La columna del Director

EL MISÓGINO ESCARDÓ Y KEIKO FUJIMORI

Por: Luciano Revoredo

Luego del informe publicado en este portal sobre los abusos que José Enrique Escardó habría cometido con la madre de su hija, los cuales constan en una denuncia policial, era mi intención que no volvamos a ocuparnos de él. Sin embargo, su actividad tuitera de los últimos días me impelen a escribir esta columna.

Tomemos como punto de partida el lamentable tuit de Escardó con ocasión del reciente problema de salud de Keiko Fujimori. Uno puede estar a favor o en contra de las ideas políticas o la actuación de alguien. Pero hay una línea que cualquier persona que se precie de serlo, no debería cruzar, incluso frente a un enemigo político. Y José Enrique Escardó la ha cruzado, lo cual reviste una gravedad particular, ya que él se precia de ser un justiciero que vela y lucha por las víctimas, empezando por él mismo. Esta incoherencia nos lleva a ocuparnos de su caso.

Ante la noticia de que Keiko tuvo que ser atendida por problemas coronarios, Escardó, haciendo gala de su ya conocida conducta misógina, publica: “¿Le quitaron la corona de reina del penal?” (Tuit de la cuenta @JEESorxismo, 7 de setiembre de 2019).

Un comentario de esta naturaleza muestra la profunda escisión que parecería tener Escardó en su interior. ¿Cómo se puede entender que alguien que atribuye los problemas y fracasos de su vida a que le hicieron comer arroz con leche con kétchup, se pueda burlar así de una persona que está pasando por una circunstancia difícil y que tiene problemas de salud?

Repetimos que no se trata aquí de la valoración que él pueda tener sobre la encarcelación de Keiko Fujimori, tema en el cual también discrepamos, sino del mínimo grado de respeto que se debe tener por toda persona que sufre. Se esperaría que Escardó sea más empático con el dolor ajeno considerando que él mismo, a juzgar por los continuos comentarios que pone en sus redes sociales, sufre de varias afecciones físicas y, por lo tanto, debería conocer el dolor y la vulnerabilidad que la enfermedad genera. Si continuamente pide que la gente le tenga consideración por su lesión en la columna, por ejemplo, ¿por qué no aplica la medida que pide para él con los otros?

Revisando su cuenta de Twitter, es notorio que el éxito de sus comentarios es directamente proporcional al grado de antifujimorismo que reflejan. Tuits de otra naturaleza, inclusive aquellos en los que se presenta como víctima de abusos, tiene una interacción muy escasa.

Sin embargo, cuando el tema es el antifujimorismo, el aplauso no se hace esperar en diversas cuentas que, al carecer de nombre y foto y por el carácter de los comentarios, obviamente son trolls. Nos permitimos sugerirle a Escardó que no se deje impresionar por este aparente suceso y aplauso público. Más bien que se pregunte: ¿dónde estuvo toda esa gente que dice apoyarlo cuando, por ejemplo, pidió trabajo públicamente? ¿Cómo así en casi dos semanas a duras penas vendió 100 entradas para su presentación de stand up comedy?

Con tantos seguidores, no debería tener mayor problema en llenar auditorios mucho más grandes. Sin embargo, los hechos son otros. Incluso, luego de realizado el evento, salen algunos —entre los cuales reconocidos periodistas— a felicitarlo. Cabría preguntarse si estos periodistas, grandes defensores de la mujer en sus plataformas mediáticas, saben que apoyan a un hombre que tiene un historial de abusos y violencia contra la mujer.

Ser “anti” algo en redes siempre ofrece una fugaz recompensa. Pero, señor Escardó, no se llene la cabeza de mariposas pensando que esa gente lo apoya de verdad. Sino mire su propio pasado y compruébelo. Mire también su presente y reflexione.

3 Comentarios

  1. Un comentario desafortunado de Escardó y La Abeja.pe dedica toda una columna a criticarlo.
    Si fuéran un poco objetivos se darían cuenta de que cada vez que llevan a PPK a la clínica los comentarios sobre esto son bastante desagradables.
    De lado y lado la empatía es escasa.

  2. ¿Qué mueve a un individuo a ingresar a una secta como SHV? ¿El poder, el dinero? ¿Ambas? ¿O esconder una reprimida salida del closet?…

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