Política

EL PERÚ EN SU HORA EXTREMA

Por: Alfredo Gildemeister

  

Cuando pocos días antes que terminara el nefasto año de 2020 escribiera, en este mismo medio, un artículo denominado “El año de la incertidumbre”, en donde señalaba que el nuevo año de 2021 se presentaba totalmente cargado de incertidumbre en todo sentido, no me equivoqué. Habíamos señalado como para el Perú acababa de terminar un año 2020 realmente nefasto y desastroso en general, y no solo por la pandemia. El gobierno dictatorial que comenzara a raíz del golpe de Estado de Vizcarra el 30 de setiembre del 2019, dio inicio efectivamente a un gobierno de corte autocrático con un mero “revestimiento” de democracia, en donde se legisló en base a decretos de urgencia y luego con decretos legislativos, inclusive con el nuevo Congreso, que resultó peor que el anterior. Poco a poco los peruanos fueron despertando y se fueron percatando de que nos encontrábamos bajo un gobierno autócrata sin programa económico alguno y en donde la corrupción imperaba -y sigue imperando- a sus anchas, en donde las principales instituciones y poderes del Estado fueron siendo controlados uno a uno (Fiscalía, Procuraduría, Contraloría, Tribunal Constitucional, Poder Judicial, etc.) para beneficio de Odebrecht y sus aliados, amparados por unos medios de comunicación mercenarios, comprados con publicidad estatal, en donde se tenía como resultado un “régimen” de impunidad o blindaje descarado para los implicados con Odebrecht y, de otro lado, una también descarada persecución política para otros.

 

Hoy el Perú se encuentra en una grave crisis económica y de salud pública. Mas de cien mil muertos por Covid y la quiebra de miles de empresas y negocios cerrados, clausurados, en quiebra, etc. con el consiguiente desempleo o remuneraciones bajo suspensión perfecta, cientos de miles de desempleados, más pobreza y miseria y una economía totalmente paralizada, en un proceso de franco retroceso acelerado hacia los años 80 y con el gran sector informal luchando por sobrevivir. Una crisis peor que la que nos dejó la Guerra del Pacifico. Posteriormente, la justificada vacancia de Vizcarra trajo el advenimiento de un gobierno de extrema izquierda en el Ejecutivo con un Sagasti que nadie eligió y una Mesa Directiva en el Congreso con una presidente de la misma línea comunista -que también nadie eligió-, lo cual hace que el país vaya literalmente al garete. En resumen, no hay gobierno, no hay autoridad, no hay brújula, no hay gobernabilidad, las turbas mandan y se vive en medio de mentiras y engaños, en donde las vacunas chinas de Sinopharm resultaron ser un fiasco – por no decir un fraude al país-, en donde no hay oxígeno, camas Uci ni pruebas moleculares, y ahora el gobierno da manotazos de ahogado dizque negociando para comprar más vacunas.

 

En dos semanas -Dios mediante- el domingo 11 de abril, tendremos elecciones generales, y muchos esperan que, por arte de magia, el nuevo gobierno y el nuevo Congreso, solucionen los graves y urgentes problemas que afectan al país. Sin embargo, hoy el Perú se encuentra en un importante dilema. Como ya lo predijera acertadamente el argentino Agustín Laje, los peruanos deberemos elegir entre dos posiciones totalmente contrapuestas: una a favor de la libertad del ser humano en su sentido más profundo y otra a favor de la opresión, el estatismo, la corrupción y la autocracia; una posición a favor de las políticas provida y otra posición a favor de las políticas que apoyan la “cultura de la muerte” -como profetizara San Juan Pablo II – con el aborto y la “cultura del descarte” -como señalara el Papa Francisco- en relación a la eutanasia y el descarte de los adultos mayores en todas su formas; una postura a favor de las políticas pro familia y otra posición en pro de la nefasta ideología de género; y finalmente, el amor a la patria versus la agenda globalista que apoya el globalismo en todas sus manifestaciones.

 

Como se puede apreciar, el 11 de abril el Perú se juega su futuro. Hoy los peruanos viven en un clima de gran inquietud, incertidumbre e inseguridad, en medio de un mar de mentiras, engaños, promesas incumplidas, corrupción, pobreza, dolor, sufrimiento, muertes y miseria humana. Los peruanos ya están hartos de mentiras y de que les mientan. Quieren un gobernante que les hable con la verdad pura, sin tapujos y sin miedo. Un gobernante con un equipo técnico -no de políticos- que solucione sus problemas más inmediatos y urgentes. Los peruanos se encuentran cansados de promesas y de palabrería que nadie cree. Es un hecho que hoy nadie le cree al presidente ni a sus ministros ni a nadie. Los peruanos están cansados, desengañados y decepcionados de la clase política. Quieren urgentemente soluciones prácticas y valientes. Para ello, el gobernante elegido si de verdad desea realizar un gobierno para el desarrollo y crecimiento de los peruanos, va a tener que enfrentarse a un grave escollo: la gran mafia de corrupción que cual un cáncer en metástasis, ha invadido toda la democracia y el Estado de Derecho en el Perú, por lo que el nuevo gobernante deberá sí o sí, destruir este gran tumor de la corrupción, prescindiendo de la gran costra de funcionarios corruptos que como plaga de langostas, se han apoderado del aparato del Estado, sus instituciones y poderes. Al nuevo gobernante No le quedará otra alternativa. Al lado de la corrupción no podrá gobernar. O se enfrenta a la corrupción y la destruye o terminará devorado por ésta. Es una cuestión de vida o muerte. No hay términos medios.

 

El Perú se encuentra en su hora más extrema. De nosotros los peruanos y de nadie más dependerá que esta situación cambie. En las próximas elecciones -Dios quiera claras y transparentes- habrá que elegir bien. No podemos equivocarnos. No podemos hacer pruebas o ensayos con candidatos improvisados, payasescos, demagogos y charlatanes. Deberemos elegir al mejor, al mas apto, al mejor preparado, con capacidad de gestión y de decisión, que tome las decisiones que tenga que tomar – como en una empresa privada-, sin cálculos políticos, buscando siempre lo mejor para los peruanos, para el bien común y para el país. ¡Peruanos! ¡Sólo de nosotros depende! El 11 de abril el Perú se juega su futuro. ¡Despierta Perú!

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