Iglesia

DEFENSA DE LOS “EXAGERADOS” (LA IMPOSTURA DE UN CARDENAL FRENTE A LA BLASFEMIA)

Por Tomás I. González Pondal

“La misericordia está falseada” R.P. Leonardo Castellani

En Perú, un homosexual que manifestó públicamente “salir de la caja”, vio como digno, bueno y artístico usar a la Santísima Virgen María para proyección de su tendencia pervertida, todo eso en ámbito universitario. Fíjense la experiencia psicológica que se sigue de las palabras que empleé: sin duda alguna, a una considerable mayoría le resultará escandaloso que haya hablado de “tendencia pervertida” al referirme al blasfemo homosexual, y prácticamente no se verán inmutados ante el ultraje que se realizó contra la Santísima Madre de Dios, en nombre del arte y de la libertad. Y esto que, mal que le pese a esa mayoría, la práctica homosexual y su defensa son perversiones.
El tremendo miedo a mostrar la verdad; la falsa prudencia; la cobardía vomitiva; y la blandenguería institucional, se puede ver con nitidez en el accionar de una universidad seudocatólica del Perú. Las noticias arrojan: “A través de un comunicado dirigido a la comunidad de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), el rectorado dio a conocer que el festival ‘Saliendo de la Caja’ sí se llevará a cabo. El evento que dentro de su programación contaba con la obra María Maricón y tenía planificado inaugurarse el 15 de enero pasará a realizarse durante la segunda quincena de marzo de este año. La postergación no respondía al contenido de los trabajos académicos de las y los estudiantes, reconociendo su valor artístico, y se reafirmó la voluntad de desarrollar las condiciones que permitan la reprogramación adecuada de este”, dijeron los representantes del centro de estudios (…). La reunión concluyó con el inicio de un proceso de diálogo y entendimiento, así como la publicación en la que se anunció la suspensión del festival. Esto permitiría ‘llevar a cabo el análisis y evaluación respecto a la aprobación de la pieza gráfica de una de las obras’. Los estudiantes fueron informados de ‘las razones que motivaron esta difícil decisión’. Reunida la Junta de Decanos y Jefes de Departamentos se analizó el panorama legal de la controversia. Al día siguiente se hizo un intercambio de ideas en torno a la controversial pieza gráfica vinculada a la Virgen María. Superados todas estas reuniones, la PUCP procedió a informar que ‘24 Festival Saliendo de la Caja se llevará a cabo en la segunda quincena de marzo del presente año’. Lo ocurrido nos hace reflexionar profundamente sobre la necesidad de reforzar nuestro compromiso con los principios rectores de la institución, y en nuestro rol formativo asumir nuestra responsabilidad en el acompañamiento a nuestras y nuestros estudiantes, brindándoles una formación adecuada para responder a los desafíos de nuestra sociedad y nuestra Casa Común’ (https://www.infobae.com/…/maria-maricon-si-se…/).” Fíjense ustedes los tremendos rodeos que dan para, en el fondo, demostrar que ellos también están saliendo de la caja, y que no tienen, en verdad, compromiso con los principios que otrora tuvieron como Universidad Católica.
El inventor de la blasfemia, un tal Gabriel Cárdenas, “ha defendido su trabajo aclarando que no busca atacar la religión católica, sino reflexionar sobre su experiencia personal y su perspectiva de la fe”. De nuevo la cantinela LGBT, que destilando su odio al catolicismo, desde el amparo de lo que llaman fementidamente “artístico” y desde el saberse intocables frente a personas e instituciones medrosas, cómplices y mundanizadas, disparan sus blasfemias sin problema alguno, y con el comodín, ¡vaya ironía de los tiempos!, de venir ellos a creerse con derecho de hacer problema al que los acusa.
Pero el tema cobró una gravedad mayor con la intervención del Cardenal Carlos Castillo Mattasoglio, arzobispo de Lima, el cual nos ilustra de que no tenemos que “exagerar”. Alguien puede haber “desfigurado” una imagen de María”, y cuidado: nadie quiso “destruirla”. El modernismo que detesta las distinciones terminológicas de la escolástica, tiene, por supuesto, su gusto en las distinciones terminológicas infernales. El Cardenal propone una enseñanza que puede analogarse con su madre carnal: pues él de seguro, en enseñanza de que no es exagerado, no tendrá mayores inconvenientes en que le desfiguren el rostro a su progenitora, siempre y cuando no lleguen a entregársela en pedacitos en un recipiente con adornos florales.
Mujeres de la mesa parlamentaria del Congreso de la República se opusieron a la blasfemia. Congresistas vieron a la nauseabunda obra del homosexual como “una falta de respeto y una grave ofensa a los valores y creencias de la mayoría de peruanos que profesan la fe católica”. Y según las noticias, el Ministro de Cultura del Perú, Fabricio Valencia Gibaja, “expresó su rechazo al contenido de la obra, considerándola ofensiva hacia figuras religiosas, especialmente la Virgen María, en un país mayoritariamente católico. Valencia resaltó la importancia del culto a la Virgen en el Perú, mencionando festividades reconocidas como Patrimonio Cultural Inmaterial, como la Festividad de la Virgen de la Candelaria”. Frente a lo anterior, tenemos las palabras insulsas, grises y vomitivas del Cardenal de marras: “Creo que debemos evitar la exageración mediante movilizaciones y acciones similares. Nadie ha querido destruir la imagen de la Virgen, aunque la imagen que se ha difundido es denigrante y rechazable. Todos hemos rechazado esa representación”. Palabras inadmisibles, carentes de todo sentido, despreciativas del sentido común y faltas de consideración mínima hacia la fe católica. Aunque el Cardenal, según parece, profesa de gozar de un termómetro que le hace medir con exactitud cuándo lo “denigrante y rechazable” es destructivo y cuando no, nosotros que no poseemos ese termómetro ni queremos en modo alguno poseerlo y que sí contamos con el sincero amor a la más excelsa, única, inigualable, siempre virgen e Inmaculada, María Santísima, sabemos que lo que denigra a algo de algún modo busca su destrucción. UNIR A LA CRIATURA MÁS PURA, A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA, CON LA IMPUREZA PERVERSA DEL ORGULLO HOMOSEXUAL ES UNA AFRENTA DESTRUCTIVA, QUE ULTRAJA A LA AUGUSTA TRINIDAD, ULTRAJA A LA REINA DE LOS CIELOS, ULTRAJA A LA IGLESIA CATÓLICA, ULTRAJA AL CATOLICISMO, ULTRAJA A LOS FIELES CATÓLICOS, ULTRAJA A LA NATURALEZA DADA POR DIOS, ULTRAJA AL SENTIDO COMÚN. El Cardenal parece no tener la más mínima idea de las espadas que atravesaron el Corazón de María Santísima, y de que en dichas atravesadas hicieron fuerza nuestras iniquidades. Y me pregunto: acaso por ventura, ¡oh Cardenal por el que habló el dragón, ¿la espada que atraviesa no destruye en alguna manera?
Carlos Castillo Mattasogio tergiversa la misericordia. Enseñaba el R.P. Leonardo Castellani –y hoy se cumple rigurosamente-: “El amor cristiano lo encontramos solo en islotes aislados; la generalidad del mundo ha rechazado de hecho el Mensaje; y aún en el seno de la Iglesia flaquea. Parecería que no es así, se habla de ‘amor’ por todas partes, se pondera el amor del prójimo, se multiplican las obras oficiales de beneficiencia, se defiende (…) la ‘Civilización Cristiana’. Pero son palabras y no obras, sentimentalismos, ‘el dulce Nazareno’, el amable Rabbí de Galiela, ‘el mensaje del amor a todos’, que propala inclusive el obsceno Ramakrishna: una inundación de jarabe y moralina (…). Hay caridad en la Iglesia y la habrá siempre, gracias a Dios, pero ¡cuán oprimida y rala está! La convivencia está atacada, la amistad está adulterada, la misericordia está falseada, y el odio y la aversión paganos se han desatado en el mundo” (El Evangelio de Jesucristo, ed. Vórtice, Buenos Aires, 1997, págs. 277 y 278).
Para el Cardenal es más grave lo que algunos pueden hacer contra la blasfemia, que la blasfemia misma. Pues en freno de muchos que quieren actuar valientemente contra el ultraje, el purpurado, prontísimamente con la seguridad plena de su termómetro azufroso, les reserva el calificativo de “exagerados”; mas para lo relativo a lo blasfemo, el purpurado, prontísimamente con la seguridad plena de su termómetro azufroso, dijo que hay que estudiar bien el tema, ver qué paso”, etc. Como si la blasfemia consabida y tan clara fuere complejísima y de difícil identificación, como si se tratase de alguna arcana e indescifrable fórmula química que requiere de profusa y profunda investigación para dilucidarla.
El Cardenal Castillo, desde su base de arena movediza, mal que le pese, se constituye en una suerte de defensor de la blasfemia contra “los exagerados”, y eso usando de una distinción que solo cabe en una testa ganada por la tendencia rosa, bien en línea con Fiduccia Supllicans.
Para Castillo, que se muestra a favor de la abominable neutralidad estatal de puro cuño masónico, hizo mal el Ministro de Cultura en intervenir, pues para dicho eclesiástico el funcionario no tenía porqué hacerlo. Para Castillo no se trató ni siquiera de una censura a la obra, pues para él todo se reduce a “una suspensión para investigar dónde está el problema”. Para Castillo el problema no fue la obra, fue el cartel, y se pierde en esa distinción amaña (una más), con lo que, dicho sea de paso, ni siquiera queda acorde con lo afirmado por el comunicado de la institución, comunicado en el que puede leerse: el “evento dentro de su programación contaba con la obra María Maricón”. Y por supuesto Castillo ni se inmuta al contar con el avance de favorecimientos homosexuales promovidos –como si fuera de lo más normal- por una universidad que se dice llamar católica. Para Castillo en la obra no hay nada malo, solo que no puede ver que ya su título se denomina ‘María Maricón’ y su cerebro ultrajó a María Santísima.
Como verán, hemos llegado a los días en que una universidad denominada católica, como si no existieran obras de teatro realmente enriquecedoras, promueve desde su departamento llamado de “artes escénicas”, una obra titulada ‘María Maricón’ que se aporta ni más ni menos a un festival titulado ‘Saliendo de la Caja’.
Llegaron los días en que ciertos altos eclesiásticos deben insumir copiosos tiempos en analizar lo que es ‘Saliendo de la Caja’, y no ven mal el que haya quienes ‘salen de la caja’ metidos en una universidad autodenominada católica enseñando a otros a ‘salir de la caja’. Llegaron los tiempos en donde altos eclesiásticos usando de rodeos verdaderamente hueros y sandios se ponen del lado de la iniquidad. Llegaron los días en que eclesiásticos que hablan palabras del dragón, llaman a no hacer movilizaciones ante una blasfemia, al tiempo que propician que en instituciones seudocatólicas sí puedan movilizarse los que salen de las cajas haciendo obras sobre salidas de cajas.
Desde estas sencillas líneas y en contra de lo expresado por el Cardenal, llamo a todo católico a manifestarse abiertamente en contra de la blasfemia consabida, y esto por variados modos. Si en Perú hacen movilizaciones en reparación muy bienvenidas sean. Súmense Rosarios reparadores.
Falsa prudencia, pues falsearon la prudencia. Falsa humildad, pues falsearon la humildad. Falsa misericordia, pues falsearon la misericordia. Falsa obediencia, pues falsearon la obediencia. Falsa piedad, pues falsearon groseramente la piedad. Por eso, no pueden ver lo que Santo Tomás repite con San Juan Crisóstomo: “Ser paciente en las injurias propias es digno de alabanza; pero disimular las injurias contra Dios es el colmo de la impiedad”.
Verán. Mis líneas son una defensa de los “exagerados”. “Exagerados” como esos católicos que quieren desagraviar a la amorosísima Madre, María Santísima, sirviéndose de todos los medios posibles. Y cuando la oposición al modernismo escala de tal modo que al alto eclesiástico le resulta insufrible, le espera al opositor católico “exagerado”, lo que el profeta argentino, Padre Castellani, apuntó como una de las dos formas de persecución terrorífica, y que señaló como “persecución de adentro”. Consiste según él en: “seréis excomulgados, como si dijéramos (exsynagogis facient vos-apossynagogéesete) seréis echados de la sinagoga o reunión de los creyentes, que equivale a nuestra excomunión” (ob. cit. p. 184).
El indicado sacerdote argentino ya fallecido, enseñó que “la gran señal de una sociedad subvertida” es “que el necio campa por sus respetos” (ob. cit. p. 271). Y yo agrego que una gran señal de que las sociedades se han sumergido en la gran apostasía es que una cantidad pasmosas de sus altos eclesiásticos hablan el lenguaje del dragón.

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