad.

En contraste, los “hijos de la luz” —los cristianos y, en un sentido más amplio, los conservadores que defienden valores tradicionales como la vida, la familia y la libertad— a menudo parecen carecer de la misma astucia estratégica.

La parábola nos desafía a preguntarnos: ¿por qué los defensores de la verdad y la justicia no logran contrarrestar eficazmente este avance? Parte de la respuesta radica en la fragmentación interna, la falta de una estrategia unificada y, en ocasiones, una actitud de pasividad o confianza excesiva en que la verdad prevalecerá por sí sola. Mientras los “hijos de este mundo” trabajan incansablemente para consolidar su poder, los conservadores a veces caemos en la complacencia, la desorganización o el miedo a ser señalados en un entorno cultural hostil.

Por ejemplo, en la batalla por los medios, los conservadores hemos sido lentos en construir plataformas alternativas que puedan competir con los gigantes mediáticos. Aunque existen iniciativas como La Abeja, que sin falsas modestias viene dando la batalla hace 10 años, así como ciertos canales de YouTube, emisoras de radio cristianas o plataformas como X, estas aún no alcanzan la influencia masiva de los medios tradicionales o las grandes tecnológicas.

En el ámbito político, la derecha conservadora a menudo se ve atrapada en debates internos o en estrategias reactivas, en lugar de proponer una visión proactiva y atractiva que capte la imaginación de las nuevas generaciones.

La frase de Jesús es un llamado a la acción para los cristianos, patriotas y conservadores de hoy. La sagacidad no implica adoptar los métodos inmorales de los “hijos de este mundo”, sino aprender de su diligencia, creatividad y capacidad organizativa para promover la verdad. En un mundo donde las fuerzas progresistas avanzan con una agenda contraria a los valores cristianos, los “hijos de la luz” deben actuar con inteligencia estratégica para ganar la batalla cultural.

Esto implica:

Unidad y organización: Los conservadores debemos superar sus divisiones internas y trabajar juntos en una visión común. Esto incluye alianzas entre cristianos, defensores de la libertad y otros grupos que compartan valores fundamentales, como el respeto por la vida y la dignidad humana.

Dominio de los medios y la narrativa: Es crucial invertir en plataformas mediáticas que promuevan los valores conservadores de manera atractiva y profesional. Esto incluye no solo crear contenido de calidad, sino también formar comunicadores capaces de articular la verdad con claridad y persuasión. La plataforma X y el TikTok, por ejemplo, ha mostrado potencial para ser un espacio donde las voces conservadoras pueden ganar tracción, pero se necesita un esfuerzo más amplio para contrarrestar la censura y la manipulación en otros medios.

Educación y formación cultural: La izquierda ha entendido que la educación es el campo de batalla del futuro. Los conservadores debemos priorizar la formación de las nuevas generaciones, ya sea a través de escuelas, universidades o programas educativos alternativos que enseñen los valores cristianos y la importancia de la libertad individual.

Proactividad política: En lugar de limitarnos a reaccionar ante las políticas progresistas, los conservadores debemos proponer agendas positivas que sintonicen con las necesidades reales de la sociedad: defensa de la familia, promoción de la libertad económica y protección de los derechos fundamentales. Esto requiere líderes valientes que no teman el rechazo o la crítica.

Fidelidad a la verdad con caridad: La sagacidad cristiana no implica comprometer los principios, sino presentarlos con amor y claridad. Los “hijos de la luz” están llamados a ser testigos de la verdad, pero también a ganar corazones con empatía y respeto, mostrando que los valores conservadores no son un retroceso, sino una propuesta de vida plena.

 

La parábola del mayordomo infiel nos recuerda que la astucia no debe ser exclusiva de los “hijos de este mundo”. Los cristianos y conservadores, como “hijos de la luz”, estamos llamados a usar la inteligencia, la creatividad y todos los recursos para promover el Reino de Dios y defender los valores que sustentan una sociedad justa. Frente al avance de ideologías que buscan imponer sus caprichos a través del control de medios y gobiernos, la respuesta no puede ser la pasividad ni la resignación.

La batalla cultural se gana con una combinación de fidelidad a la verdad, unidad estratégica y acción decidida. Como nos enseña Jesús, debemos ser “prudentes como serpientes y sencillos como palomas” (Mateo 10:16), empleando la sagacidad al servicio de la luz para transformar el mundo según nuestros valores.

 

1 comentario

  1. Lo lamento, no creo que tal cosa esté en el plan del Creador. Antes al contrario, Jesús, dice que la cosa va a peor, y por eso la caridad de muchos se enfriará, pero el que persevera hasta el fin de salvará. Los hijos de las tinieblas, no van a dejar ese lugar, porque se los ha dado su padre, el diablo. Todo eso es de ese, y se lo da a quien le adora.

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