Política

VOLVER AL FUTURO

Por: Uri Landman

Para las personas que gustamos de la ciencia ficción, sabemos que viajar al futuro puede ser teóricamente posible pero hasta el momento, no hemos sido capaces de desarrollar la tecnología para hacerlo. Eso sería, si no contáramos con la máquina del tiempo desarrollada por el excéntrico científico Emmett Brown, quien instala un “flux capacitor” en un DeLorean, el cual al alcanzar la velocidad de 88 millas por hora puede viajar por el tiempo. El único limitante de la máquina del tiempo del “Doc”, es que el “flux capacitor” necesitaba la cantidad de 1.2 gigawats de energía para poder funcionar; aproximadamente el consumo diario de 33,000 hogares en Estados Unidos. Este pequeño detalle no impidió que Marty McFly viaje en el DeLorean a través del tiempo hasta el año 1955 y luego regrese al futuro.

Según las teorías científicas, otra manera de viajar al futuro, es a través de un “agujero de gusano” conocido como un “Puente Einstein-Rosen” en honor a los dos científicos que desarrollaron el concepto.

Después de desarrollar su Teoría de la Relatividad en 1915, Albert Einstein no quedó satisfecho con todos los aspectos de la misma, en vista que había un vacío en su argumento. Entre los muchos enunciados, la teoría de Einstein indicaba que cuando una estrella colapsaba formaba un agujero negro. Sin embargo, en aquella época, nadie creía en la existencia real de los agujeros negros y más bien eran singularidades matemáticas que no se podían demostrar. La teoría decía, que en el centro del agujero negro se alcanzaba la singularidad, una cantidad inmensa de materia comprimida en un punto de tamaño cero, lo que creaba una densidad infinita. Esto incomodaba mucho a Einstein hasta que trabajando con el científico Nathan Rosen, publicaron un artículo en el que señalaron que si cambiaban un poco las matemáticas, esa singularidad se convierte en un puente que lleva del centro del agujero negro a otro lugar, tal vez otro agujero negro, un agujero blanco e inclusive otro espacio-tiempo. De acuerdo a la Teoría General de la Relatividad de Einstein, los agujeros de gusano no solo pueden usarse para viajar a través del espacio, sino a través del tiempo.

Pero como no tenemos un DeLorean o un puente Einstein-Rosen a la mano para viajar al futuro, he recurrido a algo un poco más sencillo. He buscado en internet el texto de la nueva constitución que acaba de terminar la Convención Constituyente en Chile y entregado a la Comisión de Armonización para su revisión y posterior consulta al pueblo chileno a realizarse en el plebiscito del 4 de septiembre del presente año.

¿Por qué afirmo que el texto de la nueva constitución de Chile es como viajar en el tiempo? Porque eso es lo que nos espera a los peruanos si dejamos que los comunistas impongan su ideología estatista y retrograda a través de una asamblea constituyente y un cambio de constitución posterior como vienen pregonando desde la compaña electoral del 2021.

ara escribir este artículo, pasé varias horas leyendo la mayor parte de los 499 artículos que tiene la nueva constitución chilena. Es difícil creer como 155 personas, que dicen querer a su país (habría que descontar a los 40 constituyentes de derecha que votaron en contra de la mayoría de artículos), puedan redactar un documento como el presentado por dicha Convención Constituyente. No voy a hacer un análisis detallado de todo el texto, ya que necesitaría decenas de páginas, pero lo resumo en dos palabras: “pobre Chile”.

Según la nueva constitución, el parlamento chileno ya no estará conformado por el Senado y la Cámara de Diputados. Ahora, estará compuesto por la Cámara de Las Regiones y el Congreso de Diputados y Diputadas. En el caso peruano, seguramente tendríamos un parlamento con “congresistas y congresistos” para estar acorde a las nuevas tendencias de igualdad de género que promueven los “progres”. Según el nuevo texto, Chile ya dejó de ser un estado unitario para convertirse en un estado plurinacional.

El Poder Judicial pasaría a llamarse Sistema Nacional de Justicia y habrá pluralismo jurídico, en donde coexistirían de manera paralela la justicia nacional con la justicia de los pueblos indígenas.

El rol del estado chileno también cambiaría de manera radical. En lugar de ser un estado subsidiario (economía social de mercado), ahora será un estado interventor en la economía. Según el artículo 34 “El estado tendrá iniciativa pública en la actividad económica.” Según la nueva constitución, el estado promoverá la creación de empresas públicas.

La intervención del estado en la economía a través de empresas públicas, nos ha dejado experiencias nefastas. En el caso del Perú, ya todos conocemos los resultados: empresas públicas ineficientes, corruptas y quebradas. Esto a su vez fue el causante de inmensos déficit fiscales, híper inflación, devaluación y la destrucción del poder adquisitivo de las clases trabajadoras. ¿Cómo es posible que los chilenos quieran vivir nuevamente todo lo que padecimos los peruanos en los ochentas?

Otra de las novedades que nos trae la nueva constitución chilena es que está prohibida toda forma de lucro en la educación superior. Eso significa que todas las universidades, institutos, academias, etc. deben ser instituciones sin fines de lucro. ¿Se imaginan ustedes a los empresarios invirtiendo su dinero en crear universidades e institutos para educar al país sin tener derecho a tener una ganancia por su riesgo y esfuerzo?

¿Qué podemos decir entonces de la nacionalización de los fondos previsionales de las AFP, ya que en la práctica eso es lo que ocurriría al ser el estado quien administre dichos fondos? Imaginen ustedes a un burócrata inepto y corrupto de tantos que tenemos en el actual gobierno, administrando sus fondos para su jubilación. ¿Estarían de acuerdo?

Luego de leer casi la mayor parte del texto chileno presentado la semana pasada para su revisión por la Comisión de Armonización, debo comentar que las palabras que más se repiten son: “El Estado debe”. Es claro que los constituyentes chilenos (la mayoría de izquierda) no se dan cuenta que el “Estado” somos todos nosotros y para que el estado sea capaz de hacer algo, tienen que haber recursos económicos y los recursos económicos no sea generan por leyes o decretos, sino por la iniciativa privada de los ciudadanos emprendedores, ya sean grandes o pequeños, quienes invirtiendo en el país, buscan mejorar sus propias condiciones de vida, enriqueciendo al “Estado” cuando pagan sus impuestos.

No podemos dejar que el futuro que les depara a los chilenos si aprueban la nueva constitución sea también el nuestro. Como decía Marthy McFly: “Tuve una pesadilla horrible. Soñé que viajaba al futuro. Fue Terrible”. Que ese futuro no se convierta en nuestra pesadilla.

 

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