Vida y familia

EL SEGUNDO ‘GOLPE’ DE LA PANDEMIA

Por: Patricia Gutiérrez Quispe

Situémonos en el siguiente caso. Juan es un varón de 65 años diagnosticado de un tumor cerebral por tomografía en noviembre de 2021. En ese momento, había un embalse de cirugías en espera, pues el grueso del sistema sanitario estaba dirigido a la atención de la pandemia por COVID-19. Llegamos a julio de 2022 y Juan sigue en la espera y sin fecha de cirugía, debido a que el retraso en las cirugías continúa.

Similar al caso de Juan, es el de otro paciente a quien llamaremos Fernandito, un niño de 6 años con un tumor óseo diagnosticado por radiografía hace 12 meses. Requiere ser operado para retirar el tumor, permitiendo un correcto diagnóstico y tipificación del mismo. Nada de ello ha sido posible porque los servicios médicos quirúrgicos estaban desplazados y trabajaban al mínimo.

El cáncer es una enfermedad compleja y cuyo tratamiento requiere múltiples pasos e involucra a muchos actores médicos. Frecuentemente la cirugía es la primera y la más importante etapa en su tratamiento, porque permite reducir o retirar la neoplasia, así como proporcionar el material para el estudio y la determinación del tipo. Con ello es posible determinar los medicamentos oncológicos necesarios para controlar las células neoplásicas que puedan quedar.

Historias como la de Juan y la de Fernandito, fueron muy comunes en este tiempo, pero si queremos cambiar el actual curso de las cosas, es necesario identificar con claridad las causas del embalse sanitario.

Por un lado, es evidente —como ya hemos enunciado— que hubo una importante disminución de la oferta de atención debido al cierre de establecimientos de salud primarios en las etapas iniciales de la pandemia a lo que se sumó el redireccionamiento de los hospitales de alto nivel hacia el cuidado de los pacientes con COVID-19, impactando en la reducción de los servicios oncológicos quirúrgicos entre otros.

Pero el embalse no solo se gestó por un factor objetivo, también fue moldeado por un factor subjetivo, el cual estuvo asociado al temor de la población de acudir a los centros de salud por la posibilidad de contagiarse, al punto que, a pesar de la presencia de claros indicios de la existencia de un tumor, se prefería postergar la atención y el diagnóstico.

La conjunción de estos factores desencadenó en un escenario desolador, donde muchos de los pacientes oncológicos entraron en etapas avanzadas de la enfermedad, lo que causó que las medidas terapéuticas de control —en varios casos— no tengan un impacto significativo.

Pero cabe señalar que no todo fueron malas noticias, pues, aunque las instancias de cirugía y diagnóstico sufrieron retraso, la etapa de manejo oncológico posterior (seguimiento, quimioterapia y radioterapia) ha pervivido gracias a los grandes esfuerzos de los servicios médicos de oncología que, en nuestra región, hicieron todo lo posible por mantenerse funcionando en bien de sus pacientes y lo lograron en gran medida a pesar de las dificultades.

Todo lo referido nos muestra un grave golpe de esta pandemia que pasó desapercibido para muchos, pero que fue muy duro para un sector de nuestra comunidad y que no hizo otra cosa que evidenciar por completo la precariedad de nuestro sistema de salud, algo que siempre supimos quienes trabajamos en salud, pero que hoy es una cuestión absolutamente comprobada por todos.

Si bien hay algunos intentos a favor del cambio —como la Ley Nacional del Cáncer que se promulgó en agosto del 2021 con el objetivo de “garantizar la cobertura universal, gratuita y prioritaria de los servicios de salud para todos los pacientes oncológicos (…)”—, sabemos que las verdaderas reformas necesitan de una estructura legislativa, pero más aún es indispensable  el compromiso de todos los sectores involucrados para que esta ley se haga realidad partiendo del complicado panorama que la pandemia va dejando.

Como corolario y motivo de esperanza en medio de este escenario, está la imagen de miles de médicos, enfermeras, técnicos, personal de servicio y en general trabajadores del sector salud, que se brindaron a los demás aún a riesgo de enfermar y tal vez morir, y que hoy, lo siguen haciendo como manifestación de un compromiso asumido de una vocación al servicio del otro.

 

* Maestría en Ciencias: Medicina – Especialidad Neurocirujana y Anátomo Patóloga / Docente de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica San Pablo
  • Los casos referidos son reales.

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