Por: Luciano Revoredo
Plinio Correa de Oliveira, considerado el pensador católico más influyente de Iberoamérica, dejó un legado fundamental con su obra “Revolución y Contrarrevolución”, publicada en 1959. En este libro, analizó detalladamente el fenómeno de la revolución, describiéndola como un proceso histórico continúo destinado a desmantelar la civilización cristiana a través de diversas etapas y métodos.
Según el autor, la revolución se desarrolla en una serie de etapas sucesivas, cada una de las cuales debilita y socava más profundamente los fundamentos de la civilización cristiana. Correa de Oliveira identifica cuatro hitos clave en este proceso: la Reforma Protestante, que dividió al mundo cristiano; la Revolución Francesa, que representó una ruptura en los ámbitos religioso, político y social; la Revolución Comunista, con su visión materialista y atea de la sociedad; y finalmente, la Revolución Cultural, que ha afectado todos los aspectos de la vida, incluyendo la moral, los valores familiares y la identidad sexual.
En su análisis, Plinio Correa de Oliveira propone una respuesta contrarrevolucionaria centrada en la restauración y reafirmación de los valores tradicionales cristianos frente a la creciente subversión política, espiritual y cultural de la sociedad. “Revolución y Contrarrevolución” se ha convertido en un texto fundamental para los círculos conservadores, quienes consideran al autor como un profeta que advirtió sobre el avance de la “Revolución”. Su análisis del fenómeno revolucionario y su propuesta contrarrevolucionaria son cada vez más vigentes.
Uno de los aspectos más interesantes del libro visto hoy en retrospectiva es su amplia visión en comprender los entresijos ocultos en la sociedad y hace seis décadas haberse adelantado a encontrar el hilo de la revolución en el ámbito cultural, planteando los términos en que se inicia y desarrolla lo que hoy conocemos como la batalla cultural.
La tan vigente batalla cultural se libra entre dos fuerzas opuestas: por un lado, aquellos que defienden los valores tradicionales, la vida, la libertad individual y la familia como núcleo de la sociedad; y por otro lado, aquellos que promueven un agenda progresista, basada en el relativismo moral, el igualitarismo radical y la expansión del estado.
Hoy está claro que la revolución en su permanente mutación ha adoptado el ropaje del globalismo progresista y se ha convertido en el principal grupo de poder. En ese sentido la batalla cultural es crucial para el futuro de la civilización occidental, ya que de ella depende el tipo de sociedad que queremos construir. Por ello, hoy en día diversos autores del conservadurismo instan a aquellos que comparten sus valores a no quedarse al margen de la batalla, sino a participar activamente en el debate público y a defender con firmeza aquello en lo que creen.
Entraríamos entonces al terreno de lo que, en su análisis, Correa de Oliveira propone como una respuesta y que define como la contrarrevolución, enfocada en restaurar y reafirmar los valores tradicionales cristianos frente a la creciente subversión política, espiritual y cultural de la sociedad.
Es así como al progresismo revolucionario que es anticristiano, igualitarista, libertino, homicida y antifamilia, debemos oponer la Cristiandad y sus valores en los ámbitos público y privado, defender el orden natural, la propiedad privada, la vida, la familia y la libertad.
Sr. Director, aquello que propone pasa por el cambio de mentalidad, que como sabemos es una de las estructuras que más tarda en cambiar y va a peor, dado que los revolucionarios tienen los medios, que han significado el rápido cambio de mentalidad operado desde el cuarto final del XX y este primer cuarto del XXI. por ello hoy más que nunca hace falta repetir aquella jaculatoria, oh Señor, envía tu Espíritu y renueva la faz de la tierra.