
Por: María Ximena Rondón
Esta semana, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance pronunció, durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, aquellas palabras que muchas personas tenemos en mente, pero que a veces no podemos expresar porque no tenemos los canales, el poder o el valor adecuados.
“Creo profundamente que no hay seguridad si tienen miedo de las voces, de las opiniones y de la conciencia que guían a su propio pueblo”, afirmó, luego de hacer un recopilatorio sobre el “daño de la Unión Soviética”. Lo que (pensamos) dejó para que el público interprete es que aquellos abanderados de la democracia y la moralidad se han convertido en aquel antiguo enemigo que juraron destruir.
Desde nuestro punto de vista, a raíz de esas palabras, sostenemos que el sistema europeo-occidental que se hace llamar “democrático” (y que está fuertemente influenciado por la izquierda) es como un corredor de pistas que ha tomado el relevo a los soviéticos y partidarios comunistas en cuanto al control de la libertad de pensamiento y de expresión. Este “legado” también ha llegado a nuestro país y a otras naciones hermanas latinoamericanas.
¿Cómo olvidar la condena pública a quienes se opusieron a las marchas de la Generación del Bicentenario? Parece que la democracia y la censura están más unidas de lo que creemos. O ¿quizás ya no tenemos una democracia sino una simulación controlada que rige con el puño de la censura?
Esta censura abarca desde las redes sociales hasta las detenciones policiales y la persecución política. En su discurso, Vance cita algunos casos de personas en diversos países europeos que fueron arrestadas por rezar ante clínicas abortistas o se les prohibió expresar su fe en público. Resulta interesante que el vicepresidente dirija la mirada hacia el interior de Europa y no hacia los (esperados por la audiencia de la conferencia) conflictos que la rodean. Por su actuar, sabemos-deducimos que rige la hipocresía.
Además, Vance recalcó la apertura al diálogo entre las distintas posturas políticas e ideológicas para lograr el (verdadero) bien común, actitud que consideramos se debe imitar y de paso motivar a cultivar el arte del buen debate.
Por supuesto, las reacciones a las palabras del vicepresidente de Estados Unidos no se hicieron esperar y han demostrado ser exactamente aquel mal que este describió: la condena y el ataque al que piensa distinto.
También habrá personas que quizás no tienen una postura política e ideológica definida o se dejan influenciar por lo que dice la prensa y determinados personajes, a las que este discurso haga reflexionar y comenzar a pensar por sí mismos.
Esperamos que Vance continúe dando estos mensajes, que parecen una respuesta a tramas de novelas distópicas, y que el mundo abra la mente y los sentidos para salir de la caverna en la que ha sido encerrado con falsas prédicas de libertad y democracia.