La columna del Director

BERTOMEU SU AMOR AL DINERO Y SU DESPRECIO AL PERÚ

El Perú no puede permitir que un extranjero, vestido de clérigo con zapatillas y pantalones ajustados, se inmiscuya en nuestros asuntos internos y nos humille ante el mundo.

Por: Luciano Revoredo

Jordi Bertomeu, un oscuro clérigo catalán que ha cobrado notoriedad desde que la mafia progresista infiltrada en el Vaticano lo puso en primer plano al servicio de la demolición de la iglesia y que se autodenomina “investigador del Papa”, ha desatado un escándalo justificado en el Perú con sus declaraciones desvergonzadas y ofensivas contra el país.
En una entrevista en la radio catalana  RAC el 14 de abril de 2025, y según reportes de La República, este personaje ha tenido la osadía de atacar al sistema judicial peruano, menospreciar al país y mancillar la honra de figuras respetadas como el cardenal Juan Luis Cipriani, todo mientras exhibe una obsesión enfermiza por el dinero. Sus palabras no solo son un insulto directo al pueblo peruano, sino un acto de agresión contra nuestra soberanía que merece el repudio más enérgico.
Bertomeu, con una arrogancia que raya en el desprecio, anunció que el Vaticano llevará al Sodalicio de Vida Cristiana ante la justicia estadounidense, alegando una “desconfianza” en el sistema judicial del Perú. En su entrevista, no se conformó con esta injuria: tuvo el descaro de generalizar que “uno puede ser un delincuente, y te puede salir bastante bien porque puedes comprar algún juez, puedes contar con algún fiscal”. ¿Quién se cree este cura aliado de investigados por corrupción y condenados para pintar al Perú como un nido de corrupción, como si fuéramos incapaces de impartir justicia en nuestra propia tierra?
Sus palabras son una bofetada a los miles de peruanos que luchan diariamente por un país más justo, y una afrenta a nuestra dignidad. Bertomeu no solo desacredita nuestras instituciones, sino que nos trata como un pueblo inferior, incapaz de resolver sus propios problemas, perpetuando un discurso de supuesta superioridad que creíamos superado.
Esta injerencia extranjera es intolerable. Al optar por la justicia de Estados Unidos para un caso que de existir debe resolverse en suelo peruano, Bertomeu pisotea nuestra soberanía y se burla de nuestra independencia.  Es imperativo que los líderes políticos peruanos, condenen estas declaraciones con la mayor severidad. El Perú no puede permitir que un extranjero, vestido de clérigo con zapatillas y pantalones ajustados, se inmiscuya en nuestros asuntos internos y nos humille ante el mundo. Bertomeu debe ser declarado persona non grata, y el Vaticano debe ofrecer una disculpa inmediata por este acto de desdén. ¿Qué tiene que decir Mons. Paolo Rocco Gualtieri, nuncio apostólico en el Perú, con quien se sabe que Bertomeu tiene una profunda amistad que viene de atrás.
Pero la vileza de Bertomeu no termina ahí. En un acto de difamación descarada, ha arrastrado el nombre del cardenal Juan Luis Cipriani por el fango, acusándolo sin pruebas de otorgar reconocimiento canónico a una rama del Sodalicio a pesar de conocer denuncias de abusos y de ser cómplice de lavado de dinero, una afirmación que no solo carece de sustento, sino que es un ataque cobarde contra alguien que ha dedicado su vida al servicio de la Iglesia peruana. Una clara difamación que el propio cardenal Cipriani debiera llevar ante los tribunales, en el Perú, por supuesto. Este tipo de calumnias no solo revelan la bajeza moral de Bertomeu, sino también su disposición a destruir reputaciones para inflar su ego y su supuesta “misión”. ¿Dónde están las pruebas? ¿O es que su estrategia es lanzar lodo y esperar que algo se pegue?
Más repugnante aún es la obsesión de Bertomeu con el dinero, que deja al descubierto sus verdaderas prioridades. A lo largo de su entrevista, no puede ocultar su fijación con los “mil millones de dólares” que el Sodalicio habría blanqueado. Sus palabras destilan codicia: “Si recuperas los mil millones que estos se han robado, te canonizan en vida”, le habría dicho el Secretario de Estado, según él mismo relata. ¿Es este el lenguaje de un hombre de fe? Bertomeu parece más un mercenario que un sacerdote, más preocupado por los bienes materiales que por la justicia o el dolor de las víctimas. Su hipocresía es nauseabunda: mientras se llena la boca hablando de moralidad, su mirada está puesta en el dinero, no en las almas.
Bertomeu también se revela como un enemigo declarado de los sectores conservadores de la Iglesia, usando su posición para atacar a quienes no comulgan con su visión progresista. Igualmente su fijación con una supuesta ultraderecha internacional, incluyendo al vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, sin pruebas sólidas. Estas acusaciones parecen un intento desesperado de ganar notoriedad, más que un análisis serio. Bertomeu no es un “James Bond del Vaticano”, como algunos medios lo han pintado; es un oportunista que usa su condición de protegido por el papa para sembrar división y caos, tanto en la Iglesia como en el Perú.
El Perú no puede quedarse de brazos cruzados ante este ultraje. Jordi Bertomeu es un enemigo de nuestra nación, un insolente que nos humilla y nos desprecia. Sus declaraciones son un ataque directo a nuestra soberanía, a nuestras instituciones y a nuestra honra.  El pueblo peruano merece respeto, y no lo recibirá de un clérigo arrogante que solo busca dinero y poder. 

1 comentario

  1. Fíjese bien que dice llevarlo a la justicia de EEUU, no dice justicia catalana, ni dice justicia italiana, ambientes dónde seguro se ha movido, este delincuente, debe saber de lo que habla y debe haber comprado jueces y fiscales y por eso el lenguaraz, le ha ganado la lengua, se ha ido de boca, pues bien claro lo ha dejado el Maestro, de lo que está lleno el corazón, habla la boca.

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