Vida y familia

EN LA DIVERSIDAD: ¿SE ENCUENTRA LA RIQUEZA?

Por: Tomás González Pondal
No acostumbro a meterme en temas económicos ni a hablar específicamente de cuestiones dinerarias, pero, alguna referencia a lo que sucede en un banco con el objeto llamado dinero, puede ser de mucha utilidad a la hora de precisar temáticas trascendentales. Y es que la gran riqueza en un banco se encuentra en un sitio determinado al que conocemos con el nombre de bóveda, en donde, de manera muy segura, los ciudadanos que contratan el servicio bancario depositan en cajas de seguridad pertenencias de valor. De modo que, como se aprecia, no es en la diversidad de habitaciones en donde está la riqueza, sino en una sola.
Se mire por donde se mire, parece más bien que la riqueza siempre se encuentra en lo que es reducido, limitado, seleccionado. Un millón de papeles podría servir cuanto más para hacer un buen fuego, a no ser que ese millón se trate con exclusividad de un papel moneda denominado dólar. En definitiva limitamos el papel a algo, y ese algo, en el caso referido, posee un valor que los demás papeles no poseen. Y la prueba mínima de su valor la encontramos en el hecho de que, nadie en su sano juicio -aunque pudiera, quisiera transformar un millón de dólares en fuego que arda.
Lo dicho anteriormente permite trasladarlo al campo del saber. La riqueza cultural no está en todo, sino en lo que tiene un valor, el valor de la verdad y el bien. Que un geógrafo diga que Recoleta se encuentra ubicada en el centro del Etna, puede valer -en caso de que lo aclare- como una ficción inventada. Recoleta, en la ficción, sería una localidad destinada a ser consumida por el volcán; pero si pretende que eso es una realidad, sólo tiene el valor de una locura, o sea, de nada, el valor del engaño, o sea, de nada. No puede contarse como una riqueza cultural un dato que es una mentira. Las falacias, engaños, atropellos, deformaciones y felonías que se cometen en nombre de la cultura, no son otra cosa que un intento, muchas veces eficaz, de empobrecimiento cultural.
Pienso que alguien que juegue a la ruleta rusa con un arma de fuego, puede encontrar una considerable riqueza en su diversión, del mismo modo que un par de delirantes pueden tentar al azar con una diversidad de vasos, en donde uno tenga agua y los demás veneno, todo refrendado bajo la frase “en la diversidad se encuentra la riqueza”.
En el campo estrictamente intelectivo, del orden del conocimiento, decir que en la diversidad está la riqueza, equivale tanto como a decir que en todas las expresiones, en todo lo que se dice está la verdad; con lo que absurdamente se reconoce, en el fondo, que incluso el error tiene grado de verdadero. En tal orden de cosas, entonces, con propiedad puede decirse que en la diversidad se encuentran perdidas las riquezas.
Muchísimos periódicos pueden dar prueba acabada de lo anterior. Rara vez he encontrado en ellos alguna verdadera riqueza, y, cuando eso sucede, desde luego que se halla muy particularizada y no en la diversidad del matutino. En la diversidad de noticias podrá encontrarse mucha información, divergencias políticas, intereses encubiertos, y, comúnmente, muchas mentiras. Acaso lo que más veces hallé como riqueza en un diario, tuvo que ver con algunos buenos cómic en la sección humor.
Es verdad que hay diversidades y diversidades. Diversidades esenciales y diversidades accidentales. Postulados verdaderos y postulados falsos, dentro de la primer diversidad; la ubicación de una catarata, dentro de la segunda diversidad. La catarata del Niágara y la catarata del Iguazú, esencialmente son lo mismo y accidentalmente son diversas en cuanto a su disposición. No son diversas en cuanto a su esencia sino en cuanto a su accidente. Conservan, en definitiva, una unicidad esencial en la diversidad accidental. Por supuesto que la distinción es de máxima importancia para poder sopesar rectamente las cosas. Porque una cosa es predicar como bueno y verdadero la unicidad de lo esencial en una diversidad accidental, y otra muy distinta es predicar como bueno y verdadero una diversidad esencial en una unicidad accidental. Una pizza bien elaborada, un plato de pastas, una sabrosa merluza o un rico asado, esencialmente son comida, participan de lo que denominamos comestible. A tal fin, hay una unidad esencial, aunque, por ejemplo, es accidental si es carne de pescado o de vaca, si es masa para pizza o masa para pastas. Pero es absurdo pretender que se da esa unidad esencial, entre lo apto para ser consumido y lo que es indigerible, entre un sabroso bistec y el estiércol. La diversidad esencial es manifiesta.
En tiempos en donde quiere proponérsenos como riquezas cosas que son inadmisibles, pues en verdad son destructoras, en donde el slogan sobre la diversidad reafirma el elevado estatus en donde fue colocado el error presentándolo como posibilidad elogiable, se vuelve imperioso recordar que no se le puede pedir peras al olmo.

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