Por: Luciano Revoredo
La salida del cargo de Canciller de la República de Javier González-Olaechea es una lamentable pérdida para la política peruana. Su gestión al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores no solo fue brillante, sino que también se distinguió por su integridad, valentía y un compromiso inquebrantable con los principios democráticos y la libertad.
Durante su tiempo en el cargo, González-Olaechea representó al Perú con una categoría que será difícil de igualar. Su intervención en la Organización de Estados Americanos (OEA) en defensa de los valores democráticos al denunciar con firmeza el fraude electoral perpetrado por el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, será recordada como un acto de valentía y claridad moral. Su postura no solo reflejó el sentir del pueblo peruano, sino también el de todos aquellos que valoran la democracia y la libertad en nuestra región.
Además, su defensa inquebrantable de las decisiones soberanas del Perú frente a las críticas de ciertas embajadas de países tomados por el progresismo demostró su capacidad para enfrentar la presión internacional con inteligencia y determinación. Bajo su liderazgo, el Perú mantuvo una postura firme y coherente, que siempre puso los intereses nacionales por encima de cualquier otra consideración.
Por supuesto que su recordada intervención en la OEA en la que puso en evidencia a los felones que callaron, se abstuvieron, votaron en contra o se ausentaron de una sesión trascendental para preservar los valores democráticos en la región, así como su discurso en la embajada de Canadá defendiendo la soberanía nacional no fueron del agrado del establishment caviar y sus tontos útiles.
Lo más notable es que pese a eso Javier González-Olaechea fuera el ministro con mayor aprobación en todas las encuestas. Su capacidad para generar consenso y su habilidad para manejar situaciones diplomáticas complejas lo convirtieron en una figura respetada tanto dentro como fuera del país. Su salida deja un vacío enorme, especialmente en un momento en que el Perú enfrenta una crisis política permanente y un gobierno que ha sido ampliamente criticado por su manejo torpe y errático de los asuntos del país, más aún con la realización de APEC ad portas en el Perú.
La salida de González-Olaechea del gabinete no solo es una pérdida para la diplomacia peruana, sino también para el país en su conjunto. En un contexto de incertidumbre y desconfianza en las instituciones, su liderazgo y su visión hubieran sido fundamentales para guiar al Perú en estos tiempos difíciles. Es lamentable que, en lugar de aprovechar su talento y experiencia, el gobierno haya permitido su salida, privando al país de uno de sus más valiosos servidores públicos.
Obvio no es políticamente correcto con el gobierno de turno y enfrentó a ídolo de Cerron. Le costó la cabeza pero creo se puede ser la oportunidad de ver en él a un buen proyecto de candidato a la presidencia. Es mi parecer.
Una persona con conocimiento, estudios más que superiores, capacidad de gestión, orden, estructura, disciplina y mucha “clase” que le va a ser gracia a toda esta tira de ignorantes, incapaces e ineficientes que tenemos en el gobierno, ninguno vale la pena, ni la cabeza ni bajando hasta los pies y son tan brutos que se deshacen de él……. envidiosos de sus capacidades!