Por: Luciano Revoredo
Seré breve y directo. El Perú vive una de sus horas más aciagas. El comunismo ha llegado al poder. Como siempre lo suele hacer ha llegado encumbrándose en la mentira el fraude y la traición. Han tomado el poder como el ladrón que llega en la noche cuando nadie lo espera. Se establece en nuestra patria un gobierno ilegítimo, ilegal y usurpador. No corresponde decir que por acatar la ley se le reconoce. La ley no manda acatar el fraude.
Los comunistas son parte de una agenda internacional y son los mismos en Lima, Managua, La Habana o Madrid. Dejemos de lado consideraciones de falsa corrección política. Nada de aparente prudencia. El comunismo no juega con esas reglas. No se puede andar con diplomacia y guantes de seda frente a quien tiene más de cien millones de muertos en su haber.
En el Perú una estructura que ha tomado tiempo armar y que ha pasado por la captura de las instituciones nos acaba de robar el país. Ahora parecen cautos y nos extienden la mano. Llaman a la concordia. No hay que caer en sus cantos de sirena.
El comunismo tiene un plan, un derrotero, un pasado común y una mirada común en el mundo. El comunismo fue criminal desde el principio y no funciona en la democracia porque no hay democracia en él. Cuando los comunistas mienten al pueblo está hablando su propia naturaleza. No hay que creerles nada. Sus brazos extendidos que ahora nos quieren abrazar ocultan su verdadero rostro mendaz y homicida.
En el Perú no ha ganado nadie. Todos hemos perdido.
Espero que esta derrota, señor Revoredo, le sirva para de una vez entender que su discurso no representa a nadie más que a sus amigos sesentones y pitucos.
Suscribo su opinión, Sr. Revoredo. No hay nada que celebrar. Espero que quienes votaron por el comunismo reclamen o protesten cuando empiecen a violar sus derechos constitucionales y personales. La generación engañada aprenderá a la mala su ignorancia supina de vivir en un gobierno dictatorial.