Por: Luciano Revoredo
El Vaticano ha dado un paso significativo al ordenar una investigación formal al Arzobispado de Lima y al cardenal Carlos Castillo Mattasoglio, tras años de señalamientos sobre presuntos malos manejos financieros y administrativos.
Según un reporte exclusivo de The Pillar publicado el 15 de agosto de 2025, la Santa Sede ha designado a un enviado especial para revisar las finanzas y la gestión del arzobispado, una medida que responde a denuncias acumuladas que incluyen posibles malos manejos en el uso de fondos y posibles irregularidades en contratos y propiedades eclesiásticas.
La investigación, liderada por un auditor designado directamente desde Roma, se centrará en las cuentas del arzobispado desde 2019, cuando el cardenal Carlos Castillo asumió el cargo, hasta la fecha.
The Pillar cita fuentes vaticanas que indican que el proceso fue iniciado tras una serie de quejas formales presentadas por sacerdotes y laicos peruanos, quienes alegan que el manejo de donaciones y el alquiler de propiedades, han beneficiado a un círculo reducido de allegados al cardenal.
Además, se investigará la administración del Seminario, donde se han reportado irregularidades en la asignación de recursos para la formación de futuros sacerdotes.
Esta no es la primera vez que el arzobispado enfrenta escrutinio; en 2022, la Conferencia Episcopal Peruana recibió reportes de malversación, pero las acciones internas fueron limitadas, lo que llevó finalmente a la intervención directa del Vaticano.
El cardenal Castillo, quien ha defendido su gestión como un esfuerzo por modernizar la arquidiócesis con todas las frases propias del más deplorable progresismo, enfrenta ahora un desafío crítico. Al parecer su labor politizada y contraria al magisterio y la tradición va llegando a su fin. Un fin que sin duda será con la deshonra que corresponde a quienes abandonan la recta razón y la verdad por intereses ideológicos subalternos.
Como comunicador católico, he alzado mi voz en este portal y en mis columnas en La Noticia y La Razón desde hace cinco años, publicando artículos que denunciaban estos mismos problemas, así como el entorno del cardenal Castillo poblado de progresistas, activistas de la agenda LGTB y aborteros. Estas publicaciones, aunque recibieron críticas de algunos sectores de bobalicones y tontos útiles que confunden la obediencia con la obsecuencia ante el error, hoy encuentran eco en la acción vaticana, validando mis preocupaciones y el llamado a una Iglesia más coherente que he sostenido consistentemente. Resulta irónico que hace poco Castillo llamó al Papa León XIV un “cachorrito” con aire condescendiente, como si fuera un tierno felino incapaz de rugir. Parece que el León ha despertado de su siesta y, con garras afiladas, está listo para poner orden, dejando claro que su autoridad no es un juego de gatitos.
Esta investigación podría establecer un precedente para otras diócesis latinoamericanas. Para mí, como denunciante persistente, este momento es una victoria moral, pero también un recordatorio de que la lucha por la Iglesia debe continuar con humildad y oración, confiando en que el Espíritu Santo guíe este proceso.
