Internacional

CHILE COSECHA TEMPESTADES

Por: Nicolás Verástegui

El país daba la impresión de ser un “oasis” de tranquilidad, de bienestar y de progreso económico en medio del caos latinoamericano. Así lo acababa de llamar el Presidente Piñera, regresando de una gira por Perú, y refiriéndose a los conflictos ecuatorianos.

Sin embargo, en pocos días el “oasis” explotó como un volcán. Todo comenzó por el alza del pasaje del Metro, el medio más masivo de transporte en la capital. Los estudiantes de uno de los liceos públicos más conocido, el Instituto Nacional, que venían protestando desde el comienzo del año de modo violento, protagonizaron una masiva evasión del pago del Metro en protesta por el alza.

A esta evasión se sumaron personas “comunes” y en muchos casos extranjeros, que no sólo evadían el pago sino también destruían las estaciones del Metro y quemaban los buses. Todo se dio con una rapidez sorprendente, pareciendo estar bien articulado y preparado.

Llama la atención que la mayoría  de los manifestantes son personas jóvenes de entre 20 a menos de 30 años, probablemente estudiantes universitarios, cuyos padres están desconcertados  con sus hijos que toman actitudes  contradictorias,  por un lado parecen entretenidos y hasta se divierten tocando pitos y cacerolas y por otro lado corean arengas diciendo que son “hijos de Fidel y de Chávez ” además de demostrar una desinhibición tal que son capaces de hacer orgías públicas en señal de protesta y evidenciar un odio destructivo contra todo y todos los que se le puedan oponer.

El número de los participantes no es masivo, pero es lo suficientemente amplio y violento como para intimidar al trabajador honesto y a la dueña de casa pacífica. Sin embargo, a medida que pasan los días y que crece la osadía destructiva de estos grupos, los comerciantes, pequeños propietarios y personas de orden, viendo que la represión de la autoridad pública es insuficiente, comienzan a organizarse y armarse para evitar la destrucción de sus fuentes de trabajo y de sus propios hogares.

En medio de los manifestantes y de los defensores de sus fuentes de trabajo existe una mayor o menor cantidad de personas que reivindican mejorías de sueldos, subsidios y otras regalías públicas y que terminan sumándose a los primeros.

Una pregunta que Salta a la visita es ¿cómo se pudo pasar tan rápido de un ambiente de aparente tranquilidad y trabajo a otro de enfrentamiento a la autoridad pública y exigencias desproporcionadas?
La respuesta: la crisis de la familia, la falta de autoridad de los padres, el descoyuntamiento de los hogares, la educación sexual permisiva, la banalización de la vida de los no nacidos y un largo etc.

Los que hoy protestan y delinquen, sólo ayer eran estudiantes de colegio. Allí aprendieron que se podía insultar y amenazar al profesor sin consecuencias para ellos; vieron que se podía llegar tarde a la casa o no llegar, y nadie les decía nada; vieron que se podía consumir marihuana y que había parlamentarios que los apoyaban; que las relaciones sexuales podían ser promiscuas, sin consecuencias; que si se llegaba a engendrar una nueva vida, se la podía abortar.

Entonces, ¿Cómo sorprenderse de que quienes así crecieron hoy enfrenten a un gobierno, a las FFAA y del orden y exijan el fin de las instituciones democráticas republicanas? “Siembra vientos y cosecharás tempestades” dice el sabio adagio.

Estos niños de ayer y delincuentes de hoy, se criaron bajo el viento de la anarquía y del caos, y apenas pudieron sacar sus garras mostraron hasta qué punto ellas son capaces de arañar y destruir.

Por otro lado, el Presidente Piñera dio un pie atrás en el aumento del pasaje para frenar las protestas y en lugar de disminuir los reclamos, ellos no hicieron sino aumentar, exigiendo nueva Constitución y renuncia del mismo Presidente.

Uno de los miembros de la nomenclatura comunista de Venezuela, declaró que lo ocurrido en Ecuador, Perú y Chile, eran “brisas bolivarianas” y que terminarían en huracán.

Pareciera ser que de lo que se trata es precisamente de subvertir la tranquilidad pública de todos los países sudamericanos. Y Chile es el principal, pues está a la vanguardia en materia de progreso y tranquilidad.

Desestabilizar a Chile, confundir y amedrentar a los chilenos honrados y trabajadores, con consignas que no se oían desde la década de los 70’, pareciera ser el propósito de las manos ocultas y de los dineros escondidos que movilizan y financian esta enorme subversión.

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