Internacional

TULSI GABBARD: LA MODERACIÓN EN EL PARTIDO DEMÓCRATA

Por: Julio M. Shiling 

Cuando uno toma en cuenta algunas de las leyes que ella ha estado promoviendo, parece que Gabbard se ha liberado del centralismo democrático de Obama.
Barack Obama transformó el Partido Demócrata. El primer presidente negro de Estados Unidos silenció el enfoque reformista de Martin Luther King para mejorar las imperfecciones del país, y en su lugar aplicó, a nivel nacional, la toxicidad del esquema radical de una organización comunitaria al estilo de Saúl Alinsky. El Partido Demócrata fue su vehículo para lograrlo.
En consecuencia, el partido pasó de uno con rangos ideológicos entre centroizquierda y socialdemócrata, a uno liderado por elementos radicales, patrocinando propuestas de la extrema izquierda. Neo marxistas, islamistas y socialistas fabianos, todos abarcando aspectos de la teoría de conflicto del marxismo clásico, hoy en día dirigen el partido que fundó Andrew Jackson. Una voz disonante dentro de este coro de izquierdas, es la del miembro de la Cámara de Representantes del 2º distrito de Hawái, Tulsi Gabbard.
El miembro de la Cámara de Representantes durante cuatro mandatos y excandidato presidencial del Partido Demócrata para el año 2020 es un hindú practicante, de ascendencia asiática, polinesia y caucásica que cumplió dos períodos de servicio militar en el Oriente Medio, sigue sirviendo como mayor comandante de la Guardia Nacional del Ejército y forma parte de la Comisión de Servicios Armados y la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes. Aunque Gabbard ha anunciado que no buscará la reelección, la legisladora nacida en Samoa Americana ha dejado una huella de moderación en la política de Washington, barajando las filas del Partido Demócrata en numerosos frentes.

Gabbard, moderada

Recientemente, Gabbard propuso dos piezas de legislación provida. Una de ellas es la H.R.8939 que pretende proteger a los niños no nacidos con capacidad para soportar el dolor y tiene por objeto restringir el aborto después de 20 semanas de gestación. La segunda, H.R.8923, trata de asegurar que un profesional de la salud ejerza el grado apropiado de atención médica en el caso de un niño que sobreviva a un aborto o a un intento de aborto.
Estas posiciones provida son diametralmente opuestas a la plataforma política establecida del Partido Demócrata en 2020, cuyo partido ha validado, casi literalmente, el infanticidio al tolerar medidas censurables moralmente como es la interrupción legal de los embarazos hasta el noveno mes en algunos estados, si estos cumplen con ciertos parámetros como sería causar “un deterioro mental y/o físico sustancial e irremediable” a la salud de la mujer.
Dos de los proyectos favoritos de la Teoría Crítica del marxismo, la ideología de género y el transgenerismo, fueron retadas por Gabbard de frente con su copatrocinio de la Ley de Protección de los Deportes de la Mujer (H.R.8932). La legislación trata de proteger la equidad en las competiciones atléticas estipulando que el sexo se determinará sobre la base del sexo biológico, tal como lo pronuncie un médico al nacer la persona. La locura de tener a hombres biológicos participando en las competiciones deportivas femeninas, algo que la directiva del Partido Demócrata apoya febrilmente, no tiene nada que ver con nociones perversas de “derechos humanos” o “igualdad”, y todo que ver con las adaptaciones políticas posmodernistas del marxismo.
La Ley de Prevención del Fraude Electoral (H.R.8285), otro de los proyectos legislativos estelares de Gabbard, tiene por objeto enmendar la “Ley de Ayuda a Estados Unidos al Yoto” (2002) y declarar ilegal a nivel nacional la cosecha de votos negando fondos a los estados que lo permitan y aplicar otras salvaguardias estrictas para asegurar la integridad del voto por correo.
Esta pieza de legislación, presentada el 17 de septiembre de 2020, parecía pronosticar proféticamente las irregularidades y anomalías generalizadas que plagaban las elecciones presidenciales de 2020 y ofrecer un remedio. Esta posición le trajo a Gabbard la ira de muchos en su partido, incluyendo la figura folclórica de la izquierda, Alexandra Ocasio-Cortez (AOC).
Cuando la congresista hawaiana regañó a su colega demócrata, Ilhan Omar, por beneficiarse de la práctica de la cosecha de votos, según una grabación de vídeo de investigación del Proyecto Veritas, AOC se puso furiosa y se amedrentó con Gabbard. Al final, ésta invitó a AOC y a Omar a unirse a ella en la cruzada contra los peligros de la cosecha de votos, ya que dicha práctica no es un asunto partidista. Como puede concluirse lógicamente, ni el “squad” ni el aparato del Partido Demócrata se mostraron receptivos a estas reformas electorales necesarias. Una vez más, Gabbard demostró ser un disidente dentro del partido radicalizado de Obama.
Algunos pueden etiquetar a Gabbard como un oportunista. Después de todo, ella apoyó a Bernie Sanders después de retirarse de la campaña presidencial. Sin embargo, cuando los políticos de la clase dirigente como Hillary Clinton cínicamente la tildaron de un instrumento ruso, debería haber quedado claro que algo que Gabbard estaba haciendo le estaba molestando al Partido Demócrata. Cuando uno toma en cuenta algunas de las leyes que ella ha estado promoviendo, parece que Gabbard se ha liberado del centralismo democrático de Obama.
Esta última Navidad, la diputada hawaiana twitteó lo siguiente: “¡Feliz Navidad! Al celebrar el nacimiento de Jesucristo en este día tan especial, les enviamos nuestros aloha y mejores deseos”. En el pasado, a nadie le sorprendería que un político demócrata se pronunciarse de esa manera. Hoy en día no. La ultraizquierda que controla al Partido Demócrata se aseguraría de que esa persona fuera condenada al ostracismo por esos pronunciamientos.

Tulsi Gabbard parece haberse liberado de este estrangulamiento ideológico. El valiente camino que ella ha trazado, por modesto que sea, podría resultar ser uno para que otros dentro de su partido sigan. Por el bien de la libertad, esperemos que haya imitadores.

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