Iglesia

INCLUSO LA BRISA LE DOLERÍA

Por: Mario Linares

Un sacerdote me dijo una vez que no le gustan los altares que exhibían una imagen de Jesús resucitado porque se evitaba así la imagen de dolor y sacrificio de la crucifixión y que ello es necesario para meditar sobre el sufrimiento humano, sobre el amor de Dios y la redención.

¿Cuánto sufrió Jesús en su Pasión y muerte?

Hay un artículo con ese título publicado en el Diario español ABC con descripciones y opiniones científicas al respecto y al cual el lector puede remitirse. Contamos también para ello, con el testimonio de la sabana santa, el relato de los evangelios y las visiones de Catalina de Emmerick.

La película de Mel Gibson tan sólo llega a mostrar algo de las aproximadamente dieciséis horas de todo el sufrimiento de Jesús desde la noche del jueves hasta el viernes a las 3pm. Aún así, espanta.

Sufrimiento primero psicológico, de estrés agotador. No es poca cosa ser traicionado por un amigo que compartió vivencias intensamente durante 3 años y verse abandonado por el resto.

Bofetadas, puñetes, escupitajos, varazos, deshollamiento y heridas abiertas en su espalda y parte de los brazos, piernas y vientre a causa de los 39 latigazos del flagelum romano con puntas de huesos y plomo, todo eso sumado a la vejación de haber estado completamente desnudo para esa tortura.

La corona de espinas causó estragos de dolor. Ese hombre no cargó la cruz así nada más durante el trayecto de medio kilómetro hasta el Calvario. Ha debido arrastrarla, dar de tumbos, caer varias veces, lacerarse el cuello con el madero rústico y desgarrarse el hombro con los mas de ciento y treinta kilos que tenía a cuestas.

La deshidratación lo había consumido ya al llegar al lugar de su muerte. Cada martillazo clavando sus muñecas y pies ha debido ser de un dolor espantoso. El movimiento al ser izado y luego al caer la cruz en el hueco horadado en la roca debió causarle rictus de dolor conmovedores. Cada esfuerzo por respirar al moverse le producía dolor pues su el cuerpo no debió encajar facilmente en la cruz. El segundo brazo ha debido ser estirado violentamente luego de clavado el primero, ante lo cual el dolor del hombro ya desgarrado debió ser insoportable.

Jesús fue una mezcla de carne hinchada con heridas profundas, impregnada de sangre, sudor y tierra. El olor que despedía también ha debido ser causa de rechazo. Su cuerpo todo y más su rostro, debió estar desfigurado. Tres horas de estar exánime, sin fuerzas, con dificultades atroces para respirar, con espasmos, dolor y más dolor que debió sentirse inacabable. En ese estado. Inclusive la brisa le dolería.

Con todo quizás el mayor dolor estando en la cruz fue saber que su sacrificio no iba a servir para todos pues parte de la humanidad ejercería negativamente su libre albedrío, prevaleciendo su “derecho” a la blasfemia, su derecho al rechazo y a la increencia. Que gran pena esta. Depende de nosotros atemperar hoy su dolor con la caricia de un gracias en oración o con el abrazo de un “confiaré en ti” o “lo intentaré”.

El sufrimiento humano, gracias a Jesús de Nazareth, tiene un después de hermosura y felicidad inacabable.

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